El destino del mundo depende de una botella

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POV Percy

Mi día no había empezado de la mejor manera, aún tenía estragos de mi intensa mañana hace varios días, seguía vigilando mi espalda.

Fue el primer día que Thalia madrugó, había recibido un mensaje Iris de Reyna, contándole todo lo que yo ya sabía y por más que le recalcó que ya estaban bien y a salvo camino a Inglaterra, Thalia se puso como una furia, literalmente, pensé que le saldrían alas y lanzaría espuma por la boca. Trató de hacer que Nico la llevase a la posición de ellas dos, pero como el pobre necesitaría un largo descanso y tampoco conseguía ubicarnos a nosotros para la vuelta, no le cumplió su capricho. Otro motivo más para que Thalia se enfadase.

¿Y quién paga siempre el enfado de todo el mundo? Sí, yo. No hay más opciones.
La peor parte fue cuando Reyna dijo que debería haber mantenido la calma como lo hice yo, todo esto mientras veía a Thalia zarandeando a Nico como si así provocase que hiciese un viaje sombra, ya sea para escapar o para cumplir sus deseos. El caso es, que accidentalmente Reyna me delató en que yo sabía todo.

Tengo miedo a dormir, sé que vería esa mirada terrorífica de Thalia en cualquier sueño.
No trató de golpearme, quizás porque vio que estaba preparado para defenderme y huir por mi vida, pero me lanzó al agua. Estaba fría pero prefería eso a que me lanzase un rayo.

Todo iba bien, hasta que desapareció en cubierta y volvió asomándose de nuevo comenzando a lanzarme carne de la cocina, acuchillándola para que saliese sangre mientras gritaba <<¡Comida fresca para los tiburones!>> <<Traidor en su punto! ¡Barra libre!>> y Clarisse no tardó en anunciar - cierto o no, no lo comprobé - que ya había visualizado un tiburón acercándose. Ahí, ahí fue cuando empecé a gritar de la forma menos varonil que recordaba.

Esa escena no nos había dejado en buen lugar con los otros cuatro barcos que nos acompañaban, que miraban hacia el Argo II con cara de póker o simplemente aceptando que su vida dependía de nosotros, nada esperanzador.

La próxima vez que me digan de ocultarle algo a Thalia, no lo haré, jamás de los jamases. Ya podría pedírmelo Piper, Reyna o la mismísima Annabeth, que yo, Percy Jackson juro solemnemente que no les haré caso, que busquen a otro pardillo.

-¿Por qué no cambiamos? Yo dirijo el Argo y vosotros dos cogéis otro hacia Océano - volvió a sugerir Clarisse, - Prometeo tratará de atacar este primero, tenéis que llegar en plena forma hacia el titán mayor. Dejadme a mí ser su carnada.

-No cuela, La Rue - respondí viendo su mueca de fastidio. - No te vamos a dejar a ti el Argo.

-¡Esos barcos son lentos! - alzó la voz revelando por fin su indignación. - Hemos tenido que reducir el ritmo solo para que no nos pierdan ¡dan vergüenza!

-El Argo II estará bajo el mando de los capitanes, Percy y yo - respondió Thalia de forma tajante. - Agradece que te dejamos dirigir una tripulación completa.

-Además esos barcos son los más rápidos de la marina española, al resto le costaba seguirles el paso - añadí recordando cómo Inglaterra en época de Octavian pedía una y otra vez los planos de nuestros barcos. - El problema es que el Argo II ahora recién modificado supera a cualquiera, pero no son lentos.

-¿Qué es lo que escucho? - preguntó Leo con una mano en su oído inclinándose - ¿Que mi creación es el mejor barco de la faz de la tierra? Totalmente de acuerdo.

-¡De la historia! - añadió Tyson orgulloso de sí mismo por haber participado.

-Ha sido un buen trabajo en equipo - completó Charles con una sonrisa tranquila.

Estaban todos extremadamente positivos, hasta Nico, pero este a su modo, reduciendo las veces que decía que íbamos a morir al día. A veces parecía que estábamos incluso forzados a sonreír, al menos yo me sentía así, sobretodo para que el resto no se viniese abajo también.

Lost at sea: CollapseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora