Desayuno incómodo

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Rick salió hecho una furia de la cabaña. Se notaba una gran molestia en su cara y su actitud había cambiado tan fuertemente que parecería un completo villano.

Robín le siguió para intentar detenerlo. De suerte Rick no le azotó la puerta en la cara al arquero. Salió tras él intentando calmarlo y hacerlo entrar en sus casillas para que volviera adentro.

Ambos se alejaron de la cabaña, dejándonos a ambos solos en el comedor.

No podía creer la reacción de Rick. Me sentía culpable por haberlo hecho irritar. En cambio, Sheld lucía todo lo contrario a mi, incluso se podría decir que algo molesto con la actitud de su amigo.

-Hmm, creo que Rick quiere ganarme en locura -bromeó.

Lo miré con ojos de reprendimiento. No lograba entender cómo es que no le afectaba en nada el haber hecho enojar tanto a su amigo, supongo que es su amigo.

-¿Qué rayos te pasa? -reclamé-. ¿No tienes nada que decir más que chistes?

-¿Debo disculparme nuevamente por el?

Rodé los ojos y bufé con fastidio. Comenzaba a entender la frustración de Rick.

Me levante de la mesa, subí por mis cosas a la habitación de Sheld y salí de la casa por la misma puerta por donde habían huido los otros dos habitantes.

-Espera, ¿a donde vas? -me cuestionó el chico gato mientras me alejaba de la cabaña de la frustración.

-A donde debería estar -contesté caminando aún de espaldas.

Caminé hacia la orilla del claro donde se encontraban las cabañas. Me adentré entre los árboles.

Miraba hacia atrás constantemente esperando verlo seguirme, quizás porque no me quería ir, no aún; o quizás para despreocuparse de seguir en esa fuente de conflictos.

Ya no podía seguir soportando tantos dramas. Sabía que si volvía podría descansar un poco de la locura de Sheld. Realmente lo necesitaba.

Estaba tan preocupado por alejarme del lugar que caminaba a ciegas. Me había olvidado de sacar el espejo y así poder guiarme en el bosque desconocido.

Busqué entre mis cosas el espejo. Aún seguía caminando aunque ahora más a ciegas. No comprendí lo tonto que fue no detenerme un instante hasta que sentí el golpe contra el suelo después de que una de mis piernas se atorara en una raíz.

Un crujido se escuchó bajo mi cuerpo, entre la tierra y yo. Me levante del suelo hecho una furia. Tenía tantas ganas de gritar pero sabía que debía controlarme. No debía de exagerar tanto las cosas.

Volteé a ver el lugar donde había caído y me percaté de la terrible noticia; el crujido lo había ocasionado el espejo al romperse.

Me sentía aún más estúpido que antes, había destrozado mi única oportunidad de volver a la academia.

Contuve un grito desesperado e intenté pensar. Ocupaba aclarar mis pensamientos.

Necesitaba volver a la academia ¿cómo? El espejo ya no era una opción, podía volver a la cabaña y pedirle a Sheld que me llevara pero eso me costaría mi orgullo.

Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora