Hage Diederich VI

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Dione se encontraba aburrida o como ella diría, "aburridisima". Se encontraba desde hace horas en la sala de espera, esperando a su madre quien estaba en su oficina cerrando un contrato con quien al parecer era una familia importante.

Como si de una niña pequeña se tratara empezó a meser sus pies calzados de unas zapatilla azules con detalles plateados, originales de la marca familiar. A simple vista parecía que tuvieran detalles de metal dorado, sin embargo lo que sus zapatos portaban eran incrustaciones de oro y pequeños diamantes.

La puerta en la oficina de su mamá se abrió y un hombre y una mujer salieron de ella.

— Será todo un gusto verte trabajando en nuestra casa —  pronunció la mujer de ojos negros, era impactante la mirada que daba.

— El gusto es mío por trabajar para usted, señora — Jacquetta no se mostraba arrogante ante sus clientes, era respetuosa y siempre con porte seguro.

— El primer pago será depositado desde una cuenta privada por mi abogado —  el acento inglés le pareció encantador a Dione.

Su madre se despidió de la pareja y está desapareció en el elevador.

— Ya he terminado, vamos por tu padre y Heltia, quiero cenar cordero — dijo Jacquetta.

Dione tomó su bolso y se estiró con cuidado de no exagerar en su postura pues su madre la regañaria.

Ambas mujeres se subieron a un lujosa camioneta y se dirigieron a un restaurante de apariencia lujosa.

Heltia y Randall Kingston se encontraban ya en el leyendo la carta.

— Yo cenare cordero — pronunció Jacquetta al llegar.

— Yo tomaré una pasta en vino, dice que es la especialidad de la casa — dijo Randall.

Heltia llamó al mesero y este se Preparo para tomar la orden.

— Quiero un filete de cordero con especias. Mi esposo quiere la especialidad de la casa y mi hija un plato de langosta al vapor ¿Dione querida que ordenaras?.

— Quiero la especialidad de la casa también.

La orden finalizó con un vino de la marca W&W. Heltia se disculpo para ir al baño y su padre la siguió.

Dione apretaba el mantel por debajo de la mesa.

— No te enojes, sabes que lo hago por su bien — le dijo Jacquetta.

—  Mamá, que Heltia coma solo por hoy algo que ella quiera no la hará perder la figura.

Heltia estaba llegando al baño cuando su padre la tomó del brazo.

— Estoy bien, papá — dijo para no preocupar a su padre pero este ya lo estaba.

— Sé que tu madre es dura, perdónala....

— Lo hago, siempre la perdono, pero es difícil cuando ella está, hay veces que desearía que no estuviera, y después me arrepiento de desear algo tan horrendo.

Randall tomó a su hija y la abrazo. Se sentía mal por su niña, pero sabía que habían cosas peores en la vida que no comer o hacer todo lo que se desea hacer.

— Tienes la vid resuelta Dione, tu empresa de compras y ventas en línea está empezando a ser competencia para Amazon — Jacquetta y Dione discutían en la mesa sin notar que Randall y Heltia estaban acercándose.

—  ¿Y eso que? Heltia puede hacer lo que ella quiere y ser modelo siempre.

— Cariño, no puedo creer que después de estos años no lo hayas comprendido. Las personas como Heltia viven de su belleza, de su apariencia. Debe cuidarse, su belleza es lo más importante que posee.

Dione miraba con incredulidad a su madre, no podía creer que esas palabras salieran se su boca. Siempre había sido dura pero nunca tan arpía.

— Entonces... — la voz quebrada de Heltia hizo que Jacquetta abriera los ojos de golpe — No sirvo para nada más ¿Eso es lo que quieres decir?

Lágrimas en el rostro de la chica empezaron a caer.

— No, lo que yo qui...

— ¿No aspiro para algo más? — Heltia estaba quebrandoce, llevaba haciéndolo desde un tiempo atrás, pero en ese instante sintió como se rompía y dolía — Mírame mamá, mírame. No puedes, nunca has podido mirarme.

Heltia tomó su bolso y sacó un labial rosa.

— Mira como dejó de ser tan bonita —  tomó el labial y se dispuso a rayar su rostro.

Randall no podía creer lo que pasaba y Dione apretaba tan fuerte su pies contra el suelo que el tacon de la zapatilla se rompió.

— Es suficiente Heltia — Jacquetta tomó la mano de su hija — Puedes dar más, puedes hacerlo pero no estás lista para ello. Si estuvieras lista renunciarías a mucha cosas.

Era una suerte que el restaurante estuviera vacío.

Heltia se dio media vuelta y salió del restaurante con Dione siguiendola.

— ¿Tenias que hacer eso? — Randall se sentó sonando se la frente.

— Sabes que no es lo que quise decir. Todos los Kingston sabemos que Heltia dirijira la empresa cuando tu madre fallesca, y si no puede tomar responsabilidad en su trabajo de ahora ¿Cómo piensas que lo hará cuando tome el puesto?

— Existen otras formas — el mesero dejó la comida y desapareció en la cocina del lugar.

— Randall — Jacquetta estaba con las manos temblando — La chica se parece a Zabel y tiene la actitud de Rhoslyn.

Y Randall entendió porque su esposa hizo lo que hizo, dijo lo que dijo aquella noche. En definitiva habían cosas peores que no hacer siempre lo que se desea.

Hage estaba con la polla dura. Caminaba a su habitación cuando Laura se atravesó en su camino.

— Señor... — Laura estaba deseosa de ser follada brutalmente por ese hombre de mirada hipnótica.

— Quítate del camino — Hage la apartó par seguir su camino.

— Puedo ayudar a bajar eso si quiere — Laura no espero respuesta y volvió meterse en el camino de Hage.

Se arrodilló rápidamente, babeaba deseosa por tener esa enorme verga en su garganta.

— He dicho que no —  Hage la rodeo.

Laura no quería tocarse, quería una buena cogida y no se iba a dar por vencida hasta conseguirla. Volvió a atravesarce en el camino de Hage, por experiencia sabía que los hombres tarde o temprano cedian.

Error. Hage no era un hombre, era un monstruo.

Molesto tomó del cabello a la chica y la estrelló contra la pared.

— No necesito tus servicios de puta barata el día de hoy — le dijo con la voz fría y por primera vez en años Laura temió por su vida — Si vuelves a buscarme sin que te lo pida te llevaré al establo y te meteré la verga de mi semental.

Hage soltó a Laura y esta cayó como una muñeca de trapo. ¿Con quien había estado acostandose? Tembló muerta de miedo.

Hage estaba irritado y frustrado por no tener libremente a Rossetta como él quería. Habían momentos en el día en donde él dolor en su polla era insoportable y le pedía a Laura que se la mamara mientras se imaginaba a Rossetta. En definitiva no buscaria a Laura, pues la ninfa de cabellos rojos estaba a nada de caer.

ENFERMO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora