"Toc, toc, toc" tocó Evie la puerta, sólo podía ser ella. Corrí a abrirle para que iniciáramos el plan.
La chica entró deslumbrando el lugar, estaba tan arreglada que parecía que ella iba a tener la cita. Llevaba puesto un vestido azul que supuse había diseñado ella misma. Se quitó las gafas de sol y después de presumir su figura se rió como loca. No le encontraba gracia pero su risa era contagiosa así que le seguí la burla.
Jay estaba en la habitación, alistándose para el partido de hoy. Aún faltaban algunas horas así que holgazaneaba en su rato libre. Nos miró confundido por nuestro show de risas lo que me ocasionó reírme incluso más. Aquello se había vuelto un río de carcajadas del que no podía salir aunque quisiera. Quizás era mi inconsciente evadiendo el miedo de salir con Sheld. La noche anterior me la había pasado pensando excusas para no hacerlo pero la prueba de fuego al contárselas a Evie logró descartar todas por completo.
Y aquí estaba ella, diciéndome que hacer y que no hacer, como vestir, que decir, a donde ir, tantas cosas que ignoré casi por completo intentando no morir de nervios con tan sólo la idea.
-¿Para qué tanto ensayo? -preguntó Jay poniendo interés en nuestra plática tan inusual de nosotros donde sólo ella hablaba.
-Una cita -le respondió Evie.
-¡Una cita! ¿Y con quien saldrás ahora Evie? -indagó él.
-Yo no -aclaró-. La cita es de Carlos.
-Viejo, ¿y quien es la afortunada?
-Yo diría que no es afortunada -dije algo incómodo.
La cara de Jay delató su incomprensión, por lo que Evie le aclaró todo, y para mi mala suerte, con lujo de detalles.
-Carlos saldrá con un chico, está intentando superar a un rey que no supo apreciarlo y ahora se irá a los brazos de un lindo felino -explicó ella derramando ternura.
Por unos segundos el silencio incómodo se apoderó del lugar y sentí que el tiempo se detuvo con los ojos de Jay clavados sobre mi.
-Amigo ¿eres gay? -preguntó sorprendido Jay.
El ambiente me pareció hacerse denso e incómodo. Por alguna razón me sentía avergonzado por lo que decían ambos, como si fuese culpable de algo.
-¡Claro que no!, sólo le gustan los chicos -bromeó la chica de cabello azul.
-Viejo, eso si que es raro -. No podía hablar, estaba avergonzado y me limité a sonreírle tímidamente como si quisiera disculparme.
-¿Crees que es raro? Yo digo que es tierno.
-No te ofendas cachorro pero siempre pensé que eras tímido y por eso no te gustaban los vestidores. Entonces... Tu... Chicos... Gay... ¿Es enserio? -Asentí ligeramente.
Evie giró los ojos y se recostó en la cama como si no hubiera hecho nada.
-Me avisas cuando tus músculos digieran la idea -dijo ella.
Jay estaba bloqueado, tal vez hablándolo consigo mismo, tal vez pensando lo impensable sobre mi. Me mataba su silencio, su mirada pasmada que veía el vacío en mi interior y me hacía sentir como un diminuto y pisoteado insecto.
Jay era una persona que en verdad me importaba, y claro, también me importaba lo que pensaba de mi.
Yo sabía que no era normal estar enamorado de otro chico pero así lo estaba, porque seguía queriéndolo a pesar de todo lo que ese amor me ha hecho pasar. Sabía lo cruel que podía ser la gente, aún más los creídos y mimados que estudiaban junto a mi.
No quería imaginar lo que pasaba por la cabeza del chico musculoso porque sabía bien que no podía ser nada bueno.
-No le prestes atención y quizás comience a pensar -me dijo Evie.
Al volver la vista a donde estaba antes el chico ya no había nada. Se había ido de la habitación. Mi cabeza, como de costumbre, le daba mil vueltas al asunto y no quería despegarse del peor escenario.
-Bien, ahora hay que decidir qué usarás para ir a tu cita.
-Ni siquiera sé si él aceptará. Piensa lo un poco ¿viste la reacción de Jay? ¿Y si Sheld reacciona igual? Tal vez sólo trataba de alejar lo negativo de la imagen del rey -excusaba.
-Ay, por favor. A Jay lo que le sobra de cabello le falta de cerebro ¿Te hablé de cuando intentó coquetearme? -Suspiré fastidiado. Había escuchado esa historia ya varias veces, a Evie le gustaba fanfarronear sobre sus pretendientes una y otra vez con quien fuera, al parecer le alimentaba mucho el ego.
-Me llevó un collar de perlas -dijimos a la par, ella presumiendo y yo burlandome-. Apestaba a pescado y después...
-Ursula le dio una paliza y tuvo que devolver el collar. Bla, bla, bla... -concluí yo la historia. La chica molesta me lanzó un cojín a la cara-. ¡Oye!
-No es gracioso -me reclamó.
-Tampoco tu historia lo es.
Se levantó de la cama y caminó directo a mi ropero. Abrió las puertas de madera y comenzó a menear todas las prendas. Las descolgaba para verlas bien y algunas las lanzaba sobre la cama. Terminó con el ropero y se dedicó a crear conjuntos con la ropa que había apartado.
-Pruebate esto -me dijo pasándome unos pantalones entallados de color negro y la camisa afelpada de piel de tigre de bengala que mi madre me había regalado por mi catorceavo cumpleaños que había hecho con su antiguo abrigo, antes de que se volviera loca.
Entré al baño y me cambie de atuendo. Parecía que traía un suéter navideño pero me veía bien. Faltaba saber lo que opinaba la diosa azul de la moda.
-Te ves bien -dijo-, pero te verías mejor con algo más -Volvió al ropero y revolvió más la ropa. Sacó un cinturón rojo y lo colocó al rededor de mi cintura.
-Perfecto -celebró ella.
Me miré de nuevo al espejo. Me gustaba más sin el cinturón pero no logre convencer a Evie de ello.
-Ahora, sientate -me ordenó. Sacó de no sé donde un estuche color rosado y una esponja. Comenzó a maquillarme el rostro.
-¿Qué haces? -le reclamé apartando el polvo de mi cara.
-Oculto tus pecas -explicó.
-No, no, no. A mi me gustan mis pecas.
-Pero te hacen ver como si tuvieras lodo salpicado en la cara.
-No, no -Intentó seguir maquillándome pero no se lo permitía. Le quité la esponja y la lancé lejos-. ¡No quiero que me maquilles! ¡Quiero mis pecas tal como son! ¡No quiero esto! ¡No saldré con nadie ni buscaré un remplazo para Ben!
Evie se quedó callada. Se notaba su tristeza. Me había pasado de la raya. Los ojos de la chica se cristalizaron y ahogó un sollozo con su mano. Me sentía terrible. Ella sólo quería ayudarme y yo sólo le decía que no. Me acerqué para abrazarla.
-Lo siento Ev, pero es que no quiero hacerlo -. La chica sollozó levemente y sonrió.
-Yo debería disculparme. Es sólo que me obsesiono con las citas y todo eso. Cada vez me parezco más a mi madre, controladora y mandona. Creó que está en mis genes -dijo Evie volviendo a la normalidad.
-Yo también creó que me vuelvo como mi madre. Cada vez más loco.
Ambos reímos y continuamos el abrazo que segundos antes habíamos interrumpido. Nos quedamos en silencio por un rato, sonriendo como tontos el uno al otro como si la conversación siguiera de forma telepática.
-¿Que pasa si no le gusto? -le pregunté rompiendo el silencio-. ¿Si no le gustan los chicos? Creerá que soy un idiota.
-Con esa cara puedes enamorar a cualquiera -me alagó-. A pesar de las pecas.
-Si es así no necesito un cinturón rojo derrite corazones -bromeé quitándome el accesorio que tanto me incomodaba sin ganarme ninguna queja de la chica.
-Ve por tu gato, tigre -me motivó.
Salí del cuarto y me dirigí al bosque para buscar a mi próxima cita.

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Pieles y coronas
FanfictionLa vida de Carlos nunca ha sido un cuento de hadas. Ahora tiene una nueva oportunidad para rehacerla fuera de la isla. Ser bueno, es la parte difícil. El mundo es muy distinto aquí y si creías que los villanos eran malos, deberías conocer a la reale...