Nos sugieren crear nuestra propia matanza

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POV Percy

Ni estaba cómodo ni intranquilo, podía considerarme en el limbo, aún así mi mano estaba apoyada sobre la empuñadura de mi espada por si nos surgía algún problema. El anciano ciego nos había permitido crear nuestra propia luz par compensar la oscuridad que albergaba su cueva, cómo no, usamos a Leo de candelabro. No parecía estar para nada ofendido con su nuevo trabajo, tras sentarnos en el suelo como hizo el hombre, Leo se posicionó en el medio del círculo tumbándose con toda su cara dura mientras se ponía a jugar con las llamas que danzaban por su cuerpo.

Había sacado de detrás de un roca un pequeño bastón, en el que se apoyaba ante su ya avanzada edad y además lo usaba para guiarse, siendo ahora sus movimientos más rápidos a la vez que me culpaba a mi mismo por seguir estando alerta con un pobre hombre desvalido. Miraba a sus pies, bueno, no miraba, pero si viese, los estaría mirando; no levantaba la vista, como si estuviese meditando en el suelo de su cueva con nosotros enfrente, o simplemente al ninguno de nosotros hablar, había olvidado nuestra presencia.

-Hombro derecho dislocado - murmuró levantando la cabeza sin centrar sus ojos carentes de visión en alguien específico - Y brazo roto.

Ninguno teníamos dudas de que se refería a Reyna, lo que si me extrañaba, es que si el anciano decía la verdad, el porqué mi mejor amiga no estaba retorciéndose en el suelo de dolor y solo soltaba quejidos bajos que trataba de camuflar.

-Quizás - respondió Reyna enterrando la cabeza en el cuello de Thalia aguantando otro grito de dolor cuando trató de mover el brazo en comprobación.

Estaba mal, tanto que si no estuviese seguro de que se negaría al igual que Annabeth, me ofrecería a llevarla yo mismo al barco lo más rápido que pudiese para que Will le curase lo antes posible, sobretodo el hombro dislocado. Yo lo sufrí una vez y es un dolor tan potente y agonizante que no sabía cómo aguantaba tanto tiempo sin romper a llorar.

-Te dije que la debería de haber llevado al barco - fulminó Thalia a su hermana. Si, Annabeth había negado a su petición nada más durmieron a Caco.

La ojiazul si parecía furiosa, sobretodo cuando se enteró de que Caco estaba desmayado y no muerto como deseaba. Aún así trataba de ser cuidadosa, sin dejar salir su ira para no molestar a Reyna quien del dolor había dejado de lado su predilección por mantener las formas y no disimulaba el estar siendo consolada como podía por su novia.

-Ni siquiera sabemos si dice la verdad - se encogió de hombros Annabeth - No tiene pinta de médico y menos si está ciego - dijo con suspicacia mirando directamente al anciano tras su tono acusatorio.

-Tienes razón, no soy médico. En todos mis años la medicina no es algo que me haya apasionado estudiar - aceptó Tiresias para la satisfacción de la rubia - Pero soy vidente, el más famoso si se me permite el atrevimiento. Mi fama me precede desde hace eones.

El gruñido bajo de Annabeth me confirmó de que no estaba contenta con tener que admitir su equivocación, aún así no pronunció palabra. Yo no tenía idea de qué comentar al respecto, para mi los videntes eran estos que se ponen en el mercado con una mesa cutre, vestidos de forma rarísima y si tienen suerte, un gran cartel al lado que te prometía decirte tu futuro por una cantidad significativa de dracmas; solo mirándote las manos, algunos de ellos. Pero claro, luego me acordaba que básicamente nuestro destino había sido decidido por unas moiras con carencia de ojos y que encima no paraban de acertar -para nuestra desgracia-, pues, consideraba el creerme también esto.

-No ve una mierda pero si el futuro - masculló Clarisse que si no había recuperado todas las fuerzas de la paliza que le dio el gigante, sí había recuperado al cien sus ganas de sacar a relucir su mal humor.

Lost at sea: CollapseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora