Me aficiono a molestar mientras trabajan

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POV Percy

El barco se movía mucho más de lo usual, recordaba cómo anoche pasé más de dos horas al timón tratando de mantenerlo estable mientras Annabeth junto a Reyna y Jason iban guiando a todos para que no volcáramos. El navío es impresionante, dudaba que El Perla hubiese salido totalmente ileso de una tormenta así, en cambio el Argo II, seguía impecable y sin ningún destrozo.

Navegar se volvió realmente complicado, notaba cómo a pesar de la gran velocidad, íbamos más lentos que de costumbre, no me parecía lógico que siempre o la mayor parte de las veces tuviésemos el viento en contra. A eso también le añadíamos que al lanzar la red algunas mañanas, habían bastantes pescados que ya estaban muertos antes de alcanzar la cubierta para dar su último aliento. Lo único en que estaba de acuerdo ahora con Annabeth era en que Océano estaba avanzando en su regeneración, nada de esto es casualidad, y nos veíamos con el agua al cuello. O más bien <<mi grupo>> tenía prisa, ella estaba la mar de tranquila con su estúpida misión.

A pesar de todo, estos momentos donde apenas se escuchaban los ruidos de los demás me calmaban, el único sonido que me acompañaba era el crepitar de las olas y de vez en cuando algún crujido por los pasos de alguien. Se sentía tan familiar que la pregunta que me hizo hace días Reyna de que si echaba de menos la pretoría carecía de sentido; este era mi lugar por más culpable que me sintiese por abandonar mis deberes como pretor.

-Se siente bien ¿verdad? - escuché la voz de Annabeth tras de mí - Puedes decir lo que quieras, pero esta sensación de libertad no la gozabas en ese estúpido reino,

-Es diferente - murmuré sin voltear a mirarla, prefería seguir mirando el mar.

La sentía, seguía detrás mía, seguramente con la vista fija en el agua como yo, los primeros rayos de la mañana incidiendo en las olas era algo que solíamos apreciar ambos. Se lo enseñé yo, al menos a apreciarlo, al igual que todos jamás le prestó atención a la vista hasta que le insistí en que mirase dos veces con dedicación para que viese la belleza oculta del mar. Cuanto más lo miras, más hermoso y alucinante es.

Este silencio se sentía tan familiar que me agotaba psicológicamente, ahora comenzaba a dudar si observaba la vista como le mostré cuando éramos pareja o solo como el resto, como un simple paisaje que les acompañaba cada día. Me giré dispuesto a irme, llevándome la sorpresa de que sus ojos grises estaban fijos en mí. En otro tiempo se habría sonrojado o desviado la mirada disimulando, pero ahora solo me mantenía la mirada sin ocultar que parecía estar analizándome como a un mapa o uno de sus dibujos. Como siempre, el cosquilleo y la piel erizada se hizo presente en mí, yo era el único que parecía no haber cambiado en las reacciones. Aceptaba que Annabeth siempre tendría ese efecto en mí por más triste que resultase ahora.

-¿Tienes algún problema? - pregunté esperando que apartase su mirada.

-Si, tú. - soltó una risa burlona - Pero eso ya lo sabes.

De la misma manera que vino, se fue, en silencio tras su respuesta; pero esta vez contaba con mi mirada siguiendo cada paso suyo hasta las escaleras que conectaban los pisos con la cubierta. La cara de susto de Will Solace al casi chocar con ella en las escaleras me sacó una sonrisa que no sabía que necesitaba, eliminando cualquier rastro de lentitud en mi para volver a controlar mis acciones y ser capaz de apartar mis ojos de ella.

-Te juro que es peor que ver a Nico a oscuras mirando por la ventana - dijo Will como saludo.

-Te creo.

Annabeth siempre inspiró respeto en todos, solo hacían falta unos pocos minutos con ella para darte cuenta de que era una chica de armas tomar y que no se rebajaba para nada. Ahora, ese respeto estaba salpicado con miedo, del real, no sabían cómo la ojigris iba a reaccionar y ninguno dudábamos de que no le temblaría el pulso para cumplir esta vez sus amenazas de matarnos.

Lost at sea: CollapseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora