Dos espías nocturnas la mar de cualificadas

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POV Percy

Había tratado por todos los medios convencerme de que esto es lo mejor, que nos había venido bien como tripulación pero personalmente, me sentía peor que nunca. Seguía sin entender por qué no me alegraba, llevaba dos días sin escuchar ningún insulto o comentario despectivo y aún así, me sentía más vacío que antes. Estaba del mismo modo que el Argo, varado y sin rumbo, sin saber a dónde ir.

Hoy se acababa el plazo que establecí para tomarnos un descanso, sobretodo por Thalia que no levantaba casi cabeza. Se paseaba por el barco soltando algún comentario y sonriendo en nuestra presencia, pero nada más que su voz comenzaba a fallar, se iba con una estúpida excusa buscando consuelo en Reyna. Quería ayudarla pero estaba tan perdido que ni sabía por dónde empezar.

Otro que estaba destrozado a parte de Grover, es Charles Beckendorf, ese chico sí que no salía de las bodegas, afilando espadas o limpiando cañones aunque no avanzásemos. No paraba, prefería sumergirse en el ruido de su martillo como si así ninguno pudiésemos notar como lloraba. Yo seguía con Will, intercambiando ahora pocas palabras en cubierta, solo dentándome a su lado consolándonos mutuamente con palabras alentadoras que ninguno nos creíamos.

Salir de mi camarote me provocaba arcadas, el escritorio totalmente ordenado y sin rastro de libros y planos repartidos. Los había quitado yo nada más se fue, tras un arranque de ira no quería ver nada que me recordase a Annabeth, dejé todo en su habitación como si realmente fuese a volver. Debería estar ella aquí ahora, regañándome por tocar sus cosas sin permiso y yo solo me disculparía tratando de esconder la sonrisa porque lo volvería a hacer, adoraba enfadarla y llegar al límite de su paciencia.

Todos los libros seguían colocados en su estantería, como si no se hubiese ido nunca. Estuve aquí ayer, en un intento desesperado por saber su ubicación o algún ápice de esperanza que me dijera que todo esto era un plan suyo, pero no encontré nada, habían folios arrugados, páginas de libros arrancadas. Se había llevado sin siquiera yo notarlo todo lo que necesitaba y a mí no me había dejado nada. Incluyendo que me robó el mapa.

-No sé cómo lo haces - murmuré sentándome en su cama - Odio tu presencia y ausencia Annabeth ¿nunca voy a poder dejarte ir?

Una risa baja surgió de mí, más bien lamentable, todo esto era irreal, tanto que aún no lo había procesado. Odiaba a Octavian, muchísimo más que yo y ahí está, a su lado. Jamás me lo esperé, todavía lo pensaba y no me entraba en la cabeza que hubiese sido capaz de irse a pesar de la mala convivencia que teníamos por su culpa. Lo que más odiaba de todo esto, es que no podía evitar echarla de menos.

No podía engañarme a mí mismo pensando que seguía enamorado de la Annabeth de antes, mi desconsuelo de ahora me indicaba que aún con su actitud fría y cruel, la seguía amando de alguna manera irracional y sin sentido. No aprendía, me dejó antes y lo volvió a hacer, y yo seguía sintiéndome como un desgraciado y anclado a todo lo que sentía por ella. Había conseguido que no solo estuviese decepcionado de ella sino de mí mismo, tanto que predicaba sobre las relaciones sanas, sobre elegir bien a quién amar y yo como un total hipócrita no podía frenar el efecto de Annabeth sobre mí.

-Percy, te están esperando todos ya - dijo Piper entrando en l habitación de Annabeth con una mirada de lastima permanente hacia mí.

-¿Qué voy a decirles Pips? - pregunté enterrando mi cara en sus manos - No puedo solo, tampoco tenemos el mapa. Annabeth jamás me dijo las coordenadas que sacó para ir a buscar a Lamia. Joder Piper tenía pensado dejarnos y yo ni siquiera me di cuenta.

-Aunque nos lo hubiese dicho en la cara nadie le hubiese creído Percy - susurró sentándose a mi lado y agarrando mi mano - Y no estás solo, somos un equipo, por ser el capitán no todo el peso es tuyo. Si han elegido quedarse contigo, es porque vales mucho, te quieren y respetan.

Lost at sea: CollapseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora