Pasamos de ser los capitanes a una penitencia perpetua

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POV Percy

Si la predicción de Annabeth es cierta, mañana estaríamos jugándonos la vida y la supervivencia del mundo. Algo que sin duda alguna, más que emocionados, nos tenía como almas errantes.

El mapa, colgado de la pared como siempre, marcaba el último punto, un lugar recóndito en el Mediterráneo donde nunca hubo una isla, pero que al parecer, ahí se originaría todo y nos faltaban horas para llegar. A su lado, un cuchillo clavado por Thalia en un ataque de furia mandando a la mierda al mapa de todas las formas que sabía y además, descubrimos que también es resistente a los rayos.

Seguía a mi lado, había momentos donde no dejábamos de hablar ayudando a nuestra mente a calmarse un poco pero ahora, de nuevo el silencio que si bien no es incómodo, tampoco es agradable. Teníamos los talismanes en la mesa, ya el miedo de que explotasen se había ido luego de que hiciésemos a Hefesto jurarnos por el río Estigio que no son explosivos; a un lado, una botella que antes estaba llena del vino de Dionisio, ahora solo agua del mar. Quizás parecíamos apresurados, la teníamos llena desde hace tres días, pero por si no nos daba tiempo en otro momento (como si no viviésemos en medio del mar). Así es la desesperación y ansiedad que cargábamos.

Lo único que podía calmarme ahora es Annabeth, esperaba de forma impaciente su mensaje Iris, tamborileando los dedos en la mesa mirando al frente expectante. Thalia no parecía tener intenciones de darnos intimidad para hablar, pero lo prefería, no quería que estuviese sola en estas horas donde absolutamente todos tenían algo que hacer, menos ahora.

-La puntualidad no la ha perdido - masculló Thalia viendo una pequeña burbuja aparecer. - Tranquilo Percy, no se va a ir.

Noté que me había inclinado hacia delante involuntariamente, de ahí el comentario de Thalia. Miraba con desespero cómo de forma rápida -aunque lenta para mí- iba agrandándose la burbuja hasta formar la clara imagen de Annabeth y yo soltaba un suspiro de alivio que provocó la risa baja de Thalia.

-Annabeth - suspiré aunque esperaba que sirviese de saludo para no quedar tan patético. - ¿Cuánto te falta para venir?

-Bien, disimulando tu desesperación - ironizó Thalia por lo bajo y le di un codazo.

-Hola Percy, y Thalia - saludó y la ojiazul solo asintió alejándose un poco de la imagen con una indirecta de que no quería estar en la conversación. - Ya hemos cruzado el estrecho, espero que lleguemos a tiempo. ¿Estás bien?

-No, pero lo llevo bien - respondí causando su risa, ella estaba igual. - ¿Podréis llegar antes de mañana? Por favor.

-Sabes que no depende de nosotras, ni siquiera sé si llegaremos justo a la batalla.

Pareció que notó cómo me desanimaba puesto que empezó a contarme su día sin yo haberla aún preguntado, cosa que agradecí. Traté de no pensar que si no llegaban a tiempo, no solo no podría ni darle un abrazo en plena batalla - algo que no es aconsejable pero yo lo haría - sino que quizás, no volvería a verla más. Podría morir o condenar el mundo y la última vez que estuve con ella habrá sido hace muchos días.

Thalia pegó un salto en su silla, cortando la conversación mía con Annabeth para prestarle atención. No se lo diría para que no me separase la cabeza del cuello pero me dio un poco de ternura verla sonreír ilusionada cuando otro mensaje Iris comenzó a formarse delante de ella. Reyna ya la había llamado esta mañana, seguramente habrá conseguido un tiempo extra de descanso para dedicarle a Thalia. Lo necesitaba al igual que yo hablar con Annabeth, sobretodo estas últimas horas.

-¡Doña perfecta! - saludó ignorando mi burla por su emoción.

-¿Cómo está mi tormentita? - canturreó Reyna con una sonora carcajada nada más verla.

Lost at sea: CollapseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora