Cuando los problemas surgen

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Mal ya había agarrado gusto por juntarse con nosotros, desde aquella plática en la cafetería no se despegaba de Evie ni de mi.

Y para colmo no dejaba de hablar ¡Nunca!

Comenzaba a fastidiarme un poco, en especial con el tema de las parejas; Evie y ella habían como iniciado un club de acoso a Sheld y a mi. No lograba comprender por qué les alborotaba tanto el vernos juntos, pero cada que coincidíamos no tardaban en dar grititos y tomarnos fotos. Era extraño y desesperante.

A eso había que sumar el que llamaran la atención de toda la Academia. Ahora todos sabían que salía con Sheld, que me gustaban los chicos y eso al parecer era de mucho interés para todos los alumnos.

Lo más molesto eran los susurros y chismorreos de todos cuando entraba a un lugar. Juro que podía sentir sus miradas sobre mi.

Era mejor cuando preferían ignorarme. Nadie me dirigía una sola palabra ni me molestaban con nada, solo unos cuantos gestos de desagrado que no se molestaban por disimular y después se alejaban.

En cambio, ahora me miraban y susurraban con sus amigos. Era incómodo; era lo peor de todo.

-¡Carlos! -me llamó Ben por quinceava vez en dos días. Rectifico, el rey acosador tras de mí era lo peor de todo.

Intenté alejarme, como lo había hecho todas las veces que me buscaba, pero corrió hasta colocarse frente a mi y cerrarme el paso.

-¡Deja de huir! -reclamó-. Necesito que hablemos. No discutir, sino hablar.

Rodé los ojos, estaba cansado de tener que lidiar con él después de todo lo que me hizo... Después de como me hizo sentir...

No quería que se repitiera. Todos habíamos aceptado ser "bondadosos" e intentar ser mejores personas para tener una vida mejor. A los otros les funcionaba, eran felices y se notaba pero a mi me quedaba algo siempre a deber, como un hueco que necesito llenar. Sheld era la única persona que lograba entenderme y de cierta forma me complementaba.

No dejaría que nada lo apartara de mi, ni volveré a sentir lo que Ben me hizo sentir.

-¡Deja de seguirme! ¡Ya estoy harto de que me persigas por todos lados! ¡¿No tienes nada mejor que hacer?!

-Te amo.

-Já -bufé. No le creía nada en absoluto.

-Por favor perdoname -suplicaba como todas las veces.

Su discurso era siempre el mismo, lo había memorizado después de las primeras siete veces. Y cada vez que lo oía sonaba más y más falso, las palabras se vaciaban.

Un grupo de chicos ingresaron al pasillo, y aproveché esa distracción para salir de allí.

Me di la vuelta y lo dejé ahí, parado esperando un perdón de mi parte que aún no lograba comprender que nunca se lo daría.

...

Es tarde ya, me he escondido hasta el anochecer en la biblioteca, dando vueltas por los pasillos una y otra vez. Es un lugar que no frecuento para nada por lo que aquí nunca me buscarían ni Ben ni Sheld.

Me siento mal por apartar a Sheld estos últimos dos días pero será lo mejor mantenerlo al margen de esto hasta que al rey se le pase el capricho.

Es difícil no arruinar las cosas con él, todo se puede venir abajo tan fácil y eso me preocupa.

No puedo evitar pensar en que me dejará si hago algo mal. Ocupa casi todos mis pensamientos...

Quiero confiar en él, creer que no se apartará de mi hasta... espero que nunca. Sería hermoso tenerlo siempre a mi lado, saber que me quiere y se preocupa por mi; crecer juntos, tener un futuro...

Paseé mis dedos sobre los lomos de unos libros viejos y polvorientos acomodados en una repisa.

¿Como sería compartir la vida con alguien? ¿Y con alguien como Sheld? Seguramente sería perfecto, poder compartir tus logros, tus derrotas, tus habilidades... Una familia.

-¿Una familia? -susurré para mi mismo.

¿Como sería tener una familia? ¿Un hijo? Quizás dos... Podríamos tener una casa propia, una mansión como la que tuvo mi madre hace tanto tiempo... Tal vez también podríamos tener un perro, ya les he perdido el miedo y creo que hasta me agradan.

Pero ¿a Sheld le gustaría? Creo que los perros y los gatos no se llevan bien...

¿Y Sheld es un gato? ¿O un humano? ¿Qué es? ¿Como sería vivir juntos toda la vida? ¿Acaso viviremos lo mismo? No sé si podamos tener una familia ¿Podemos tener hijos siquiera?

Creo que no.

Cerré los ojos, y una lágrima que se contenía en el filo de mis párpados resbaló por mi mejilla.

Hay tantas dudas...

«No quiero hacer nada mal» pensé.

-Por favor no llores -una voz suave susurró cerca de mi.

Abrí los ojos rápidamente y busqué a alguien con la mirada pero los pasillos estaban solos.

-¿Q-quien está ahí? -Sequé lo mojado de mi rostro con mis muñecas.

-Un obsequio -susurró nuevamente.

Sentí una ráfaga débil de frío atravesarme.

Un brillo en el suelo atrajo mi atención. Doblé las piernas hasta poder alcanzar el objeto brillante. Lucía como un broche de plata.

Era pequeño, y tenía la forma de una flor sin tallo.

Volteé a ver a todo mi alrededor, esto era extraño y no me gustaba para nada.

-G-gracias -dije al aire-. Quien quiera que seas...

Quizás ya estuviera delirando después de tanto pensar en todo e imaginaba cosas. Lo mejor sería ir a descansar en vez de seguir pensando. Ya tengo suficientes preocupaciones para agregar nuevas.

Abandoné la biblioteca para dirigirme a mi habitación y descansar un poco.

Antes de abrir la puerta, volví a revisar en mi bolsillo el pequeño broche de plata. Era real de eso estaba seguro.

-¿Una amiga...? -cuestioné nuevamente.

Las risas de dentro de la habitación me detuvieron de seguir examinando el adorno. Era la risa de Jay y de Evie, las conocía bien.

¿Que hacía ella aquí tan tarde?

•••••••

Hola de nuevo,

Aquí otro capítulo, al fin🤗😁.

Disculpen el retraso pero la inspiración se me fue y me quedé un poco en blanco pero al fin volvió :D

Espero que les haya gustado el cap. diganme que les parece...

De verdad gracias a todos por leerme, comentar y votar, gracias gracias!!!

Nos leemos en el próximo capítulo,

D.

Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora