77 - Un Paseo Por El Bosque

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Tan pronto como Ben desapareció por las puertas del palacio, Evie y yo nos las arreglamos para escabullirnos de los guardias que supuestamente tenían que vigilarnos

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Tan pronto como Ben desapareció por las puertas del palacio, Evie y yo nos las arreglamos para escabullirnos de los guardias que supuestamente tenían que vigilarnos.

Fue tan fácil como robarle a un niño. Lo sé porque sinceramente lo hice una o dos veces cuando estaba en la isla.

Los guardias ni siquiera notaron que nos fuimos hasta unos minutos después. Evie escuchó a lo lejos el crujido oxidado de las armaduras correr desesperadamente de un lado a otro buscandonos.

Nos escondímos detrás de una seta gigante cubierta por muchas otras plantas de colores y musgo.

Cuando los ruidos de armaduras chirriantes se alejaron, Evie y yo rompimos en carcajadas.

—¡Idiotas!

—No encontrarían ni sus zapatos aunque les patearan el trasero con ellos…

Nos burlamos de los guardias hasta más no poder. Mi estómago me dolía de tanto reír.

Un crujido a mis espaldas nos quitó las sonrisas de la cara.

—¿Qué se oyó?

Evie lentamente se inclinó para ver lo que estaba detrás de mí. Ya habíamos aprendido a ser cautelosos con los ruidos extraños y las situaciones tensas que habíamos vivido recientemente no ayudaban a calmar nuestros nervios.

—Oh —Evie dio un brinco — ¡Es adorable!

Me di la vuelta y vi a lo que se refería. Un pequeño animalito de pelaje amarillo estaba masticando una de las setas más grande que el. Era malditamente adorable. Sus ojos negros ocupaban la mitad de su rostro y tenía pequeñas antenas verdes escarlata que se movian de un lado a otro cuando masticaba.

—Ven aquí cosita linda —le llamó Evie haciendo una voz melosa.

—¿Qué clase de criaturita eres? —le pregunté sin verdadera intención de que me respondiera.

El pequeño y extraño animal enterró sus pequeños colmillo en la seta y le dio otro mordisco. Lo masticó a la velocidad de un rayo.

Evie se acercó lentamente a él, con cuidado de no asustarlo, pero el animalito no parecía reaccionar ante nuestra presencia. No tenía miedo de nosotros por lo que Evie pudo acariciarlo.

—Eres tan suavecito —dijo Evie rascando su cabezota entre sus antenas —, y tan pequeñito. Podría llevarte a casa y cuidarte como mi mascota. ¿Te gustaría?

—¡Ev, no puedes llevártelo!

—¿Por qué no? —me reclamó —. Cabría perfecto en mi bolso…

Mientras intentaba razonar con la chica frente a mi, el pequeñín amarillo comenzó a hipear.

—¡Oh, vamos! Eso es aún más adorable…

Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora