73 - Cena para dos

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Todo estaba meticulosamente planeado para ser el ambiente romántico perfecto. Había dos sillas, una mesa, un candelabro con velas encendidas y muchos cubiertos de distintos tamaños junto a los platos.

Ben me recibió en la entrada con un abrazo muy repentino y un debil "si viniste". Después me escoltó hasta mi asiento y recorrió la silla para mí como todo un caballero.

Su porte tan elegante combinaba con el lugar y demostraba lo mucho que se había esforzado en preparar todo.

Algo de su perfume se quedó impregnado en mi después de que me abrazara. Olía muy bien. Quería tenerlo más cerca y poder disfrutarlo mejor.

—Espero que te guste el salmón ahumado, es la especialidad del chef real —dijo bien emocionado.

No había parado de sonreír un solo momento, lo que me hacía sentir un poco extraño. Incluso perdí toda la fuerza y decisión que me habían hecho correr hasta ahí.

Una música de violín se escuchó a lo lejos y dos sirvientes trajeron los platillos. No podía negar que esa cosa olía exquisito y me dieron ganas de probarlo inmediatamente. Parti un pedazo pequeño esperando que estuviera usando el cubierto adecuado.

Sabía mucho mejor que el paraíso. Era la gloria en mi boca.

Mmh. Corté otro pedazo y otro y otro más.

Ben río bajito.

—Me alegro que te guste.

—Está delicioso —le dije tras meterme un pedazo de pescado en la boca.

Ben se enderezó en su asiento y me miró sonriendo. Tomó su copa de vino y me hizo hacerlo también.

—Por las segundas oportunidades —brindó.

Segundas oportunidades…

Quizás tenga razón. Quizá todos merecemos una segunda oportunidad… una segunda chance de demostrarle al mundo que no somos tan malos como creen.

Ben me dió esa oportunidad a mí. Aún sin conocerme, creyó en mí… y de no ser por eso yo aún seguiría en la isla recolectando basura y saltando bardas.

Tal vez, solo tal vez, Ben sea el noble caballero que se profesa y sus locuras contra mi son solo eso, momentos de locura.

Levante mi copa, quizás ya muy tarde, y brindé con él.

El vino que me habían servido era exquisito. Dulce y suave sin perder el sabor característico del vino.

—¿Sabes? Siento que han pasado solo unos cuantos meses desde que nos conocimos en persona —sacó Ben un nuevo tema de conversación—. Pero ya casi se cumplirán dos años. ¡Dos años! ¿Puedes creerlo?

Pasé un último pedazo del filete de pescado y negué con la cabeza. En verdad me sorprendí, no había reparado en ello jamás.

—¿Ha pasado tanto ya?

—Siento como si hubiera sido ayer que estábamos organizando su bienvenida a Auradon.

Ben suspiró hundido en sus recuerdos. Había tanto que se podía decir de aquellos días. Todos éramos personas diferentes entonces, con odio reprimido, confusiones, preocupaciones y prioridades diferentes. Éramos niños, pero ya no más. Ahora Ben era rey, y yo le había perdido el miedo a todo.

—Como hemos cambiado —dije sin pensarlo.

Ben me miró detenidamente. Sus ojos marrones brillaban ligeramente con la luz de las velas. Por un segundo sentí que si lo miraba fijamente a los ojos, a esos ojos brillantes, podría ver su alma, sus pensamientos más profundos.

—Aun sigues siendo el mismo para mí, Carlos —me dijo sonriendo.

—¿Sigo siendo un niño que se cree malo por crecer en una isla?

Ben negó.

—Sigues siendo un chico inocente cuya bondad interior no le permitió volverse un villano… Sigues siendo el mismo sujeto del que me enamoré hace dos años.

Casi me ahogo al escuchar lo último que dijo. Tomé un buen trago de vino para pasar el nudo en la garganta pero eso no fue lo que hizo que me enrojeciera el rostro como el fuego.

—Por favor, basta de ser tan cursi. Me marea.

Ben sonrió de medio lado y siguió comiendo.

No puedo mentir, todo esto se siente tan bien, tan correcto que da miedo. La cena, el ambiente, la luz de luna entrando por la ventana, él… todo se siente como si fuera lo que estaba destinado a ser.

Quizá, solo quizá, en un mundo paralelo Ben y yo podríamos estar juntos y ser felices. Puede que en otra realidad nada de lo que sucedió entre nosotros, nada de lo que arruinó nuestra oportunidad exista.

¿Fue una maldición la culpable de que lo nuestro no funcionara? ¿O tal vez solo no se suponía que fuera?

Me agrada Ben, incluso lo llegué a amar a un nivel significativo. Todo él es perfecto, es hermoso e inteligente. No me sorprende que me haya enamorado de él. Pero el destino no lo quiso así y puede que todo lo que sucedió sea por mí bien.

Quizá lo nuestro está condenado al fracaso.

Y aún así, a pesar de todo el daño que nos hemos hecho, yo a él y él a mí, Ben sigue intentando que funcione.

¿Es correcto esto… O solo se siente como si lo fuera?

—Ben…

—¿Si Carlos?

—Gracias. Por todo.

Ben sonrió de nuevo.

—No necesitas agradecerme. Ahora vamos a buscar tus papeles secretos que tanto ansías, lo sé.

Bajé la vista y asentí.

Cierto, hacía esto para conseguir el acceso al archivo... Qué tonto, por un momento lo olvidé totalmente.

Ben me llevó hasta la oficina principal de su majestad donde tod era monstruosamente grande y lujoso. Las mismas paredes parecían hechas de oro, y los muebles parecían tener vida de tan brillantes y vistosos.

Un gran escritorio se posicionaba al centro del lugar y, del lado derecho, un gran mural cubría la pared. Era un grabado de casi toda la historia de sus majestades, la legendaria historia de Bella y Bestia, desde la maldición de la bruja hasta su boda. Y al final, en la esquina inferior, ambos monarcas sostenían en brazos a un tierno bebé.

Sonreí al verlo. Era el final feliz que nadie se esperaba y sin embargo, no lo cambiarían por nada. Tanto así que lo tenían grabado en su pared para nunca olvidar un detalle.

—Impresionante ¿No?

Ben se acercó a tocar el mural. Algunas partes tenían incrustaciones y otras estaban en relieve. Toda una obra de arte.

—Se puede sentir la magia, incluso…

—Eso es porque el amor es la magia más poderosa. Eso es lo que dice el Hada Madrina. Impregna todo lo que toca y lo llena de un brillo espléndido.

—Suena como algo muy especial.

—Lo es… por eso fui un tonto al dejarlo escapar cuando lo tuve tan cerca.

—Umm… yo he cometido el mismo error.

Lo dije pensando en lo que sucedió con Sheld... Aunque en mi cabeza, muy dentro de mi, sabía bien que hablaba de lo mismo que Ben. También me lamento por lo que pudo ser entre nosotros y esa herida, aunque cicatrice, nunca desaparecerá.

Pero ahora tenía otros planes, otros motivos que lamentar el pasado. Lo que fue ya no se puede cambiar pero lo que vendrá sí, y depende de mí ahora encontrar la información que necesito para evitar más tragedias.

No solo se trata de mí y mi "problema", es algo mucho mayor. Sheld está desaparecido, Robin está herido y hay un misterioso ejército atacando criaturas mágicas.

—Ben, quiero preguntarte algo… y necesito que seas completamente sincero.

Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora