¿Como se siente el amor?

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-Ahora que eres caballero, conquistar a Raina será mucho mas fácil.

-¡No! -grité sorprendido- Raina no me gusta.

-Y ¿por qué no? Es linda, tierna, es una princesa...

-Y además violenta, impetuosa, insoportable, caprichosa...

-Al amor no le importan esas cosas. Cuando llega, llega y no hay nada que le impida hacer lo que nos hace hacer -Ben parecía algo incómodo con el tema pero aún así seguía hablando sobre Raina.

-Yo nunca me enamoré ni nunca me enamoraré. El amor es algo que no existe para mi.

Al parecer mi comentario divirtió a Ben ya que de inmediato se echó a reír.

-Todos tenemos amor -Me dijo un poco mas animado.

-Yo no. Nunca lo he sentido ni nadie me ha amado... pero eso no me importa.

-Entonces ¿Por qué no te detenías al besar a Raina?

-Ah... pues... yo... -No sabía como contestar.

¿Qué sentía por Raina?

Claramente no era odio, no lo creía así. Siempre fue una relación complicada primero yo la besé, si pero ¿Por qué lo hice?

-No, no puede gustarme Raina.

-Claro que puede -me susurró Ben al oído.

su voz resonó como un eco solitario en mi cabeza destruyéndome por dentro al hacerme creer que me había enamorado de mi enemiga. Eso no puede ser bueno. Solo será un distractor que me impida cumplir con la misión de nuestros padres, si es que aún me importe algo la estúpida misión.

-Ni siquiera sé cómo se siente el amor ¿Como puedo estar seguro de que en verdad me gusta Raina? -Alegaba sin poder digerirlo por completo.

-Mmm... Veamos ¿Qué sentiste cuando besaste a Raina?

-Yo sentí.... - ¿Qué había sentido? Era una pregunta difícil de contestar para mi. Casi nunca presto atención a lo que siento o cómo se sienten los demás. Mis emociones no son la gran cosa, solo expreso alegría al sonreír y tristeza al llorar supongo.

-¿Mariposas en el estómago? -El psicoanalista Ben alzó una ceja divertido.

-Si, algo así. Eso debe significar que me dio asco al besarla ¿no? -Ben se echó a reír pero a la vez parecía algo deprimido- ¿No?

-No, eso significa que es amor. Y no cualquier amor sino del bueno, irrompible y mágico amor de cuentos de hada.

-Yo no lo creo -repetí incansable.

-¿Por qué no?

-Porque sé que no me interesa Raina sino alguien mas...

El silencio se apoderó del momento. Quizás mi confesión no fuese del todo cierta pero al menos había logrado callar a Ben quien ahora no quitaba la cara de estupefacto.

El rubio frente a mi no expresaba señales siquiera de vida. Pensé que estaría hundido en sus pensamientos como tratando de demostrarme que en verdad amaba a la Chica del cachorro.

Gracias al cielo no me preguntó nunca quien era esa otra persona de la que estaba interesado porque no sabría que contestar. Tal vez de los nervios diría alguien peor que Raina, quizás Mal o Evie o alguien mucho menos creíble.

Al ver que Ben en verdad no reaccionaba, pensé en irme ya. Estaba oscuro afuera pero estaba seguro de que podría llegar a la academia sin problemas.

Me levanté del sofá y le di la espalda al príncipe. Comencé a caminar hacia la salida pero una cálida mano que me tomó del antebrazo me detuvo.

Me giré para quedar de frente con Ben quien aún no salía de su trance. Le quise decir que me dejara ir pero no pude hacerlo.

Unos labios fríos y suaves se posaron sobre los míos en un movimiento lento pero brusco que causó que me sonrojara a un nivel mucho mayor que en el pasado.

Ben me estaba besando sin descaro, sin decir ni una palabra ni mirarme siquiera. Yo sentía mi rostro arder y mi corazón latía rápido. A pesar de que sabía que estaba mal, me estaba gustando.

Ben, al ver que no me aparté del beso, pasó su mano por mi cintura y me acercó mas a él de forma que el beso se profundizó. Comencé a corresponderle y a mover los labios torpemente al compás que el príncipe.

