Hage Diederich XVIII

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Heltia quería terminar cuanto antes el viaje y regresar a su trabajo sin saber que su hermana la acompañaria por órdenes de su madre.

Heltia tenía piernas largas y era medianamente alta, Rossetta era más alta que ella, pero eso no la hacía ver mal cada que estaban juntas. Tenía el pelo castaño suelto y lentes de D&G de color negro en su rostro mientras todo su conjunto y bolsa eran de diseñador, no era raro que vistiera asi en ese lugar, era Dubai la central de los ricos y millonarios.

Caminaba hasta el la recepción cuando se topó al hombre moreno que la reconoció al instante.

— Heltia Kingston... — saboreo su nombre mientras su mente evocava las imágenes de ella desnuda bajo la luz de la luna.

Heltia lo miró.

— Abaddon Vasilyev. — contestó ella de regreso con la cara seria.

El hombre la miró con coqueteria y Heltia con una mirada intensa. Ella quería decirle que se fuera, que no le era agradable su compañía, pero a pesar de todo el cambio en ella aún permanecia esa bondad a y corazón puro dentro de ella, incapaz de hacerle un gesto grosero como ese.

— Que coincidencia más grata. — dijo el hombre.

— Solo coincidencia de mí parte — Heltia estaba a la defensiva con él.

— ¿Sigue molesta señorita Kingston? Me disculpare si es así.

Heltia lo miró de arriba a abajo. Si, quería que él se disculpara por haberla manoseado en los vestidores del set donde estaba para una sesión con una marca de ropa, donde al parecer iban a estar modelos nuevos. Lo peor fue el hecho de que le éxito, cosa que tenía años en no sentir. Si, quería una disculpa pero una de verdad y con sincero arrepentimiento.

— Hágalo de corazón.

El hombre le dio una sonrisa ladeada.

— Bien. Me disculpo por haberla ofendido con mis actos... pero no me disculpo por haberla hecho disfrutar, por los besos a sus hermoso labios y por pasear mis manos sobre su trasero sexi.

Heltia se puso roja de la ira, le estaba tomando el pelo.

— Largo. Ahora.

El hombre hizo una reverencia como burla y se retiro acomodándose el pene erecto que tenía gracias a la ahora castaña.

Hage tenía la vista en Rossetta, admiraba como se le iluminaban los ojos cada que veía algo en Dubai.

Fiona paso por su lado y este la tomó del brazo para apartarla y hablarle.

— Quiero que te larges con el jardinero, Dione y Dago a tu apartamento nuevo y nos dejes a mi y a Ro en el de ella.

— No, se darán cuenta y será sospechoso — mencionó ella con temor.

— Tu trabajo será que no lo parezca o habrán botas de biel blanca para ti en un mes.

Fiona trago saliva y asintió. Hage borro su mirada turbia y se disfrazó con una expresión suave al ver que su ninfa lo había volteado a ver con una sonrisa.

No la dejaría ir, no ahora que de verdad era suya, autora que ella le había dicho que lo era. Porque el poder de las palabras puede hacer maravillas y desastres, puede condenar y salvar, y lo que estaba por venir era consecuencia de dicho poder.

Un auto deportivo llegó al hotel con tres sujetos vestidos de negro, una mujer y dos hombres.

— Buscamos a las chicas no se distraigan. — dijo la chica mientras ajustaba su reloj gps.

— Punto de encuentro, recepción a 5 pasos del elevador derecho. — contesto el chico asiático.

— No lo olviden, ellas son prioridad.

Los hombres asintieron y cuando estaba a punto de salir para colarse por seguridad, ella lo vio, no lo había visto desde que le encargaron protegerlo. Abaddon.

Sonrio, le gustaban las casualidades que el destino le ponía como entretenimiento.

Y en medio de lujos y personas estaban dos monstruos sin verse, una castigadora y un trastornado.

ENFERMO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora