ᴅɪᴇᴄɪɴᴜᴇᴠᴇ

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—Buenas noches, capitán.

—Buenas noches, Alma.—Mi nombre en su boca sonaba tan absolutamente bien.

Miré cómo abrió la puerta de su habitación y se adentró en ella.

Suspiré, y procedí a hacer lo mismo. Después de toda la noche bailando mis piernas no serían capaz de dar ni un paso más.

Solo en pensar en mi cama se me cerraban lo ojos.

Nada más abrir la puerta una mano grande se estampó contra mi boca, callando el grito que iba a salir de mi garganta al ver el rostro de Reiner.

Haciendo presión con su mano en mi boca, me agarró de la cintura adentrándome en la habitación y cerrando la puerta detrás de mi.

Mi cuerpo se puso en alerta, me iba a matar, estaba en mi habitación, no tenía escapatoria, tenía que pelear.

En un ataque de adrenalina, sin dejarle ni abrir la boca para hablar, lancé una de mis piernas hasta su entrepierna.

—Vete a los puntos débiles. Garganta, barriga. En los hombres puedes recurrir a la entrepierna y en las mujeres al pecho, es sucio pero si no tienes otra opción habrá que recurrir a eso.

No se lo esperaba, se dobló inmediatamente de dolor apartando su mano de mis labios.

Pensé que era mi momento de huir, pero cuando abrí la puerta sentí su mano rodeando mi tobillo.

Tiró de él tan bruscamente que caí de boca contra el suelo, pero puse mis manos para no darme en la cara.

Mi corazón entró en pánico.

Me arrastró por el suelo hasta quedar debajo de su cuerpo, con sus rodillas a cada lado de mi torso. Nuestras caras estaban demasiado cerca.

—Para.—Rechistó frunciendo el ceño.

Volví a lanzar mi rodilla. Sus manos colocándose en mi cuello me hicieron volverme loca.

¿Me iba a ahorcar?

Comencé a lanzar patadas, rodillazos, puñetazos y todo lo que pude pero él los aguantaba mientras continuaba apretando sus manos en mi cuello.

Sentí dolor, demasiado. El aire estaba dejando de entrar en mi cuerpo.

Mis golpes comenzaron a ser más débiles hasta que paré.

Me iba a matar.

Levi apareció en mi cabeza. Quería gritar su nombre, quería que viniera a salvarme. Si tan solo me escuchara.

Mis ojos comenzaron a entrecerrarse.

Mi corazón comenzaba a latir más lento.

Sentí como la vida se me estaba escapando de las manos, aunque yo intentaba aferrarme a ella.

Hasta que el aire volvió a entrar a mis pulmones, sus manos dejaron de apretarme.

Tomé la calada de aire más grande que había tomado nunca. Reiner se quitó de encima mío y bufó llevándose una mano a la cara frustrado.

Yo aún seguía tirada en el suelo con la respiración agitada y ambas de mis manos fueron a mi dolorido cuello.

Sentía mi cuello como si estuviera en carne viva. Pinchazos de dolor en mi garganta provocaron que me mareara.

Todo se volvió borroso.

—Joder, Alma.—Soltó. ¿Casi me ahorca y me dice joder Alma? Mi vida es surrealista.

Apoyé la cabeza en el suelo.

—No quería hacerte daño, joder.—Volvió a rechistar.

Intenté quejarme, decirle de todo, pero las palabras no salían de mi garganta.

—Lo siento.—Se disculpó. Alcé la cabeza para mirarle.

—Solo vine a hablar.—¿a hablar?¿de que cojones va?

Intenté tragar saliva.

—Todo esto va a terminar pronto.—Continuó hablando.

Yo solo intenté tranquilizar mi respiración.

—No sé que pasará pero...—Hizo una pausa.—Antes tenía que disculparme contigo. Nunca quise hacerte daño, solo fuiste daños colaterales de una guerra en la que no tenías que ver.—¿En una guerra?¿Se puede saber de qué demonios está hablado?

Nuestros ojos se conectaron, pero no estaba segura de si mi mirada no estaba expresando todo el odio que sentía ahora mismo.

—¿Sabes porque ese día no pude matarte?¿Porque fui detrás de ti para salvarte?—Yo solo le escuché en silencio, aunque tampoco es que pudiera decir nada con el dolor de garganta que sentía.

—Porque siempre he estado enamorado de ti.—Mis ojos se abrieron como platos. Anonadada.

—Y sé que no es excusa, sé que haberte dejado ahí con una herida grave en la barriga es suficiente para odiarme.—Prosiguió. Agachó la cabeza, su mirada estaba triste, parecía realmente arrepentido.

—Pero espero que algún día puedas perdonarme.—Esas palabras revolotearon por mi cabeza miles de veces. Aunque quisiera, no creo que sería capaz de perdonarle.

—Espero que cuando vuelva a mi casa...—¿A su casa?¿de que casa está hablando?—recuerdes los tres años de amistad tan bonitos que tuvimos.—Sus ojos estaban llorosos, pero yo callaba cada sentimiento de mí que sentía empatía.

Después de unos cuantos segundos mirándonos a los ojos, se levantó del suelo entre suspiros.

—Lo siento otra vez por lo del cuello.—Agachó la cabeza.

—Ahora me tengo que ir antes de que alguien me pille.—No abrí la boca ni un momento.

—¿No vas a decir nada?

Silencio.

—Está bien. Nos vemos pronto, Alma.—Apretó los labios y desapareció por la puerta.

Volví a apoyar mi cabeza en el suelo, miré al techo intentando tranquilizar las pulsaciones de mi corazón.

Respiré, cerré los ojos y los apreté con fuerza intentando evitar lo que sabía que iba a pasar. La lagrimas comenzaron a brotar por mis ojos, esa sensación volvió a mi cuerpo, me volví a sentir débil.

Lo odiaba. Lo odiaba tanto. Todo lo que me había dicho me ha entrado por un oído y me ha salido por el otro.

Lo mataré, algún día yo misma lo mataré.

Me llevé las manos a la cara. Estaba segura de que no tenía ni fuerza para levantarme.

Con un dolor insoportable en mi cuello y lagrimas recorriendo mis mejillas, cerré los ojos y todos los dolores se esfumaron.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora