71 - Prepararse para la lucha

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La cabaña en la que vivían los tres amigos había sido modificada por ellos mismos con un objetivo específico en mente: ser una fortaleza en tiempos de guerra.

Los tres tenían en común un pasado turbio, lleno de dificultades e injusticias. Crecieron huérfanos en un mundo en el que eran perseguidos por hombres armados hasta los talones.

El simple hecho de existir los convertía en criminales a los ojos de la corona por lo que debían estar constantemente huyendo.

Hasta que encontraron a un pequeño pueblo perdido en medio del bosque, alejado de cualquier otro y borrado del mapa. Era un Refugio para personas como ellos, seres mágicos perseguidos.

Ellos los recibieron como hermanos, les dieron una cabaña propia y los integraron a su heterogénea comunidad.

Con el tiempo la gente se fue yendo de ahí, argumentando que estaban demasiado cerca de Auradon y que podrían descubrirlos pronto. Ellos no lo creían posible y permanecieron ahí sin dudar.

Los que se quedaron, sin embargo, sentían una creciente desconfianza hacia el exterior. Los rumores de soldados cazadores rondando en los pantanos crearon una sensación de incomodidad y recelo. Comenzaron a construir trampas, fabricar armas, levantar bardas, cavar pasadizos de escape, reforzar las paredes y todo lo que pudiera ayudarles a defenderse en caso de un ataque.

Las cabañas pronto se convirtieron en fortalezas.

Tras la llegada de Ben al trono, las cosas se calmaron un poco. Los soldados volvieron a los cuarteles y las persecuciones se detuvieron… hasta ahora.

Robin y Rick estaban preparados para ese momento, lo habían esperado y sabían que tarde o temprano pasaría.

—No nos tomarán desprevenidos

Robin selló las puertas y ventanas. Rick se encargó de hacer lo mismo en el segundo piso.

Estaban cerca, los soldados… lo sentían.

Jay solo los miraba estático. No estaba seguro de lo que pasaba y la paranoia de los otros dos lo descolocaba.

—Tu, chico bonito —le llamó Rick— ¿Vas a luchar con nosotros o con ellos?

Jay no supo que contestar. El había venido a entregar un mensaje,no a una pelea…

Pero debía admitir que tenía muchas ganas reprimidas de golpear a alguien en la cara.

—¿Cuál es el plan? —Jay sonrió. Estaba preparado para darle a más de uno una buena paliza.

Robin le indicó que lo siguiera hasta la sala donde de un mueble de roble rojizo sacó una caja de cartón con varios objetos dentro.

—Elige tu arma.

Jay tomó un bate, en realidad un palo de madera con algunos clavos en la punta.

—Esta nena me gusta.

Rick rodó los ojos y regresó al piso de arriba.

—¡Los veo! —gritó —¡Acaban de entrar a la casa del viejo Art!

Robin respiró pesado. Se alistó con su arco y flecha y apuntó afuera desde una pequeña mirilla en la pared.

—Esto es emocionante, viejo —dijo Jay evidentemente entusiasmado por la violencia que se avecinaba.

Robin chasqueó la lengua sin despegar un momento la mirada de su arma.

—Es tu primer batalla ¿No es así?

—Claro que no. He estado en peleas muchas veces —presumió Jay recordando sus múltiples riñas contra múltiples rivales en la isla, ya sea porque les había robado o les había hecho alguna broma pesada.

Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora