ꜱᴇꜱᴇɴᴛᴀ

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—Esta es una noche especial, pero procurad que la población civil no se entere. No arméis mucho jaleo, esto es una forma de nutriros.—Todos miramos hacia la mesa de madera anonadados.

—¿Carne?—Murmuró Connie. Me imaginaba la cara de Sasha sin si quiera mirarla.

—¿Esto va enserio?—Habló ella, llevándose las manos a la cabeza. No pude evitar soltar una pequeña risa al verla.

—Un brindis, por la recuperación del muro María. Salud.—Escuché, y al segundo toda la sala se convirtió en un completo gallinero, donde cada uno luchaba por conseguir un trozo de carne aún habiendo una porción para cada uno.

—¿¡Me estás vacilando, chica patata?! No sabes lo que haces.—Alcé la mirada al escuchar a Jean gritar, para ver cómo Sasha había pegado un mordisco en toda la carne.

Yo le dediqué una mirada cómplice a Mikasa.

Un rato después, ya habían conseguido dejar fuera de combate a Sasha, y todo se tranquilizó empezando a comer como personas normales.

—Insisto, no tienes experiencia en combate. Tienes que quedarte en la retaguardia.—Le hablaba, con cierto tono de superioridad Jean a Marlo, el cual se había sentado en nuestra mesa no entiendo muy bien el porqué.

—Sé que aún soy débil, pero justo por eso debería estar delante, para atraer la atención del enemigo.—Yo les ignoré como hacían todos los demás, concentrados en comer.

—¿Como?¿Ahora vienes a darnos lecciones de sacrificio a los veteranos?—Preguntó retóricamente Jean.

—Pero es que sin esa mentalidad el ejército no puede funcionar como un todo.—Replicó el pelinegro.

—Vamos a ver, todos hemos sido novatos alguna vez. Si sacrificaran a los novatos nada más empezar, nunca habría relevo generacional. Así que el trabajo de vuestro escuadrón es quedaros en la retaguardia, mirar y aprender.—Aunque me cueste admitirlo, esta vez Jean tenía razón. Sin embargo esa superioridad con la que hablaba me sacaba de quicio.

—El soldado más inútil es el que solo consigue atacar un par de veces porque parece tene prisa para morir, ¿o no?—Continuó hablando Jean, lanzándole claramente una pulla a Eren.

Yo suspiré sabiendo cómo iba a terminar esto.

—Oye, ¿a quién te refieres con eso?—Habló Eren.

—¿Tú ves algún otro idiota suicida por aquí?—Tengo que admitir que eso me hizo gracia.

—Escucha, ¿sabes lo que he descubierto últimamente? Que soy bastante normalito, así que si me ves así será porque eres una gallina, Jean.—Contraatacó, y no tardaron ni un segundo más en llevar la discusión a las manos.

Todos miramos como se pegaban.

—¿Dejamos que se peleen?—Nos preguntó Armin. Mikasa y yo nos miramos, para después ambas asentir con la cabeza.

Sin embargo, la pelea no duró mucho porque Levi apareció de un momento a otro, propinando una patada a cada uno de ellos dejándolos a los dos tirados en el suelo.

—Armáis demasiado escándalo. A dormir.—Dijo, no pude evitar poner una sonrisa tonta al verlo. Era tan jodidamente sexy.

—Pero antes limpiar bien.—Añadió.

—Sí, señor.—Respondieron, y todo el barullo que se había formado desapareció en unos segundos.

Yo me quedé con Jean, ayudándole a limpiar, pues después de la patada del capitán, echó toda la comida que había cenado.

—Ven aquí anda, deja que te cure eso.—Le dije, sentándome en la mesa del comedor con el botiquín en mi manos.

Él me hizo caso, y se sentó en frente mía.

—¿Para que te metes en esas peleas? Y encima justo antes de una misión importante.—Le regañé, sacando un algodón y bañándolo en alcohol.

—Necesitaba desahogarme.—Yo alcé ambas cejas.

—Pero tú no te curas como Eren lo hace, ¿sabes?—Él frunció los labios.

—Tienes razón.—Yo le dediqué una tierna sonrisa para empezar a pasar el algodón por la herida de su labio inferior.

—Siempre la tengo.

En cuanto terminé, al ver su cara algo entristecida, le rodeé entre mis brazos.

—Te quiero, Jean.—Murmuré.

—Yo también.—Respondió.

—Me duele tanto verte así.—Porque aunque él se haga el duro, sé que por dentro está sufriendo por un amor no correspondido.

—Solo es una mala racha, no te preocupes.—Dijo, y por primera vez en toda la noche me dedicó una pequeña sonrisa.

—Más te vale que así sea, ahora a dormir, que mañana va a ser un largo día.—Hablé, levantándome de la silla y guardando el botiquín.

—Que descanses.—Me dijo, y yo deposité un beso suave sobre su mejilla.

—Hasta mañana, tonto.—Me despedí sonriente para dirigirme a la puerta del comedor.

Encontrándome al trío de siempre, Armin, Eren y Mikasa, sentados en las escaleras.

Sonreí al escucharles hablar de lo que harían cuando recuperáramos la muralla María, que todo volvería a ser como antes.

—Buenas noches, chicos.—Me despedí, dejándoles hablando de sus cosas. Me alegro que tengan tanta seguridad de que vayamos a recuperar el muro.

Ellos se despidieron también, y continué el camino a mi habitación.

—Que susto me has dado, por dios.—Dije, sobresaltándome, al encontrarme a Levi, unos metros más lejos de Eren y los demás, sentado en el suelo apoyado sobre la pared.

Él solamente se quedó en silencio.

—¿Que haces aquí?—Pregunté, agachándome a su altura para poder verle la cara.

—¿Estás bien?—No parecía estarlo.

¿Porque no decía ni una palabra?

—¿Estás preocupado por la misión de mañana?—Continué preguntando hasta que me miró, conectando nuestros ojos.

No tardé ni un segundo más en sentarme a su lado.

—Cuéntame que te pasa.—Le repetí. Estábamos a unos pocos centímetros el uno del otro.

—Como te pase algo, no sé qué será de mi.—Me habló con una voz ronca, mis labios se entreabrieron de confusión.

Ya entendía que era lo que le tenía así, el miedo a perderme.

—No me va a pasar nada, Levi.—Intenté darle seguridad.

—Para algo bonito que tengo.—Murmuró, haciendo que mi corazón se rompiera en pedazos.

—Todo saldrá bien. Hazme caso.—Le tranquilicé acariciando su mejilla con mis dedos de manera cálida.

—Prométeme que no morirás.—Sonreí al escucharle, pues eso era algo que no se podía prometer.

Pero si era lo necesario para hacerle sentir seguro, lo haré. Lucharé hasta el último momento, con todas mis fuerzas, para que eso no ocurra.

—Te lo prometo.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora