Cuando recobré la conciencia, estaba tirado en una cueva oscura entre objetos mullidos. Eran cojines. De diferentes tamaños y colores.
¿Qué había sucedido? ¿Dónde estábamos?
Intenté enderezarme. Aún me dolía la cabeza por el golpe. Tarde un tiempo en aclarar mi visión borrosa.
Lo primero que vi cuando mis ojos enfocaron nuevamente y mi mente procesó la conmoción fue a Evie sentada en un sillón rojo de terciopelo con forma de corona de tres picos. Con una taza de té en las manos y una acompañante que parecía sacada de un extravagante sueño retorcido de colores.
—Oh, que bien que despiertas querido —la mujer me habló directamente, su voz era tan suave y tersa como los cojines donde yacía tirado.
Evie también volteó e inmediatamente vino a ayudarme para ponerme de pie.
—¿Donde estamos? —le susurré a Evie creyendo que solo ella me escucharía.
—Están en mi casa —contestó la tercer persona en la sala—. Pero también es su casa, aunque no pueden vivir aquí.
Volteé a mi alrededor. Estábamos en una especie de cueva, una catacumbre cerrada por paredes de tierra y piedras. Parecía como si estuviéramos bajo tierra porque había raíces saliendo del techo y de los muros, como una especie de madriguera gigante.
La mujer dueña de ese lugar era bastante peculiar también. De cabello blancuzco y rizado pero de apariencia joven —quizás unos años mayor que nosotros—, vestía un atuendo plateado con algunos olanes por aquí y por allá, como un vestido que ha sido remendado cientos de veces por alguien inexperto. Su piel era también bastante pálida y todo en ella resemblaba a un fantasma, excepto por sus ojos increíblemente violetas que brillaban en la oscuridad de la madriguera.
—Está bien, ella es amigable —me tranquilizó Evie.
Intenté creer en su intuición y me forcé a créer que no se trataba de una trampa más. Pero seguía sin confiar plenamente. He sido muy estúpido para caer en engaños en el pasado, pero la experiencia me ayuda a mejor y no confiarme.
—Eatabamos justo en la hora del té ¿gustas una taza? ¿O quizás media?
Junto a los asientos donde antes estaban las dos chicas, vi una gran mesa de madera rústica que se extendía por toda la sala, cubierta hasta el máximo con diferentes platos y postres. Tazas de té de todos tamaños y teteras de todas formas. Era un festín colorido y que aparentaba mucha elegancia, pero cuando lo vi detenidamente sentí una contracción en el estómago.
Los pastelillos no se veían para nada apetecibles. Algunos pays tenían pedazo de bayas machacados y los bisquets se veían más secos que la piel de un dragon. Había platos con hojas podridas y quería pensar que aquello en el platón del centro no eran insectos. Podía deducir fácilmente que aquel festín no era de gran altura.
ESTÁS LEYENDO
Pieles y coronas
FanfictionLa vida de Carlos nunca ha sido un cuento de hadas. Ahora tiene una nueva oportunidad para rehacerla fuera de la isla. Ser bueno, es la parte difícil. El mundo es muy distinto aquí y si creías que los villanos eran malos, deberías conocer a la reale...