Hage Diederich V

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Fiona tatareaba contenta en su habitación mientras colorea a mandalas en colores rojos y grises.

Eran pocas las veces que se sentía en paz y tranquila.

Una carta se deslizó por debajo de su puerta. Ella la tomó con cuidado y la abrió, las letras eran hermosas y redondas.

Deberías sonreír más seguido, te vez hermosa cuando lo haces.

- Tu admirador secreto.

¿Tu admirador secreto? ¿Qué clase de cliché intentaba ser este detalle?

Fiona parpadeaba confundida, no entendía nada y no sabía si reír por lo meloso del asunto, sonrojarse por descubrir que le gustaba a alguien o temer por qué le gustaba a alguien.

El día transcurrió normal, se había enterado por boca de su abuela cuando la visitó en su habitación que Rossetta no había bajado a comer y tampoco había salido de su habitación en todo el día.

Salió al pasillo por agua, ya había cenado, pero necesitaba tomar agua para poder dormir hidratada, al volverse se topo con la razón de sus pesadillas.

— Hola, hermanita — Hage se encontraba de pie con una pequeña navaja entre sus manos.

Las piernas de Fiona temblaron de miedo, su fuerza desapareció y se sentía débil, tan débil incluso como para huir caminando.

— ¿Qué haces aquí? — intento sonar segura y a pesar de haberlo logrado, por dentro Fiona moría de verdadero miedo.

— Solo quería verte ¿Acaso no puedo?— la voz de Hage tenía cierta diversión y eso era peor que cuando no expresaba nada.

— Y-Ya me viste — Fiona se maldijo por tartamudear.

— Estoy molesto, la tía me ha molestado — confesó de la nada y con un tiro certero lanzó la nava para que esta se incrustara en la madera de la mesita donde estaba la jarra de agua.

Fiona sabía con certeza que algo dentro de su monstruoso hermano empezaba a surgir.

— Ella solo quiere vernos bien.

Hage avanzó hasta su hermana y con una tétrica sonrisa le susurro al oído.

— Yo ya estoy bien.

Hage se fue dejando a Fiona en shock, pocas cosas aplacaban a su hermano.

Respiro y regresó a su habitación y apenas tocó el colchón de su cama cuando se levantó.

Rossetta no había salido en todo el día y Hage se encontraba extrañamente tranquilo. Algo debió de haberle pasado o al menos a esa conclusión llegó Fiona.

Se encaminó apresurada por los pasillos y subió al piso de arriba. Temía que Hage hubiese herido a su prima de cabellos rojos.

Nunca en su vida creyó ver lo que vio en el momento en el que giro para dirigirse a la habitación de Rossetta.

Hage y su prima estaban arrodillados en el pasillo, estaban dándose un beso, un beso en los labios.

El horror la tomó por completo y el asco que sintió junto con el miedo, la paralizaron, dejándola allí parada viendo como esas dos personas compartían un beso incestuoso.

Hage estaba tomando a Rossetta por la cintura, su lengua tocaba la de ella y se sentía pleno, satisfecho. Su cuerpo ardía en extasis puro.

Por fin la tenía y no la dejaría ir nunca.

Lo que él sentía en ese momento se asemejaba a la emoción y felicidad de un niño al obtener la mascota que quería. Él estaba aferrándose a esa emoción.

La quería para él siempre.

Se separaron y se sintió orgulloso al oírla jadear por semejante beso. Los labios de la chica estaban rojos e hinchados y eso complacía a Hage.

La abrazo con necesidad, él la necesitaba como un adicto a las drogas.

El olor de su ninfa lo enloquecia de deseo, pero sabía que debía darle tiempo para que ella lo añorara. Hage quería perderse en ella de nuevo, quería degustar el sexo jugoso de su prima y lo quería tanto como para matar a cualquiera que se le acercara.

Se despegó de ella y le dio un pico, tomó todas las fuerzas posibles para alejarse de ella e irse a su habitación.

Con paso firme camino y al dar la vuelta para salir del pasillo que conducía al cierto de su ninfa descubrió a una Fiona bastante perturbada.

— Creo que no... — él no terminó la oración.

Fiona había estampado una bofetada en la cara de su hermano.

— No puedo creer que harás esto de nuevo — pronunció con cólera Fiona.

Hage dejó que el ardor en su rostro pasara y dirigió su mirada a Fiona. La tomó del cabello y la arrastró por los pasillos y escalera hasta llegar a su cuarto. Durante el trayecto Fiona había recapacitado y al darse cuenta de su error sólo pudo obligarse a no gritar de dolor por el jaloneo de su cabello.

Hage la tiro sobre la cama y sacó una navaja más pequeña que la anterior.

— Perdón, perdón, perdón — decía Fiona entre sollozos y movimientos desesperados — Por favor...

Hage tomo un pañuelo y se lo metió en la boca. Fiona se retorcía y luchaba contra la fuerza de su hermano.

— Si intentas quitarte el pañuelo te mataré — Fiona dejó de luchar y se resigno.

Siempre sucedía, eso siempre sucedía. Hage tomó los pantalones de Fiona y se los bajó junto con las bragas.

Las lágrimas de Fiona empezaron a surgir con más fuerza y los sollozos que eran sofocados por el pañuelo se tornaron aún más fuertes. Iba a dolerme, siempre dolía.

Hage le abrió las piernas y en la parte donde su pubis se conectaba con su pierna, corto, tomó la navaja y le hizo un corte lo suficientemente profundo como para dejarle otra cicatriz. Corto otra vez, tomó el pellejo saltado y tiro de él para destajar esa pequeña parte de piel.

Fiona se ahogaba en llanto y apretaba las sábanas por el dolor, dolía mucho. La sangre empezó a caer en las sábanas blancas.

— Espero que no digas nada — Hage se puso de pie y guardo la navaja manchada de sangre.

Hage salió de la habitación dejando a una Fiona llorando de dolor.

Fiona dejó que los minutos pasarán y se levantó para ir por alcohol y desinfectante, se curó la herida y se tomó una pildora para el dolor.

Sabía que no podría salir de su habitación por un buen tiempo. Tomó la carta y la despedazo, ella no podía ser feliz, no mientras Hage existiera.

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Oficialmente es sábado y quería de una vez aclarar que los fines de semana no actualizaré Enfermo.

Los sábados y domingos me dedicaré a BM porque también merece ser actualizada y tomando en cuenta que faltan pocos capítulos para que termine BM pues tengo que concentrarme en eso.

En fiiiin, gracias por leer y las/los quiero mucho.

ENFERMO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora