Me reto a mí misma a una carrera

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POV Thalia

Estoy hasta los cojones.

¿Cuántos golpes llevo ya? ¿Diez? ¿Veinte? ¿Mil quinientos? Seguro que más. Puto laberinto de mierda.

Es que en verdad no es un laberinto porque solo hay un jodido camino ¿pero qué pasa? Que no lo ves. ¿Por qué no lo ves? Porque es una jodida mierda con espejos de mierda que no deberían estar aquí.

-Me cago en tus muertos - murmuré cuando volví a chocarme con ese intento de mierda de pared.

-Ya llevas cuarenta y tres insultos, engendro gótico.

-Y los que me quedan, estoy hasta las putas narices de esta mierda de laberinto - dije dándole una patada al espejo que tenía en frente - ¡Vete a la mierda! - le grité al laberinto.

No me contestó, pobre de que lo hiciese.

-Cuarenta y seis - contó el imbécil de Percy.

Y yo me atreví a llamarle mejor amigo... me daban arcadas solo de pensarlo. Si de verdad fuese un buen amigo ahora tendría su espada atravesándome la yugular.

Al principio era jodidamente genial esta mierda de pasaje del terror, un camino medianamente estrecho de roca con alguna que otra planta tipo musgo para darle más siniestralidad, pero perfecto para que nos replanteásemos comenzar a escalarlo en cuanto viésemos la roca un poco escarpada. Y así es como iniciaba nuestro plan para mandar a tomar por culo el laberinto y saltarnos todo el mal rollo. Dejaría atrás mi vértigo y me permitiría escalar.

Pero no, claro que no, el condenado cabrón de repente comenzó a ser una réplica de la habitación de Octavian en España en su época de cónsul, donde todo eran espejos porque al subnormal le faltaba vista como para no darse cuenta de que un escarabajo pelotero es más atractivo. Qué me alegraba recordarle ahora, por fin está muerto y gracias a mí. Aunque me arrebató a mi hermano, tenía que pensar que al menos ya no daría por culo.

-¿Quién es el imbécil que se ha chocado ahora? - preguntó Clarisse desde la punta de la fila.

-Quién va a ser - ironizó Reyna. Perra, ya no te quiero.

-Vas agarrada a Reyna y aún así te chocas - se burló Leo.

-¿Algún problema, candelabro humano?

-Yo no, pero tú si - respondió con gracia - A este paso te quedas a mitad de camino.

Es imposible no chocarse, todo eran espejos; delante, detrás, a los lados, todo. Estaba cansada de ver mi careto en todas partes, había perdido la cuenta de cuántas Thalias había visto ya, ahora habían cinco, pero antes conté unas trece porque claro todos los espejos se reflejan a sí mismos y es un puto mareo interminable. Por ejemplo ahora tenía a Clarisse caminando a mi lado y en verdad está en la punta de la fila, pero claro es la magia del condenado laberinto de espejos.

Esto no da miedo, lo que da es ganas de abrirse la traquea uno mismo.

Había tratado de mirar al suelo como había dicho Reyna, para ver cuándo empezaba un espejo pero terminaba chocando mi cabeza con su espalda o con otro espejo. Intenté ver mi reflejo como dijo Leo, y girar cada vez que se acerba demasiado a mí, pero no, porque aún cuando parecía que lejos había otro espejo, que a saber de dónde coño salió,  pues me lo comía de frente. Voy a salir sin dientes.

Si seguía viva era porque tengo complejo de pulpo y cada vez me aferro más a la mano de Reyna, chocándome con sus talones por andar tan pegada a ella, pero al menos eso reducía los golpes a un cincuenta por ciento, todo un adelanto para mí.

Eso sí, no era la única que se chocaba. Percy también, tanto o más que yo, pero él no se quejaba para no quedar mal. Es un traidor de mierda. Muchas veces le he visto tropezarse o sobarse el brazo por haberse chocado.

Lost at sea: CollapseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora