Vestirse para la ocasión

887 100 12
                                    

Eran las risas de Jay y de Evie, las conocía bien.

¿Que hacía ella aquí tan tarde? ¿Y con Jay?

Acaso...

No dudé más y abrí la puerta para descubrir lo que sucedía.

Me quedé sin palabras. Esto era mejor que lo que imaginaba.

—¡Oh, Carlos! Que bien que —contuvo una risa—que llegaste.

Evie llevaba varias prendas en brazos y muchas más descansaban sobre las camas y el suelo.

Para mi sorpresa, ahí también estaba Sheld, vistiendo un traje color azul pastel y un sombrero de copa del que sobresalían sus orejas de gato.

—No... te atrevas a burlarte tu también —amenazó mi tierno novio apuntándome.

Contuve una carcajada. No podía creer lo que estaba sucediendo.

Era tan tierno, tan adorable y tan gracioso al mismo tiempo...

Sheld soltó un quejido y comenzó a quitarse el traje con rabia. Creo que al no le parecía divertido.

—Ey, ey no te desnudes aquí —dijo Jay en broma— Sigo traumado de verlos juntos haciendo sus cosas.

El rostro del chico gato enrojeció, y creo el mio también.

Evie golpeó en el hombro a Jay ahogando carcajadas.

—Dejalos en paz —defendió la peliazul divertida—. Son novios, pueden hacer eso y más...

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No quería imaginarme lo que la mente retorcida y pervertida de mi amiga producía. Mucho menos pensar en lo que ella hacía... Y dough... Otro escalofrío.

—¿Que está pasando aquí?

—Estamos probando nos ropa —explicó Jay.

—Están riéndose de mi —corrigió Sheld quien ahora sólo conservaba la camisa blanca y el pantalón del traje.

—Solo un poco —le dijo Evie mostrando el pequeño espacio de separación entre su índice y pulgar. Se aclaró la garganta—. Disculpa, hmh, ya... se acabó.

—Y... ¿Por qué se están probando disfraces?

—No era un disfraz.

—Son trajes —aclaró Evie—. Para el baile de mañana. Que bueno que llegaste. Vamos, pruebate uno.

Esculcó entre todas las prendas y me extendió unas cuantas.

—Cambiate.

Me colocó la ropa entre los brazos y me empujó hasta la puerta del baño de la habitación.

—Espera ¿me tengo que cambiar allí dentro?

—Si quieres cerramos los ojos —ofreció Jay.

Fruncí el ceño, era mejor no llevarle la contraria a Evie así que hice lo que me ordenó.

Revisé lo que me había dado: una camisa rosada con un pantalón negro ajustado y una corbata roja. No me quedó de otra más que probarmelas.

Salí del baño y todos me examinaron de pies a cabeza.

—Te queda excelente —chilló Evie.

—Me siento... raro.

—Te ves bien, bro —agregó Jay—. ¿Tu que dices Gatito?

Sheld hizo una mueca de odio por el apodo. Volteó a verme nuevamente.

—Mi novio es precioso —suspiró.

Sonreí. Siempre lograba hacerme sonreír.

—Si a ustedes les gusta...

—¿Por qué no te pruebas otros? —sugirió Evie de inmediato.

—Este está bien...

—Creo que el que debería de probarse otros es el pequeño Gatito —me interrumpió Jay.

Sheld de nuevo frunció el ceño.

—¿Tienes algo que sea de este siglo? —bromeó Sheld.

—Vamos, es un traje clásico —resongó Evie defendiendo su elección. La mirada seca de desaprobación volvió a posarse sobre ella y esa fue su señal para comenzar a buscar otro traje.

Sheld se acercó hacia mi y acomodó en nudo de la corbata en mi cuello. Su sonrisa era tan linda para mi que podría verla horas y horas.

—¿Estas listo para mañana? —preguntó suavemente a par que ajustaba el nudo.

—Eh... Creo que si... ¿Y tu?

Resopló con gracia.

—Si Evie no me consigue algo apropiado para vestir creo que tendré que pedirselo a mi hada madrina. Quizás las zapatillas de cristal me queden bien —bromeó mirándose los pies— ¿Tu que opinas?

— Eres un tonto.

Ese sentido del humor era ese algo que lo hacía tan especial... Al menos para mi. Su capacidad de hacerme reír, de reírnos juntos... Era una de las muchas cosas que me gustaban de Sheld.

—Carlos, quítate el traje antes de que lo ensucies —Como siempre Evie rompía esos momentos mágicos con él.

Obedecí de mala gana y me adentré de nuevo al baño para cambiarme de ropa otra vez.

Ahora el traje esperaba cuidadosamente colgado y sin arrugas hasta ser usado mañana para el baile...

La noche transcurrió con las pruebas de vestuario para Jay y Sheld. No tenía ni la menor idea de de donde había obtenido tantos trajes Evie pero seguía armando conjuntos para que los chicos se los probaran.

Pasaron las horas, entre risas, corbatas, burlas, camisas y sacos...

—Ya es muy tarde —sentenció la peliazul entre bostezos— Deberíamos dormir bien para mañana.

La chica acomodó como pudo las diversas prendas con ayuda de Jay y se retiró a su habitación, no sin antes despedir a todos con un somnoliento buenas noches.

—Creo que nosotros deberíamos hacer lo mismo —dijo Sheld abrazándome de la cintura por detrás.

Dio un pequeño beso en mi mejilla y se escurrió entre las sábanas.

Volteé a ver a Jay, casi muerto del sonrojo. Por suerte el musculoso estaba tumbado en su cama contorsionado de una forma que lucía dolorosa soltando leves ronquidos.

Apagué la luz y me metí a la cama junto con Sheld.

Adoraba verlo dormir, parecía un pequeño gatito tan tierno y abrazable pero a la vez me sentía protegido con él. Me acomodé entre sus brazos sintiendo el calor de su cuerpo junto al mio.

—Buenas noches —me susurró entresueños apretando sus brazos a mi alrededor

—Descansa, amor.

Era en estos momentos en los que podía pensar que estaba en un sueño, y que, como muy pocas veces, podía creer que era feliz...

«Si es un sueño, no quiero despertar... Nunca».




••••••••••

Ha pasado ya mucho tiempo,

Por fin pude completar un capítulo más 😃...

Lo cierto es que no he tenido nada de tiempo para escribir. La escuela me está matando 😢. Todo el tiempo tareas, exposiciones, trabajos, exámenes, me tiene un poco loco...

Yo sé que no les importa eso pero es la razón por la que no he podido escribir a pesar de que tengo tantas ganas de hacerlo, pero bueno...

Gracias a todos por seguir leyéndome y votar y comentar los capítulos 😁.

Espero que les haya gustado, diganme que les pareció, cualquier cosa pueden comentarme.

Nos leemos en otro cap,

D.

Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora