Un felino muy listo

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Me quedé paralizado. Quería creer que lo que captaban mis oídos estaba equivocado pero no me lograba convencer sobre ello. Sheld sabía, era una vergüenza asegurada. No me importaba lo que dijera, es mas, ignoré por completo cualquier palabra que no fuera ¨la¨ o ¨cita¨.

Sentí que caí en un agujero y que no tenía escapatoria.

No quería repetir lo que pasó con Jay que, aunque Sheld no es alguien tan importante para mi como lo es él (al menos aún no), sentía una horrible sensación de culpa cuando me juzgaban. Nunca antes había sentido una humillación así, ni siquiera con los insultos, chismorreos y miradas prejuiciosas sobre mi cualidad maléfica cuando recién llegaba de la isla.

Esas burlas no eran tan hirientes como estas nuevas que voy descubriendo poco a poco en casi todas las personas que me rodean, quizás sea porque no les prestaba atención antes, ignoraba por completo a todos, no quería gente hipócrita cerca de mi.

Ahora era diferente. Por alguna razón me importaba lo que las personas pensaban de mi, era difícil no tener miedo de que las personas te abandonaran por algo tan insignificante como querer de distinta forma que los demás.

Me importaban las personas que se acercaban a mi, entre ellas Sheld, tal vez no de la misma forma que Evie o Ben, incluso Jay, pero me preocupaba su idea sobre mi.

Por esa razón no pude hacer nada. Tenía miedo, debo admitirlo. Me aterraba lo que pudiera decir de mi ¿Que estoy loco? ¿Si soy normal? ¿Dirá algo más? ¿Hay algo mas hiriente que el desprecio en sí? No quería averiguarlo.

Cerré los ojos tan fuerte como pude, como si así pudiera volver de todo un sueño. Intenté desvanecerme de ahí, desaparecer y librarme de problemas pero no tengo esos poderes, ninguno técnicamente. No quise voltear ni mirar a Sheld.

-¿Por qué cierras los ojos? -me preguntó el chico gato con su boca pegada a mi oído. El repentino ruido me sacó de mi huida mental y me obligó a abrir los ojos como reflejo involuntario.

Entonces lo vi. Para mi mala suerte estaba tan cerca de mi que era incómodo. Sus ojos azules quedaron justo frente a los míos y no pude evitar caer en su hipnotismo. No lo vi con ojos avergonzados, ni con rabia sino con curiosidad, igual que él me veía.

Era la primera vez que le veía en plena luz del día y tan cerca. Su rostro no era como la oscuridad lo dibujaba o como su locura lo hacía aparentar. Era realmente lindo. Me sentí algo avergonzado de pensar en eso nada mas de verlo. Mi rostro se calentó y aparté la vista.

-¿No dirás nada? -me reclamó con rastros de la locura que le caracterizaban.

Sonreí, no sé por qué pero lo hice únicamente ¿Qué debería decirle?

-Yo, yo...

-Shhh... -me calló-. No digas nada.

-Pero... -intenté descontradecirlo pero en verdad no tenía nada que decirle.

Me miró serio, acercando su cara a milímetros de la mía. Entrecerró los ojos y se enfocó en cada parte de mi mirada. Era algo raro de él pero comenzaba a acostumbrarme. Pasó el dorso de sus dedos por mi mejilla e hizo estremecer mi cuerpo, se sentía horrible pero me gustó que lo hiciera. Comenzaba a convencerme de que sentía algo por Sheld.

-Estás nervioso -me dijo. Puso dos dedos sobre mis párpados y los separó para ver por completo mi ojo derecho-. ¿Por qué?

Sheld no se molestaba en ser sutil con sus deducciones o gentil con el proceso. Sus garras me dejaron marcas en la piel de alrededor del ojo y dolía. Le empuje para que dejara de tocarme y lo miré con desprecio.

-Ahora estás enojado -añadió con alegría.

-¿Por qué haces eso? -le reclamé.

-¿Hacer qué?-. Repetí el movimiento que hizo con mi ojo para explicarle a lo que me refería-. ¿Eso? Es solo para saber si vas a comerme... o yo a tí.

Su explicación me resultaba incomprensible pero decidí cambiar de tema, no me importaban sus métodos raros de supervivencia y diversión. Toda la furia contra él volvió a mi mente.

-¡Tu... infeliz... argh! -bufé-. ¡Primero jugaste conmigo al esconderte todo el tiempo, después me golpeaste, me hiciste tus cosas raras de fenómeno y no dejas de ser tan irritante cuando te necesito más!

Me miró con la boca abierta sin decir nada, como si no pudiera hacerlo. Estaba en el límite de lo soportable con Sheld, algún otro comentario extraño haría que me abalanzara sobre él y lo ahorcara con mis propias manos.

-Lo... lo siento, supongo.

-¿Supones? -Me reí indignado.

-En verdad lo siento -se disculpó sinceramente-. Yo solo me iré y te dejaré de molestar.

-¡No!-grité sin pensarlo.

Él se detuvo y me miró con sorpresa. Nos quedamos viendo en un incómodo silencio sin saber ninguno que decir para no arruinar todo más de lo que ya estaba.

-¿Ah... N-n-no? -tartamudeó Sheld indeciso de si decir algo más o no.

-Eh... Yo... Este... Quería decir... -bacilé sin poder completar ni una frase. Me sentía nervioso, más de lo ya normal en mi. Aparté la vista y me abracé sintiendo que así me protegería de lo que vendría después.

Sheld me miraba impaciente por una respuesta clara a mis extrañas súplicas de su compañía. Ninguno de los dos se movía ni decía nada pero ambos sabíamos que debíamos de hacer algo.

Pensaba en una forma de excusar todo mi acto dramático y salir de ahí lo más rápido posible pero me era difícil idear algo.

Volteé para ver si aún me observaba y ya no lo encontré más, Sheld se había desvanecido. Por una parte me sentí aliviado de librarme de una humillación mayor pero, por otro lado, me quedé con ganas de saber que habría pasado si hubiera tenido el valor de invitarlo a salir.

Suspiré sacandome un gran peso de encima y volví la vista sólo para encontrarme con los mismos ojos azules en los que pensaba.

Como acto reflejo grité y me fui para tras cayendo sentado en la tierra.

El susto me revolvió todos los pensamientos y me fui completamente por unos segundos en que no pensaba ni sentía nada. Tarde un momento en componente y poner orden en todo.

Me incorporé y, sin pensarlo, le reclamé a la sonrisa hilarante del chico que todavía se burlaba de mi.

-¿Te asusté? -preguntó retóricamente.

-¿Tu qué crees?-bufé recobrando la compostura.

-Que si pero... ¿por qué exactamente? ¿Porque te sorprendí o... porque me fui?

Me tomó desprevenido su pregunta. Algunas veces me molestaba que fuera tan directo con sus suposiciones pero era mas molesto aún que siempre acertara. Esquivé la respuesta porque sabía que los dos sabíamos la respuesta pero admitirlo no ayudaría en nada.

En cambio lo examiné de arriba a abajo, ahora era tiempo de devolverle las pesadas insinuaciones y ver que tan buen seductor podía ser.

Era una tarea complicada, por no decir casi imposible, saber qué es lo que sucedía en su cabeza. Me sería difícil lograr conquistar a alguien tan extraño como Sheld, aún más sin saber nada de él pero tenía que intentar hacer eso que Evie me dijo, debía coquetearle.

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Hola una vez mas,

Primero que nada disculpen por no actualizar tan rápido como quisiera pero se me han revuelto todas las ideas y unas se enciman a otras y, en especial con este capitulo, es complicado unir todas las ideas que tengo.

Pero en fin, ¿Qué les parece el capitulo? Por favor diganme si les gustó o si no, cualquier comentario, queja, sugerencia las leo todas.

Nos vemos en otro capitulo,

D.

Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora