Hage Diederich X

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Hage estaba acostado a espaldas de la pelirroja, pero con el hecho de escuchar su respiración pesada se sentía muy bien.

Tener a Ro la veces que quisiera lo hacía sentir satisfecho, tenerla en todos los sentidos era como una droga, una a la que no podías dejar de consumir, y él la consumirá sin importar que.

La mañana alumbró y al salir de su habitación desayuno con su abuela y tío.

— Mi niño... ¿Como amaneciste? — preguntó con calidez Verónica Kingston.

— Bien — se limitó a contestar — Abuela quiero visitar a Fiona hoy... Ahora.

Madre e hijo se miraron entre sí, ambos pensando si era buena idea, pues en sus cabezas aún qera muy pronto para afrontar a la persona que amas y que te intento asesinar. Que equivocados estaban.

— Hage, no creo que sea buena idea — dijo Marlon con cuidado.

— Puedo hacerlo — dijo Hage con seguridad.

— De acuerdo, sólo esperaremos a que Ro baje y...

— Ella está dormida profundamente, pase por su habitación y no quiso despertar — dijo con toral naturalidad el rubio.

— Oh... Bueno entonces termina tu comida y vamos — pronunció el tío Marlon.

— Lo que daría por que tu y Fiona fueran así de unidos como lo eres con Ro — suspiro Vero con anhelo.

El desayuno pasó y todos se encaminaron al hospital psiquiatrico.

Jacquetta Kingston se encontraba nerviosa, caminaba de un extremo a otro pensando, analizando, suponiendo un millón de razones por las cuales su sobrina pudo apuñalar a su hermano.

Las perfectas uñas de Jacquetta estaban hechas un desastre, tendría que pagar unos cuantos cientos de dólares en su próxima manicura.

Tomo el celular y marcó el número de su esposo.

Hola cariño... Que...

— Lo que pasó me está carcomiendo la cabeza, siento que hay un armazón por la cual Fiona hizo lo que hizo, Randall.

No creo que haya una en especial, ella está enferma y no estaba estable, no hay más razón que eso. No divagues.

¡Randall! ¡La chica apuñaló a su hermano! Podrá estar enferma, pero incluso para eso debe haber una razón... Algo mmm... No se... Debe haberla conducido algo.

Jacquetta estaba empezando a perder la compostura. Lo cierto era que a pesar de lo que decía o las palabras que aveces se le escapaban, ella se preocupaba por cada uno de sus sobrinos y sobrinas, los amaba, aunque amarlos no significaba ignorar lo que ocurría.

Tranquilizate Jacquetta...

— Cuando regreses de tu viaje quiero que me digas que conversaste la última vez con Zabel, esa vez en la que terminaron discutiendo y recordando eso, me lo dirás Randall.

La mujer colgó, estaba decidida a indagar más, sobretodo quería una razón y para eso necesitaba escuchar lo que su marido había conversado con su cuñada la última vez antes de que esta falleciera.

Fiona estaba acostada y amarrada con cinturones de fuerza como precaucion ya que su hermano estaba dentro de su habitación, nada los separaba porque Hage lo había querido así.

— ¿Lo disfrutas? — en los ojos de Fiona había pena y dolor, peor también odio y rencor.

Hage y ella se encontraban solos en la habitación pues Hage también lo había querido así.

— Tengo que admitir que nunca creí que llegarías ha hacer algo como eso — pronunció el chico con la expresión nula — para tu mala suerte estoy vivo.

Fiona temblaba y lágrimas de frustración estaban por empezar a salir.

— ¿Me matarás?

Hage negó.

— Lo que hiciste me ha acercado más a ella, solo por eso no te asesinare...esta vez.

— Ro no es...

— Lo sé.

Una alarma sonó dentro de Fiona al escuchar aquello

— Y... ¿Tú estás..?

— Estoy consciente de que es Rossetta y me encanta.

Fiona negó con temor, la situación había empeorado en lo absoluto.

— ¿También terminará muerta? — preguntó con sarcasmo y dolor, le dolía la mandíbula de apretarla y las lágrimas le quemaban.

— No — Hage sonrió de una manera que hasta el ser más valiente le hubiera temido — esta vez es diferente, incluso tu lo sabes.

— Le harás daño... Y si no paras les diré a todos, no temo morir.

Hage se acerco al rostro de su hermana y los ojos reflejaron la maldad que estaba por salir.

— Si abres la boca no serás tu la que morirá — Hage estaba pensando — la abuela podría perecer.

Fiona dejó caer la valentía y osadía que había sacado, su cuerpo entero se sacudió por completo y más lágrimas salieron de sus exóticos ojos.

— No te atreverías... Ella te sirve.

— En realidad no. Si eso te hace sufrir no dudaré en envenenar o degollar a la vieja — sonrió divertido para después cambiar su expresión a una nula.

— ¡¿Por qué me odias tanto?! ¡¿Qué te hice?! — los gritos llenos de dolor e ira complacía a Hage.

— No te odio, no siento nada más que placer por hacerte daño, y el único error que cometiste fue nacer.

Fiona lucho contra sus amarres y las lágrimas eran tantas que resbalaban hasta sus orejas amenazando con entrar a sus oídos.

— No toques a nadie...no diré nada.

—Esta bien.

Hage se levantó para marcharse.

— En algún punto ella se dará cuenta.

— No si continuo actuando.

Las lágrimas, los ojos melancólicos, la tristeza y la soledad que emanaba sólo era un acto, una mentira para engañar a todos, porque lo cierto es que él no lloraba, no se sentía triste, ni sentía culpa, solo placer y felicidad retorcida

— Adiós hermanita.

Hage salió de la habitacion para volver con su Ninfa. Apenas Hage cruzó la puerta y está se cerró Fiona comenzó a sollozar como cuando era una niña.

Otra vez no podría hacer nada.

ENFERMO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora