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Año 850
-¡Capitana! ¡El comandante ha ordenado la retirada!
-¿Qué? ¿Por qué?-me limpio la sangre que ha salpicado mi rostro.
-No lo sé, capitana.
-Maldito cejotas, vamos.
Han pasado siete años desde que me uní a la Legión, cada uno más difícil que el anterior.
En ese tiempo aprendí muchas cosas, algunas de las que no me siento orgullosa pero que han sido la clave para sobrevivir y lograr mi lugar actual, como por ejemplo las personas de las que te rodeas. Puedes ser muy malo en algo, pero si te rodeas de personas talentosas, pronto se olvidarán de tus errores. Probablemente durante años fuí la carga de mi escuadrón, pero como se trataba del de Hange-san, acababan por tomar mis errores como experimentos, triste pero cierto. Luego me veían convivir con el escuadrón de Levi, uno de los más destacados en la Legión, y automáticamente deducían que todos éramos soldados del mismo nivel, y no que eramos amigos desde tiempos inmemorables.
Así acabé comprendiendo que no importa como seas, las personas asimilan de tí lo que quieren.
Claro que eso me dio tiempo para entrenar y mejorar, las noches sin dormir y las heridas causadas fueron mis mejores amigas por mucho tiempo, pero es natural que si te esfuerzas en algo, algún día lo lograrás.
Dos años atrás me despedí del escuadrón de Hange-san por pedido de Erwin, me uní al prestigioso escuadrón del comandante y pude ocuparme de manera oficial del papeleo que cargaba la Legión, según Levi yo era quien tenía la letra menos mierda de todos ellos, y era verdad, creo que Mike escribe en una lengua muy antigua y aun no nos hemos enterado.
Lastimosamente nadie que no fueran mis amigos más cercanos vieron todo mi sacrificio, y cuando Erwin me nombró líder de escuadrón (sin decirlo explícitamente, pero una clara señal para que Levi no me uniera a su escuadrón), nadie se sorprendió, y dieron por hecho que me dieron un puesto que no merecía, ya que nunca me había esforzado por obtenerlo.
Esa fue mi segunda lección: nunca puedes hacer felices a todos, por lo que es mejor hacerte feliz a ti misma.
Saltamos del techo de una de las casas y tomo mi caballo para dirigirme a donde Erwin habla con Levi.
Desde aquí siento el enojo de Levi.
-¿Por qué nos retiramos?-cuestionó deteniéndome junto a Erwin.
