Tan pronto como cruzamos el portal hacía el País de las Maravillas, quedé enamorado del lugar.
Nunca nadie me dijo que sería tan hermoso y mágico, solo escuchaba cosas malas de sus habitantes como que estaban locos y eran tontos, pero se les olvidó mencionarme que las maravillas más maravillosas existían aquí.
Solamente en el trayecto hacia el palacio del rey, no más de 5 kilometros, conté 40 especies distintas de aves multicolor de todos tamaños y formas ridículas e imposibles. Pasamos junto a un riachuelo del color de la plata y cuyas orillas estaban repletas de pequeños animales peludos que bebían del agua metálica.
Las montañas rojizas continuaban hasta perderse en el horizonte, bajo un cielo dorado hermoso, y los bosques — árboles que jamás en mi vida había visto antes— parecían cantar y mecerce al ritmo de su propia melodía.
—¡Wow, esto es mágico!
A Ben le hizo reír mi comentario.
—Hay tantas cosas preciosas aquí que quiero gritar —Evie me zarandeó del brazo emocionada—. Mira esos pequeñines de —. Apuntó hacia dónde había unos diminutos conejillos de orejas rizada y cuerpos a rayas revolcándose en la pastura—. ¡Son tan tiernos!
—Y peligrosos —agregó Ben—. Yo que tú los admiraría de lejos.
La carroza siguió avanzando sobre el sendero empedrado hasta detenerse frente a las puertas del palacio de espadas: un monumental edificio con inumerables torres rodeado por un inmenso jardín de rosales a la derecha y un laberinto de setos florados a la izquierda del castillo.
Un hombre vestido de siervo abrió la puerta del carruaje:
—Rey Benjamín de Auradon, bienvenido al País de las Maravillas —saludo cortésmente.
Ben le saludó de vuelta con la misma cortesía que la nobleza demandaba.
—El rey lo espera —le dijo el mismo sujeto.
Antes de irse con él a su junta diplomática, Ben regresó un momento al carruaje donde estábamos aún nosotros.
—Ustedes dos —nos señaló—. Por nada del mundo vayan a bajarse de aquí. Este no es un lugar para que hagan lo que les plazca ¿Entendido?
—¿Qué? ¿Por qué? —reclamamos Evie y yo a la vez.
—No es justo —hice un puchero.
—Es una orden —repuso Ben serio.
¿Habíamos viajado hasta este mundo tan extraño solo para que nos obligara a quedarnos sentados en el carruaje hasta que él termine sus asuntos aburridos de rey? Yo no lo creo.
—Pero Ben... Quiero conocer el lugar —le rogué intentando ser tierno y tener más posibilidades de convencerlo.
Ben se lo pensó un segundo y finalmente se rindió. Jaque.
—Bien, pueden pasear un poco por aquí cerca —aceptó—. Pero los guardias tienen que acompañarlos siempre, sin excepciones. No sé alejen mucho y no se metan en problemas porque aquí pueden perder la cabeza por cualquier tontería ¿Les quedó claro?
Evie y yo asentimos con la cabeza.
El siervo le indicó que se apuraran o sino llegarían tarde a su junta. Ben desapareció tras las puertas del palacio no sin antes darnos una última advertencia con la mirada.
Cuando el rey estuvo fuera de vista inmediatamente Evie y yo nos miramos cómplices.
Definitivamente íbamos a meternos en problemas.
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Pieles y coronas
FanfictionLa vida de Carlos nunca ha sido un cuento de hadas. Ahora tiene una nueva oportunidad para rehacerla fuera de la isla. Ser bueno, es la parte difícil. El mundo es muy distinto aquí y si creías que los villanos eran malos, deberías conocer a la reale...