Oh gran Thalia, concede mi deseo

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POV Percy

Como si se tratase de un chispazo producido por Thalia, mi cuerpo se sacudió arrancándome de cuajo a mi yo del sueño. No intenté recordar cuántas pesadillas había tenido ya, tampoco si esta fue mejor o peor, ninguna se podía considerar menos desagradable que el resto, todas son horribles.

El barco se movía más de lo usual, no había amanecido lo suficiente como para ver todo con claridad, pero si notaba que estábamos en medio de una pequeña tormenta. Ahora me gustaban, provocaban tanto ruido que por fortuna me impedían dormir del tirón. Me notaba a mí mismo sudando, aún tratando de calmarme y convencerme que la sensación de mareo y que todo daba vueltas era fruto de la tormenta y no de la pesadilla. Apenas saqué un pie de la cama y mi puerta se abrió de golpe, chocando contra la madera de la fuerza bruta usada, tanto que la miré unos segundos esperando a que cayese al suelo corriendo el mismo destino que la que separaba el camarote, aquella que Escila se zampó; pero no pasó, seguía en su lugar.

Annabeth estaba enfrente, con la mano apoyada en el canto de la puerta y con la otra sujetando su daga con fuerza. No sentí miedo, la imagen de su pelo totalmente revuelto, sus ojos medio adormilados tratando de mantenerse abiertos y la respiración acelerada me resultaba bastante cómica.

-Gritaste - susurró con voz ahogada cogiendo aire tratando de calmarse. - Pensé...

-Pesadilla - aclaré.

Su mano descendió por la madera de la puerta mientras soltaba un suspiro tranquilizándose, parecía luchar por calmar su respiración, cerrando los ojos aún de pie y dejando su daga sobre mi pequeña mesa de forma despreocupada. Pensé que iba a irse cuando volvió a sujetar el pomo de la puerta, pero solo la cerró apoyando su espalda en la madera antes de deslizarse con claro cansancio hasta el suelo quedando sentada con las piernas estiradas.

-Bien - susurró aunque lo escuché claramente. - Estás bien.

-¿Estoy bien? - pregunté. Ahora mismo dudaba que alguno, no solo de nosotros, sino de todo el barco, en realidad de todo el mundo, pudiese afirmar que "está bien".

-Estás conmigo, aquí - respondió con una sonrisa cansada. - Estás bien.

El pitido de mis oídos, el mareo y mi respiración agitada fue calmándose cuando le correspondí con poca dificultad a la sonrisa. Continuaba mirándome casi sin parpadear, no parecía analizarme o tratar de adivinar qué pensaba como siempre, solo estaba ahí, sin decir nada.

-Siento haberte despertado - murmuré. - Necesitas descansar.

-No descanso cuando duermo - respondió con voz tranquila. - Ahora sí lo estoy haciendo.

Se levantó del suelo luego de que me moviese en mi cama, ni siquiera lo había pensado, ni fui consciente de mis acciones, pero mi cuerpo actuó por instinto y al ver su propio sonrojo al darse cuenta de que ya estaba sentada a mi lado, supe que tampoco había premeditado sus movimientos y al igual que yo, también actuó por instinto.

-Dijiste que estoy bien, si estás aquí - frené cuando iba a levantarse de mi cama tras soltar una rápida disculpa.

La mirada tranquila de antes había cambiado, su atención bajó hasta su muñeca mirando la marca negra permanente del ataque de Thalia. Se había vuelto una costumbre suya, observarla cada vez que recordaba sus días con Némesis. Yo no leo la mente, pero sí a Annabeth la mayor parte del tiempo y estaba seguro que ahora cambiaría su respuesta pensando que donde menos estaba bien y a salvo es a su lado.

-Lo estás - habló sorprendiéndome. - En mis pesadillas, siempre que no estás a mi lado te pasa algo.

-¿En tus pesadillas o en la realidad? - pregunté permitiéndome bromear un poco.

Lost at sea: CollapseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora