-Recuerdo que cuando era pequeña, mamá hacía un conjuro muy simple con cosas de la isla para rastrear personas ¿sabes de cuál estoy hablando?-relató Evie mirando hacia Mal quien negó en respuesta. Ya podía ver por dónde iba esto-. Recuerdo que usaba algo que parecían plumas de aves, pero eran pétalos de alguna flor rara que le robaba a los trolls de sus jardines. También usaba ojos que siempre me causaban asco cuando los veía en la alacena buscando galletas. Claro, el hambre se me quitaba al instante -Evie hizo un gesto asqueado-. Y luego agregaba varios líquidos a una cacerola y comenzaba a salir una especie de humo rojizo y podía ver dentro a quien quisiera en todo el mundo, incluso si estaba fuera de la isla.
-Espera, creo que sé de qué hechizo hablas -le interrumpió Mal.
La chica salió de la habitación y volvió cargando un gran libro con portada tallada en piedra. Parecía un libro muy viejo. Las paginas estaban amarillentas y estaba escrito con tinta azulada ya deslavaba por el tiempo.
-Por lo que dices, suena que es un conjuro antiguo, quizás de los tiempos de las brujas de las cavernas.
Mal ojeaba el libro, sacando polvo conforme pasaba página. Jay y Evie comenzaron a toser en consecuencia.
-Ojos, flores, líquidos raros... ojos de cuervo, flores, liquidos raros -repetía Mal examinando una por una cada receta mágica del antiguo libro.
-Mal ¿estás segura de que puedes encontrarlo ahí? Yo ni siquiera puedo leer una sola palabra, parecen un montón de garabatos -discutió Jay sacudiendo el polvo de enfrente suyo.
-¡Claro que estoy segura! -vociferó molesta-. Y no entiendes nada porque está en otro idioma, torpe.
-Oh -admiró Evie fijándose más en los extraños caracteres en tinta azul-. ¿Es alguna clase de idioma muerto celta o de algunas runas mágicas de reinos lejanos? ¿O quizá alguna clase de códice secreto?
-Es griego -dijo ganándose la admiración de nosotros tres-. Las antiguas brujas eran del mediterráneo.
-¿Griego? -se quejó Evie-. Que aburrido.
-Si no es un libro de chistes, Evie. Esto es conocimiento puro -le reprochó Mal golpeando a las páginas-. Miles de conjuros, magia pura, rudimentaria. La esencia misma de todo lo mágico. Un poco de respeto.
Evie rodó los ojos y Mal continuó con la búsqueda, repitiendo los tres ingredientes en voz baja.
-¡Aquí está! -anunció Mal poniéndose de pie y leyendo en voz alta la receta mágica traducida:- El conjuro para invocar a los espíritus de los cuervos cazadores.
-¿Es en serio? -cuestionó Jay-. ¿Y dices que no es un libro de chistes viejo?
-Dice que los cuervos cazadores pueden encontrar a cualquier presa no importa cuán bien se esconda y que con este hechizo puedes invocar uno y ver a través de sus ojos, así es como ves a la persona que buscas.
-Suena un poco...
-Loco -terminó Jay mi frase-. Es decir ¿Segura que las brujas no estaban locas?
-Olvidate de eso -interrumpió Evie-. ¿Es eso legal? Me suena algo a maltrato animal.
-¿Quieren encontrar a Sheld o no? -gruñó Mal.
-Claro que quiero -dije-. No importa lo que cueste.
-Bien -Mal sonrió y volvió su vista al libro siguiendo con su dedo índice los renglones-. Dice que necesitaremos tres pétalos de quitavida, es una flor por si se lo preguntaban y muy tóxica; será difícil de conseguir. Sin morir claro. Un ojo de cuervo, agua de manantial, aremisca...
-Espera un segundo -le cortó Evie-, ¡¿quieres decir que los ojos que tenía mi madre en la alacena eran ojos de cuervo?! -preguntó horrorizada.
-Lamentablemente para ti, si -Evie sintió su estómago revolverse-. Les decía, necesitamos agua de manantial, aremisca, fluibodina, rojarana, todo eso puedo conseguirlo de aquí de los laboratorios; pimienta...
-¿Pimienta?
-Pimienta -confirmó Mal-. Aquí lo dice, no cuestiones a las brujas.
-¿Segura que hablas griego, Mal? -dudó Jay.
-¿No me crees? Consigue un diccionario -peleó Mal enjarrando sus brazos.
Jay trajo un diccionario griego-español a regañadientes y tuvo que aceptar que se equivocó y aguatarse un golpe sonoro de parte de la hechicera cuando, definitivamente, la traducción correcta era pimienta.
-Iugh, ojos a la pimienta -dijo Evie dando orcajadas.
-¿Dónde me quedé? Ah si, ¡pimienta! -repitió recalcando la palabra y rechinando los dientes-. Saliva de ogro y... parece que necesitaremos algo que le pertenezca a Sheld para que el cuervo pueda rastrearlo.
-Pero mi madre podía hacerlo sin ningún tipo de pertenencia -objetó Evie-. Recuerdo que una vez rastreó a una mujer que tenía seis ojos y vivía en una cueva al otro lado del mundo, imposible que tuviera alguna pertenencia suya.
-Quizás la reina usaba sustitutos, sustancias mágicas que simulaban ser de las presas. Debo decir que eso sería impresionante, es muy difícil hacerlos -comentó Mal.
-Tengo algo -recordé.
Saqué del armario una chaqueta de rayas azul y amarillo que Sheld usaba cuando hacía mucho frío. Esas noches eran cuando dormíamos abrazados.
-¿Estás seguro?
-Si, siempre la odié, pica -dije sin pena. Era la verdad y mataría dos pajaros de un tiro si la utilizaba en el conjuro.
-Los cuervos solo cazan de noche -explicó Mal-. Tendremos que esperar a que el sol se oculte para hacerlo. Mientras tanto estate tranquilo Carlos y piensa en lo que le dirás una vez lo encontremos.
Mal me sonrió.
Por suerte tenía amigos como ellos que, aunque no seamos las mejores personas, siempre nos apoyaremos.

ESTÁS LEYENDO
Pieles y coronas
FanfictionLa vida de Carlos nunca ha sido un cuento de hadas. Ahora tiene una nueva oportunidad para rehacerla fuera de la isla. Ser bueno, es la parte difícil. El mundo es muy distinto aquí y si creías que los villanos eran malos, deberías conocer a la reale...