Hazel resulta ser una tramposa jugando

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POV Reyna

-No me gusta este juego - murmuró Hazel tras más de cinco minutos pensando - Corrijo, no me gusta mi contrincante - apretó el entrecejo en broma mirándome.

-A mi tampoco, tardas mucho - metí prisa viendo cómo al final su jugada maestra fue mover un simple peón - Yo no habría movido ese, no proteges a la reina.

-La reina no necesita protección - dijo con fingida altanería para disimular su mal movimiento.

-Todos la necesitamos en algún momento. Me quedo con tu reina y jaque - anuncié viendo cómo se cruzaba de brazos al llevarme otra ficha suya - No me necesitaba protección ¿verdad?

-Eres cruel Arellano, muy cruel - comentó enfurruñada. A ella si la dejaba decir de vez en cuando mis apellidos, no lo hacia a mala intención y he de decir que resulta entretenida cuando pierde en algún juego.

Tras la partida de Percy y Annabeth, habían aprovechado este tiempo de relajación para hacer lo que les diese en gana, como si no tuviésemos dos barcos de la marina española rodeándonos. Por ello Hazel había venido tan contenta hacia mí con un tablero de ajedrez recién hecho por Leo mientras sonreía con peligro jurando que esta vez iba a ganarme. Dejé que me explicase las normas, simulando que no sabía jugar para no quitarle la ilusión hasta que ahora, apenas le quedaban piezas importantes.

Se notaba que Leo no tenía casi trabajo, se entretenía mejorando las armas y haciendo juegos de mesa que se le ocurrían a Hazel, para pasar las horas como si no tuviésemos una misión ni estuviésemos apunto de morir cada segundo de nuestra vida.

-¡No! ¡El caballo no! - protestó cuando usé uno de los peones - ¡Cómo va a avanzar tan rápido! Si va de uno en uno - sollozó falsamente.

-No es mi pieza favorita - murmuré mirando el peón - Es el clásico pequeño pero matón. No le das importancia hasta que... te quita el caballo - me burlé.

Jugar con Hazel es tener a la vista todo el tiempo el caballo, para ella parecían no haber más piezas, lo movía por todo el tablero hasta que terminaba eliminado, como ahora. Aunque he de reconocer que se llevó una torre mía, me despisté por acechar a su reina.

Mi vista se desvió al escuchar el catelejo de Will caer desde su posición hasta el suelo, los cristales y piezas desparramándose por el suelo. Tanto descontrol me solía alterar, ahora gracias a Thalia había adquirido un poco más de paciencia y esperar a poder matarlos uno a uno con tranquilidad. Observé cómo bajaba casi escurriéndose por la cuerdas que colgaban de las velas, mirando para todos lados como si temiese que hallamos visto su estropicio.

-Te estoy viendo Hazel - murmuré al ver de reojo su mano cercándose al caballo que le acababa de ganar.

-Tu y tu maldito tercer ojo - masculló cruzándose de brazos y moviendo otro peón.

Desde que le había explicado que si un peón llega al final puede recuperar una ficha, iba moviéndolos con disimulo, pensando que no me daba cuenta. No me gustaban las trampas, pero la dejaba solo para colocar en cada jugada mis fichas y arrebatarle cada peón cuando le faltan apenas una o dos casillas para llegar. Así le duele más.

-Ha ocurrido algo - dijo Will tratando de regular la respiración - Si mueves el alfil puedes hacerle jaque mate - añadió mirando el tablero.

-Gracias Will ya me has quitado mi momento de regodeo - bufé cuando le reveló a Hazel una de las cuatro combinaciones que tenía listas para ganarla - Si son malas noticias, ahórratelas.

El rubio asintió, quedándose de pie mirándome sin hacer nada, apoyando de forma repetitiva su peso de un lado a otro sin hablar. Mientras, Hazel hacía una fila con sus peones para que no amenazase a su rey. Por lo general me daba igual que me mirasen, pero tener a Will parado invadiendo mi espacio personal sin dejar de mirarme como si estuviese luchando para que las palabras no saliesen de su boca... estresaba.

Lost at sea: CollapseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora