Hage Diederich VIII

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Fiona estaba mirando fijamente por donde su prima de cabellos rojizos se había ido.

Estaba temerosa, todo ese momento es tubo con temor. Sentía temor por lo que podría pasar. Se lamento por no haber podido evitar esto antes.

Su hermosa madre se le vino a la mente y apretó el tallo de la rosa provocando que su mano se lastimarla y la sangre comenzará a surgir. El dolor punzante la devolvió del sus recuerdos tortuosos. La dsngre que empezaba a escurrir por sus muñecas la alarmó y tomó un pañuelo de su overol. Su cartera callo al suelo y la foto de su mamá se deslizó por el pasto.

Rossetta se parecía a su madre en muchas cosas sobretodo en sus gestos, por eso cuando la vio por primera vez en fotos lloro en su habitación, un calor en su pecho la hizo amar a Rossetta desde el primer instante. Estaba consciente de que no er su madre y aún así lloraba por tener a alguien que se la recordaba. Con su emoción vino el lamento cuando se entero que vendría a vivir con ellos.

Hage estaba enfermo, siempre quiso que su enfermedad se limitará a hacerle daño a ella, y cuando la pelirroja llegó supo que su hermano volvía a despertar.

Unas manos recogieron su cartera y la foto.

Will había trabajado desde que tenía 15 en la casa de los Kingston y a pesar de estar rodeado de mujeres hermosas siempre se fijo solo en una.

— Se lastimó ¿quiere que la ayude? — Will preguntó con el corazón al mil por hora.

— No, sólo fui descuidada — contestó Fiona mirando su mano vendada.

— Si quiere puedo meter esto en su bolsillo — Will le extendió los objetos.

Fiona afirmó con la cabeza y Will deslizó los objetos en le bolsillo delantero de su overol.

El chico no sabía que más decir pues Fiona no era social y él sabía por qué.

— Bueno, seguiré trabajando señorita— Will se dio media vuelta para irse.

— Will...

Este se volteo esperanzado.

— Tratame de tú, dime por mi nombre — le dijo Fiona atrapandolo con su hipnótica mirada — Tratas a mis primas de esa manera, así que el que me trates de usted me hace sentir rara.

El sintió y asintió. Fiona se encaminó al kiosco para visualizar el hermoso bosque que se levantaba al fondo de la propiedad.

Will sonreía como un idiota enamorado. Recordó la primera vez que vio a Fiona, esta estaba discutiendo con su madre y enojada se tiro a la piscina.

Él se había asustado y se acercó para socorrerla, sin embargo ella emergió y vio al jardinero de pie.

Sus miradas colisionaron y él juro jamás a ver visto algo más hermoso que los ojos de esa chica. Y desde ese momento le entrego su corazón.

Will suspiro al recordar ese momento y volvió a su trabajo.

En la habiatacion de Hage estaban acurrucados los dos amantes.

Hage estaba feliz, algo raro en él, sentía que nada en el mundo le faltaba, podría pasarse horas, incluso años así.

La tenía por fin y eso lo llenaba por completo. Besaba por intervalos a su ninfa y eso era lo mejor que podía haberme pasado.

La noche anterior había sacado su lado más oscuro. Al ver a su ninfa con el jardinero tan cerca lo lleno de ira y posesividad. Quería matarlo pero sabía que eso lo delataria, asustralo era una peor idea por eso la niña había sido su objetivo.

Le había jalado de los pies y con una mirada sin expresión le enseñó la cabeza de un pequeño perrito. Lo había encontrado vagando cerca de la propiedad y era tan lindo que decidió agarrarlo y soltarlo por el bosque con la intención de hacer que Teddy fuera tras el, y eso habia funcionado. Habia ido tras ella y tomando al perrito lo decapitado frente a la niña que temblaba.

— Esta bien, no hay porque llorar — habia pronunciado — Tal vez la próxima se tu hermano o... Tú.

Se había llevado el cuerpo y la cabeza dejando a esa niña inocente y tierna aterrorizada y llena de miedo y traumas que empezarían a instalar en ella.

Y allí en su habitacion con Rossetta en sus brazos la obsesión oscura empezaba a crecer en él mientras en ella las mariposas empezaban a revolotear.

Las caricias en la cabeza y los besos castos eran promesas con olor a sangre y sexo.

Y aunque Ro lo negara ella lo sabía. En el fondo lo sabía, nada terminaría bien.

ENFERMO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora