(EN EDICIONES).
Dos familias.
Un pueblo, dinero, secretos y traiciones.
Romances que te dejarán con el corazón pendiendo de un hilo y pasiones que arderán al punto de
quemarte.
¿Lo único seguro? Luego de su llegada, nada ni nadie saldría ileso.
A...
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POV SKY:
Okey.
Yo, Sky White, juro nunca jamás en mi vida volver a ingerir ni una gota más de alcohol.
Estos dolores de cabeza cada mañana me van a dejar en la ruina. Son las once y media del día—según el pequeño reloj de la mesita de mi habitación—y me encuentro tumbada sobre mi cama con un enredo de sábanas y con una Claire roncando a más no poder a mi lado derecho.
Anoche llegamos a casa a eso de las tres de la madrugada. Claire decidió a última hora quedarse a dormir en la mansión ya que estaba realmente ebria y no quería que sus padres la atraparan en aquel estado.
Y pues, como no es la primera vez, acepté sin pensarlo.
Luego del numerito que montamos Samantha y yo, y de la "Gran noticia" sobre la llegada al pueblo de dichos personajes, decidí no permitir que nada ni nadie me arruinara lo que nos quedaba de noche. Mucho menos ellos.
Así bien, junto a mis amigos seguimos disfrutando de la fiesta de Dereck al ritmo de la música y el costoso alcohol.
A pesar de todo no estuvo tan mal. Aún cuando debo de confesar que en más de una ocasión no pude evitar darle un vistazo a los nuevos allegados del pueblo.
¿Y cómo no? A leguas se distinguía que ya estaban gozando de una muy buena y calurosa bienvenida.
El menor,—o al menos eso creo— Bastian, estaba de lo más alegre haciendo una especie de baile ridículo junto a varias chicas que reconozco del instituto.
Pareciendo ser el más alegre. O al menos eso creía.
Y aunque me duela en el fondo de mi corazón admitirlo, puede que incluso no bailara tan mal como me hubiese gustado.
A diferencia de Eros, que así tal cual como la primera vez que lo vi, estaba ligándose a una rubia junto a las escaleras del fondo. Luego de volverlo a pillar decidí ignorarlo por completo, no queriéndolo volver a ver en lo que quedó de la larga noche.
Ya con el rubio grandote carente de modales, el cuál si no me equivoco su nombre es Damen, lo llegué a visualizar un par de veces más sentado sobre un sofá con una chica posicionada encima de sus piernas.
Éste contrario a su hermano,—que parecía que buscaba algún objeto extraviado en el fondo de la garganta de la tipa—Se hallaba simplemente sentado, con una cerveza en la mano, y el rostro más inexpresivo y serio que he visto nunca.
Muy rarito, la verdad.
Sumida en mis propios pensamientos y recuerdos, capto un leve movimiento a mi costado, producto de una adormilada Claire a punto de despertar:
—Joooooder, tía —Se queja acariciando sus sienes, llevándome a soltar una risita al verla totalmente irritada.
—Lo sé, no eres la única que se siente como si un puto elefante acabara de bailar sobre nuestros cuerpos —Le expreso en un tono burlón, mientras posa la mirada sobre mí—.Buenos días, por cierto —saludo soltando un largo bostezo que a diferencia de ella me mira con una muy bonita sonrisa.