Tomé al rubio por los hombros y luego pasé mis manos por todo su cuello hasta llegar a la nuca y tocar su sedoso cabello. Lo sentía entre mis dedos, lo saboreaba en mi boca, lo veía en mi cabeza; por un momento Ben se volvió mi todo.

El aire faltó y Ben cortó el beso. Se inclinó un poco para quedar a mi nivel y me tomó de los muslos. Yo me sorprendí demasiado pero mi respuesta solo fue recuperar el color rojo tomate en mi cara. Me tomó de los muslos y me elevó. Mis pies ya no tocaban el suelo y ahora verdaderamente me sentía en el cielo. Ben me cargaba mientras yo lo besaba, la nueva altura que el príncipe me dio ahora me hacía mas alto que Ben por lo que me tenía que inclinar un poco para alcanzar sus labios carnosos.

Comenzó a caminar mientras me cargaba. Me sorprendió toda la fuerza que tenía y con que facilidad lograba llevarme. Yo no podía parar de besarlo con toda la pasión del mundo. Llegamos hasta el sofá donde me depositó y luego el se fue subiendo en mi.

Tenía al futuro rey de Áuradon sobre mi, besándome sin medida. Estaba seguro que después me arrepentiría pero ahora no me importaba nada mas que Ben. Sentí su lengua dentro de mi boca y al principio fue algo asqueroso y extraño pero después se convirtió en mas placer del que ya había. Era una lucha de lenguas por el control del beso.

Sin notarlo mis manos fueron bajando por el torso marcado de Ben. El príncipe dejo a mi boca con ganas de mas para desplazar sus tiernos besos hacia mi cuello. Sentí todo mi cuerpo estremecerse y como se me erizaba la piel. Estaba tan excitado, tan feliz que quería que ese momento durara para siempre.

Pasaba sus labios desde mi oreja hasta mis hombros, me obligó a quitarme la chamarra de cuero negro que traía dejándome los hombros descubiertos.

Aunque sentía gran excitación, no quería que pasara nada mas grave por lo que tomé a Ben de la barbilla y lo atraje de nuevo a mis labios.

-Sabes... tus pecas... me encantan -dijo entre beso y beso.

Yo continué con la labor de besarle una y otra vez, sin decir nada y sin pensar en nada mas que en el ahora.

Constantemente sentía una pesades, una carga emocional y consciente de que estaba cometiendo un error; que el besarlo y que se sintiera tan bien no era lo correcto, que algo andaba mal. Presentía que esto no acabaría nada bien.

Dentro de mi cabeza se jugaban mi atención la angustia y el placer, cada uno superando al anterior y consumiéndome mas por dentro. Sentía ganas de parar de inmediato, quería hacerlo. Detener todo esto pero había otra parte en mi que me lo impedía y me decía que siguiera. Me obligaba a seguir.

A mis pensamientos se agregó una voz, mejor dicho un eco. Una voz familiar que repetía incansablemente: ¨El amor es debilidad, no eres mas que un simple cachorro asustado. Incompetente. Inútil. Estúpido e indefenso. Nunca serás nada¨.

La voz que trataba de ignorar cada vez aumentaba su intensidad dentro de mi cabeza. El gusto y placer que sentía por Ben poco a poco se transformaba en recuerdos dolorosos del presente.

Sin querer hacerlo, empujé al príncipe que estaba sobre de mi y cayó al suelo, desconcertado por mi repentina e inesperada acción. Casi automáticamente me levanté del sofá, luchando con mis demonios internos y cubriéndome los oídos, intentando que la voz de mi cabeza se silenciara.

-¡Has que paren! -la supliqué soltando algunas lágrimas involuntarias de dolor; de tristeza.

Salí corriendo de la guarida, sin importarme la oscuridad de la grieta o la avanzada noche que se vivía. Mi corazón latía tan rápido que dolía con cada latido. Prefería mil veces arrancarme el corazón que seguir escuchando la voz de mi cabeza.


Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora