Lanzamiento olímpico de ojo

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POV Percy

No es que oliese mal, creo que ya después de acabar en la basura mi nariz estaba acostumbrada a olores fétidos. Ni siquiera sé por qué lo estoy comparando con la basura cuando es todo lo contrario, tampoco es que huela bien, solo... es incómodo.

Nada más las puertas se abrieron fue como si entrase a un jardín cerrado y enterrase la cabeza en una maceta aspirando hasta que no quede oxígeno ni tierra que entrar en mi nariz. Daba mareo. Me lloraban los ojos, no mucho pero los sentía aguados, es una intensa sensación de humedad que me abrumaba.

Escuché el insulto bajo de Reyna hacia su novia cuando esta se empezó a reír al oírla estornudar y de una manera poco fina rascarse la nariz hasta que dentro de unos minutos seguramente la tendrá totalmente roja. Yo iba de camino a acabar exactamente igual que ella, la vista la tenía nublada de las lágrimas y parpadeaba tan en exceso que si los párpados se pudiesen romper por excesivo uso, a los míos no les quedaría mucha vida.

-Nada más llegar necesito que Hazel haga té - anunció Piper para terminar soltando un estornudo al igual que Reyna.

Quien me daba ahora envidia era Leo, llevaba las manos prendidas y de vez en cuando soltaba chispas por su cuerpo manteniéndolo en calor y lejos de la abrumante humedad. Tenia la necesidad de apretarme la nariz, tanto como fuese posible, era respirar y sentir que la humedad y el frío impregnaba en mi. Si fuese un frío seco como en el polo... sería soportable, la humedad no, en absoluto. Y menos en un espacio tan pequeño como un pequeño templo.

-¿Y si cogemos una rama y Leo las prende? - ideó Jason - Cualquier cosa.

<<¡Ni se ocurra!>> la advertencia retumbó en las húmedas paredes. A pasar frío, no tenía ganas de enfadar antes de tiempo a una moira.

-¿Cuándo nos esperarán con comida o algo para beber? En vez de dejarse de entradas de mierda - masculló Thalia casi estampándole su chaqueta a Reyna en la cara mientras sacaba su daga - ¡Tengo prisa! Aparece de una jodida vez.

Luego tenía las santas narices de preguntar por qué terminaba asfixiada o al borde de la muerte.

-¡No estaba escondida! ¡Ni me habéis visto piratas estúpidos!

Yo también me sorprendí al ubicarla por fin, me la esperaba como el resto, túnica negra, cara arrugada y aspecto demacrado. Pero ella... se notaba que era diferente, ya solo el hecho de tener su cara llena de una mezcla pastosa marrón y verde me dejaba en claro que es extraña.

-Jo tío, pensé que era un árbol dentro del templo - habló Leo mirándola con una mueca.

En mi caso simplemente no había reparado en ella, sobretodo por mis ojos aguados que veía parcialmente el templo con destellos blancos del reflejo de la luz. Aún así veía el pegoste que tenía en su cara, como si se hubiese caído contra un charco de barro y no se hubiese limpiado. Su túnica sí, era negra al igual que las de sus hermanas, pero el estar con restos de flores y ramas pues le hacía pasar desapercibida.

-Señora tiene algo en... toda la cara - señalé por si la mujer no se había dado cuenta.

-Mascarilla facial, rejuvenecedora - me corrigió y fue la primera vez que escuché ese término - En un futuro no muy lejano la mayoría las usarán, yo me considero adelantada a la época - dijo con superioridad.

Claro, si yo viese el futuro también cogería para mi las cosas más chulas del futuro para hacerme la vida más fácil. No entendía nada de eso que llevaba en la cara, pero si es verdad que le hace más joven, debería untárselo en las manos callosas también.

-Cuando tienes tantos años que te da pereza contarlos, esto es la única solución para mantener un buen aspecto - siguió narrando mientras caminaba a paso lento como si fuese una anciana hasta su trono. Una anciana real, no una que te puede matar en segundos.

Lost at sea: CollapseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora