68 - Lo que sabemos hasta ahora

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Mal abrió un gran libro antiguo, como los que ella adora leer mil veces. Buscó entre las páginas hasta encontrar y mostrarme un diagrama antiguo de dos personas y un caldero bastante mal dibujados.

—Como bien saben, o deberían saber, la magia necesita de tres cosas para funcionar: un ejecutor, un medio y un receptor —comenzó a explicar sobre teoría de la magia que tanto le apasionaba —. Si tu caso se trata de un fenómeno mágico, deben existir estos elementos igualmente.

» El receptor, obviamente, eres tú —me señaló—. Eres el objeto sobre el que actúa la magia, buena o mala, lo decide el receptor.

»El medio es algo complicado de definir, puede tratarse un objeto físico, como un amuleto o un espejo, o puede ser algo intangible como las maldiciones; depende del tipo de magia que se use. En tu caso, estoy cien por ciento segura de que es magia negra de la edad oscura —afirmó con denotado intelecto la pelimorada.

—¿Cómo estás tan segura?

Mal pasó las páginas rápido hasta encontrar otra sección del libro adecuada para seguir el hilo de su respuesta.

—La magia de esa época se caracteriza por ser muy inestable. Las brujas no poseían conocimientos de estabilizadores ni les importaba realmente. Ellas querían el poder supremo sobre los demás y sus maldiciones frecuentemente eran tan crueles y dolorosas como esta lo será pronto.

Sentí un nudo en el estómago al escuchas aquella sentencia.

¿Cruel y dolorosa?

Esperaba que Mal se equivocase, aunque tratándose de magia, era difícil que eso pasara.

Quedé pasmado ante las posibles implicaciones que traía consigo un destino tan terrible como lo describía mal.

—La magia en estado salvaje es peligrosa —volvió a decir mal recalcando más las palabras—, no es como cualquier otro embrujo que nuestros padres hayan alguna vez hecho. Si no se controla la maldición puede extenderse y comenzar a mutar...

—Esa es la parte fea —señaló Evie mirándome condescendiente—. En fin, volviendo al tema…

—¡Un momento! —la interrumpí—. Están diciendo que hay una gran probabilidad de que pase algo peor aún pero ¿No haremos nada para evitarlo? —reclamé exasperado.

No podía creer la calma con la que contaban todo. Si lo que decían era cierto, eso significaba que estaba en un gran riesgo. No solo yo sino todos.

¡¿Cómo era posible que no hicieran nada?!

—Estaba a punto de contar nuestro plan, si me permites —Evie frunció el ceño.

Solté un largo suspiro y me hice a la idea de escuchar lo más pacientemente que pudiera, aunque por dentro estaba hecho un desorden emocional.

—Mal y yo hicimos una investigación profunda sobre antecedentes de magia oscura en Auradon o en algún lugar y momento en el que pudiera haberse visto implicado tu linaje...

—¿Y…?

—Y no encontramos nada —suspiró Evie—. Pero lo que si encontramos fue información sobre Hazel ¿Recuerdas el nombre? Aquel que apareció escrito en una pared cuando te despertaste de una de tus pesadillas.

Claro que lo recuerdo. Han pasado tantas cosas extrañas que siento que cualquier cosa podría ser producto de mi imaginación, pero ese grabado tan especial con letras negras en mi pared... Creo recordar.

—Pues es el nombre de una antigua hechicera oscura ¡Boom, baby! —festejó la peliazul orgullosa.

—No hay mucho sobre ella —Mal me pasó un libro casi deshecho por el tiempo escrito en runas poco legibles—. Desapareció hace algunos años, 15 para ser exactos, y desde entonces no se sabe nada de ella. Los registros del ejército no dicen nada, no está prisionera en la isla ni está fugitiva… simplemente desapareció.

Hojeé un poco el libro en mis manos. No era muy útil pero podía comprender algunos grabados: brujas, calderos, escobas mágicas...

Hazel. Eso era algo nuevo.

O quizás no…

—¡La mujer!

—¿Qué? —ambas chicas me cuestionaron.

—La mujer de mis sueños… es decir, de mis pesadillas —dije. Poco a poco todo comenzaba a tener sentido en mi cabeza, las piezas faltantes de la teoría de las chicas quizás estuvieran en mis recuerdos—. Había una mujer alta vestida de negro… con ojos verdes. Siempre aparecía en mis pesadillas, de alguna u otra forma y no la conozco pero tengo la sospecha de que podría ser ella, la bruja.

Evie se cubrió la boca, espantada. Quizás era consiente de todo lo que habían descubierto pero nada se sentía tan real hasta ahora que comenzábamos a atar cabos sueltos. Todo encajaba terrorífica mente bien.

Mal tomó papel y lápiz y me pidió que le describiera todo lo que recordaba de aquellas apariciones.

—Ella quería que hiciera algo, pero no recuerdo qué…

—¿Algo? ¿Como asesinar a alguien o algo así? —Evie pasó saliva.

—No, no…

Mal se arremangó la chaqueta que traía puesta. Le ordenó a Evie que le ayudara a recoger todas sus evidencias y nos arrastró fuera de la habitación. Estaba seria, no hablaba mucho pero todo lo que decía estaba impregnado de recelo y preocupación notables. Me ponía más nervioso de lo que estaba ya el ver a Mal tan concentrada en el asunto.

—Tenemos que actuar pronto. Carlos, ya que ahora eres parte del equipo debes ayudarnos a averiguar todo lo que podamos sobre Hazel. Ahora es nuestra prioridad.

A pesar de lo importante que era buscar romper la magia que me causaba mal, aún tenía algo más que me estaba carcomiendo el alma. No podía dejar de lado mis sentimientos por completo y aún cuando nada salía como lo esperaba, aún tenía una pequeña esperanza.

Sería mi último movimiento. La apuesta final. Si esto fallaba me haría a la idea de que el destino no quiso darme ese privilegio y dejaría morir el asunto definitivamente.

—Carlos, escuché que me buscabas.

Me encontré con Jay a expensas de las chicas. Ellas me había pedido que le mandara a interrogar al rey y a algunos otros sujetos que podrían saber algo pero secretamente le encargué una segunda tarea.

—Necesito un favor…

Probablemente no era lo más inteligente pero no me rendiría hasta el final.

—Dime.

Espero que sea lo correcto, rogué.

—Busca a Sheld y entregale esta carta por mi, por favor… No necesito una respuesta, solo… solo quiero despedirme de él…

Contuve las ganas de llorar.

Jay no hizo más preguntas y se fue hacia la cabaña en el bosque donde esperaba encontrarlo o al menos seguir su rastro desde ahí.

Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora