Hage Diederich XV

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El día está soleado para su suerte. En años anteriores siempre ha llovido.

Esta feliz, se esta divirtiendo con los demás, con mis tíos, con mis primos y con la abuela. Otro año para recordarme la escoria que es, la mancha que más detesto en mi vida.

Todos estos años me he abstenido de no romperle el cuello o de no degollarla hasta ver sus ojos apagarse. Cada año le doy un recordatorio como regalo.

Creo que el único cumpleaños de ella que disfrute fue el número 16, aún huelo la sangre de su novio y sus lágrimas cayendo por sus pómulos inflamados. La hice llorar tanto que hasta me hizo sonreír.

No puedo parar de ver a la ninfa de cabellos rojos que esta incomoda con toda esa basura de gente desconocida a su alrededor, incluso le jardinero se ha atrevido a aparecer.

Fiona viene hacia mí, al parecer esta por abrir sus regalos.

— Por favor... Solo este año dejame conservarlos — pide y la miro como lo que es, nada.

— Si. — acepto

— Gracias. — intenta irse y la abrazo pegando mi boca a su oído.

— Solo por esta vez, solo porque ya tengo lo que quiero. Si te metes de nuevo mataré a la niña como lo hice con él — la siento temblar — Disfrutaré en estrellar su cabeza contra el pavimento hasta hacerla solo cesos y al jardinero le irá peor.

La dejó ir y se sienta en la mesa para empezar a abrir sus regalos.

No soy tonto, se que el jardinero siente por ella, sin embargó eso no importa si sigue tocando lo que me pertenece.

Narrador omnisciente

La dama de negro caminaba de un lado a otro mientras sostenía su afilada daga de diamante.

— Preguntaré una vez más ¿Quien los mandó a matar al chico? — sus botas de aguja estaban cubiertas de piel y sangre.

Había sido audaz y perceptiva. Los mellizos eran unos falsos villanos. Lacayos y en sus años de cruel sadismo había logrado diferenciar a los monstruos detrás de los sivientes. Pues ella era uno.

Silencio, la chica dejó que el silencio reinara.

— Bien, entonces procederé a volver papilla los testículos de tu hermano ¡Oh y tranquila! No morirá, estara al borde pero no lo hará, para eso estará la Yakuza.

Pettra tenía amordazado al chico y le había destrozado a pisotones la mano izquierda, dejándola como una masa de huesos, piel y carne. Lo tenía en el suelo abierto en una hermosa X.

Alzó su pie y dio el primer pisoton sintiendo como estallaba el glande, dio otro y otro hasta ver como la sangre empezaba a salir de los pantalones del chico.

— ¿Sabes? Los violadores siempre me han repugnado — dijo ella viendo sus uñas perfectas mientras no dejaba de pisotear la entrepierna del chico que tenía la vista ida y lágrimas en los ojos.

— ¡Basta! ¡Dejalo! —gritaba la chica que ya no tenía los pezones pues la francesa se los había arrancado con pinzas.

— Pero ¿porque? ¡Si es divertido! —rió disfrutando — Miralo, esta vomitando del dolor, ¡JA sale por su nariz! — grito entusiasmada.

— ¡Eres un monstruo! — grito llorando la chica que permanecía colgada.

— Lo sé.

Tenerle miedo a ella o al monstruo que permanecía en una casa, escondido entre gente inocente fingiendo ser un ser inocente.
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Primera y única vez narrada desde la perspectiva de Hage.

ENFERMO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora