Capitulo 73: El pasado de Sam.

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POV SKY:

Sus manos magrean mis nalgas, arrancándome un largo gemido que lejos de ser tenue y delicado termina siendo altamente inquieto y explosivo.

Mi espalda colisiona duro y agresivo contra la pared, desatando la agitación y el ardor en medio de mis piernas. Los tobillos los cruzo por encima de su espalda, y haciendo a un lado mi cabello le permito la entrada a mi cuello el cual besa, lame, chupa y muerde. Generando sacudidas de alto nivel las cuales me expulsan a un foso cargado de lujuria y placer. 

Placer oscuro, posesivo y llameante que nos envuelve a través del ardiente tacto. 

Jadeando entierro los dedos en su cuero cabelludo, instándolo a besarme en la boca y devorar mis labios con brío. Eros gruñe encantado con mi sabor, despegándonos de la pared hasta colocarme nuevamente sobre el suelo. 

Frente a frente y en completo silencio nos miramos a los ojos, encontrando en estos un perfecto caos inundado por la adrenalina, ansia y necesidad. 

Lo necesitaba demasiado. 

Cada hora, minuto y segundo del puto día. 

Era tanta la atracción sexual que nos cargábamos que era jodidamente difícil no tocarnos cada que podíamos. 

Mirándolo con admiración reparo cada centímetro de su físico. Queriendo grabarme a fuego lento en el cerebro la hermosura y dureza de su silueta...

Sus preciosos ojos zafiro, labios carnosos y apetitosos, mandíbula cuadrada y cabello achocolatado tan malditamente suave que me provocaba envidia. 

Su torso desnudo aún se descubría húmedo, y la curva de su cintura te invitaba a enredar las piernas el rededor de ella para poder así reanudar lo de hace unos segundos atrás. Sus piernas alargadas, gruesas y tonificadas me ponían a jadear y aquella soberbia y coqueta sonrisa desarmaba hasta la persona más fría y dura que existiese. 

La imagen de Eros Clarck inspiraba demasiadas cosas, y entre ellas reinaban lo erótico, arrogante, territorial y persuasivo. Cuatro ingredientes en extremo de cuidado para las bragas y corazón de cualquier mujer.

Incluyéndome.

—¿Te gusta lo que miras?—El muy envarado desliza la punta de su lengua por el borde de sus labios, incitándome a desprenderme de la ropa y ser yo la que lo lama. 

—¿Me gusta? Sí.—Admito con fingido desinterés—Más me parece que te cubres mucho...—El castaño enarca ambas cejas sorprendido, y dejándome ahora a mí sin saber qué hacer, se retira la toalla del cuerpo tan lentamente que los latidos del corazón se me aceleran, y la boca me saliva. 

—Me parece que ahora la que está muy vestida eres tú, pecas...—Musita roncamente— ¿Por qué mejor no me muestras lo que tanto me pone y es mío?—Despiadado y cruel se empieza a tocar él mismo ante mis ojos, desatando la ola de energía carnal y libidinosa que me atrapa.

—Dios...—Me quejo cuando cachonda lo escaneo sujetar con determinación su grueso y venoso tronco.

—¿Te gusta, cierto?—Los dedos los lleva desde la base de su miembro hasta la punta, agilizando la muñeca y apretando en las zonas erógenas y correctas eróticamente—¿Te encanta saber lo muy duro que me tienes con tan sólo la imagen de tus mejillas sonrosadas y labios entre abiertos?—Asintiendo temblorosa inhalo profundo, sin despegar ni por un segundo los ojos del subir y bajar de su palma al auto complacerse—Maldita sea, pecas...—Gruñe cuando llega mi turno de desaparecer la blusa que llevo puesta.

Consciente de que debajo de ésta no llevaba sujetador alguno.

—Es que me ha entrado calor...—Explico con falsa inocencia. Exponiendo con orgullo mis pequeños y redondos pezones erguidos.

LOS CLARCK (I)✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora