Hage Diederich XVI

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El olor a alcantarilla impregnabw el lugar donde estaba Pettra. A pesar de estar fuera de los ductos de la ciudad apestaba, estaba bañada junto con Dan de agua de las alcantarillas de la ciudad.

Aveces tenía que pasar por ciertas cosas, consecuencias de trabajar en cosas difíciles.

— Me preguntó... ¡¿Dónde carajos te encuentras?! — grito ella por su intercomunicador mientras se quitaba las botas de tacon para botarlas en un basurero de la carretera — Espero tengas la manguera con la bomba y jabón líquido. Apestamos a la mierda de la gente de la ciudad. Apresurate.

Liverpool tenía cierto aire que diferenciaba a su ciudad residencial, necesitaba estar en Londres, estar demasiado lejos y por más tiempo de lo requerido era peligroso para los Gardener y ella debía estar cerca de ellos, era su deber protegerlos.

El asiático estaba apuntó de vomitar por el olor nauseabundo que ambos emitían. Habían estado teniendo una pelea con la policía local por romperle la cara a una camarera que Pettra consideró grosera. Camarera hermana del capitán de policía. Tuvieron que escapar por las alcantarillas manchandose en agua podrida y moviéndose entre eses y basura de las personas.

El Aston Martín equipado apareció reluciendo la pintura militar de colores grises y rojos.

Pettra no lo dudo, empezó a quitarse la chaqueta.

— ¿Qué haces? — preguntó el asiático al ver que la francesa se empezaba a despojar de sus prendas.

— Desnudarme Dan, no seas tontito — su blusa cayó a un lado de su chaqueta y prosiguió a bajar sus ajustados jeans de cuero negro — Te aconsejo que también lo hagas.

— Estas loca, estamos en un espacio público.

— Son las 3 de la mañana nadie nos verá.

Sirius bajo del auto y empezó a desempacar la manguera para tirarla junto con un bote de jabón líquido hasta donde estaban.

— Tomaremos una ducha. — dijo Pettra mientras bajaba sus bragas de seda negra.

— Una ducha... A las 3 de la mañana en una carretera — dijo Dan volteando para no ver la desnudez de la chica que ya había soltado su sujetador.

No por nada llamaba la atención y era una mujer atractiva, su cuerpo era exquisito, incluso para sus compañeros de crimen.

— Hazlo Dan o te iras caminando, no dejaré que te subas a mí auto apestando a desperdicios de humanos. Soy rica, no estupida. — la manguera empezó a soltar agua mientras ella se embarraba de jabon líquido por todo el cuerpo.

Ambos ya limpios se disponieron a acercarse a donde el chico pelirrojo estaba.

— Las batas Sirius — dijo Pettra y este les entregó unas.

Los tres se subieron al auto. Años le habían dado la experiencia de saber cuando guiarse por sus instintos.

— La chica, esa que la Yakuza me mando a cazar junto con su hermano.

— ¿Que con ella? — dijo el asiático.

— De todas las torturas y asesinatos, este me sorprendió un poco, incluso mate a su hermano y no abrió la boca para nada. — se tocó lo labios mientras su cabeza máquinaba un montón de ideas — La persona a la que protege, o le teme o le ha hecho más favores de los necesarios, su lealtad me repugna.

— Al punto.

— Aquí algo huele mal.

— Si, nosotros — contestó el asiatico.

— Nop. — una tenebrosa sonrisa surco sus bellos y letales labios — Llama a mi dulce hermanita. Ahora.

Sirius el pelirrojo acato la orden y ella sonrió.

— La llamada de ese día justo después de que se nos escaparan no es coincidencia, por algo el destino ha querido que sucediera así — asintió la francesa.

— Nadie se imaginaria que crees en el destino.

— La noviecita de Julius tiene razón en eso, el destino nos maneja, nacemos para algo, todo ya está escrito. Crudo para mi y para ustedes, pero así es — dijo ella enconjiendose de hombros.

¿Hola? Pettra espero ya estés en Inglaterra.

Tranquila Dallas. Estoy el Liverpool.

Me alivia, espero...

— Vous souvenez-vous de la fête à laquelle nous avons été invités? — dijo preguntándole de tajo, no quería alargar la conversación

(Traducción: ¿Recuerdas la fiesta a la que nos invitaron?)

— ¿Eh?... En Amérique?... Parler français sans prévenir me laisse perplexe — pronunció Dallas desconcertada, por el teléfono.

(Traducción: ¿En América?... Hablar en francés sin previo aviso me deja perpleja)

— Je ne devrais pas. Parle-moi de cette célèbre fête.

(Traducción: No debería. Hablame de esta famosa fiesta)

— Parce que?

(¿Por qué?)

— Je suis très intéressé.

(Traducción: Estoy muy interesada)

Pettra sonrió ante cada palabra que escuchaba de su hermana. En definitiva había algo y quería averiguarlo, no era por trabajo ni por favor, era simplemente diversión.

Las luces de la discoteca alumbraban el rostro algo sudado de Heltia, estaba dejándose llevar por el alcohol en su sangre. Quería gritar y maldecir, pero sabía que no debía.

Había salido de un ensayo y tenía esa necesidad de perderse en su pecho mientras caminaba por la ciudad.

Un hombre de tez morena la veía moverse y beber como si no hubiera un mañana, la miraba con deseo.

Se dice que el destino tiene todo escrito y las letras de esta historia al parecer ya se habían empezado a acomodar

Todos estaban sellados, cada Kingston tenía la sangre maldita, unos simplemente eran más desafortunados que otros. He el hecho de que el más monstruoso de ellos haya puesto toda su maldad en una cosa.

En poseer y marcar.

ENFERMO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora