ᴜɴᴏ

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—Reiner.—Pronuncié en un hilo de voz. El viento azotaba mi cara y despeinaba mi largo cabello rubio provocando que ondeara junto con él. En frente de mi se encontraba el otro lado de la muralla Rose, un gran campo verde con afloradas colinas y algunas que otras casas inhabitadas. A lo lejos se podía apreciar el bosque de árboles gigantes, siempre me habría  gustado poder ir allí, me parece un lugar realmente impresionante.
Lo que un día fue seguridad dentro de la muralla Maria.

—¿Porque me has traído aquí?—Pregunté, aunque temía ya saber la respuesta. Aclaré mi garganta para voltear la cabeza hacia el rubio. Este se encontraba mirando el paisaje como hacía yo hace un momento. Su cabello rubio era tan corto que no se despeinaba con el viento, unos segundos después se giró hacia mi, dejando al descubierto su rostro en el cual tenía cierta expresión de tristeza. Sus pequeños ojos azules me miraban con una gran atención, como si intentara analizar cada movimiento que haga.

—Porque hay unas bonitas vistas.—Su voz era grave, y sonaba tranquila.
Al escuchar esas palabras salir de su boca apreté mis labios y volví a mirar al frente.

—Mentira.—Dije. —Me vas a tirar, ¿verdad?—Hablé casi en un susurro, pero lo suficientemente alto para que el rubio me escuchara.

Un silencio inundó lo alto de la muralla, solo se escuchaba el viento y el sonido de los pájaros cantar.
Estaba asimilando que iba a morir, pensando en las personas que me importan, aunque nadie apareció en mis pensamientos.
¿Tan insignificante iba a ser mi vida para la humanidad?
Me iba a unir a la legión de reconocimiento en una semana para terminar con los titanes y uno de ellos iba a terminar conmigo antes de hacerlo.

—Alma, quiero que me entiendas.—Escuché a mi lado. Me giré por segunda vez para mirarle a la cara y observar como se acercaba a mi a pasos cortos.

—Sabes demasiado.—Suspiró. Yo le miré a los ojos intentando encontrar un ápice de humanidad al que aferrarme. Me acerqué a él un paso para después agarrar una de sus cálidas manos y sostenerla entre las mías. Mi mano solo era una cuarta parte de la suya.

—Reiner, piensa en lo que vas a hacer. Te vas a arrepentir.—Una lágrima se escapó de mi ojo izquierdo recorriendo cada poro de mi mejilla hasta llegar a mis labios.

—Simplemente has estado en el lugar incorrecto en el momento incorrecto.—Dijo mirándome a los ojos. ¿Realmente intentaba justificar que me iba a matar?

Nada justifica eso.

—Lo siento.—Murmuró, cerrando los ojos.
En menos de unos segundos decidí que ese era el momento, ya las palabras no servirían de nada, lo tenia decidido, iba a matarme.

Luchar no iba a servirme de nada, solo le iban a facilitar las cosas, pues la diferencia de tamaños y de fuerza era abismal, él podría escacharme como a una hormiga con uno solo de sus dedos. Por no hablar de que él iba armado y yo no.

Pero yo soy más rápida y más ágil, si consigo alejarme de él no creo que pueda alcanzarme, aunque a la larga no tengo mucha resistencia y terminaría cogiéndome. Espero que para ese momento ya alguien haya venido a buscarme.

Claramente no tengo el equipo de maniobras, me obligó a dejarlo abajo antes de subir, pero él sí tenía el suyo, podría alcanzarme con él, o lo que es peor, podría lanzarme una de las hojas contra mi y todo mi plan fracasaría.

Igualmente es mi única posibilidad de sobrevivir.

Sin pensármelo ni un segundo más me giré bruscamente soltando su mano y comencé a correr en dirección contraria como si me fuera la vida en ello, que así era.

Entre gritos de auxilio, que no oirían nadie, conseguí alejarme de él unos cuantos metros hasta que sentí una cuchilla atravesarme la barriga.

Exactamente lo que me había imaginado.
Y aquí es cuando mi plan fracasa.

Al principio no dolió, agaché mi cabeza parando en seco, para ver una mancha roja en medio de mi camisa blanca.

Un instante después un ardor se apoderó de todo mi torso provocándome un punzante y agudo dolor en donde aún tenía la cuchilla del equipo tridimensional que me había lanzado Reiner desde la lejanía atravesada.

Mi vista comenzó a nublarse, y me giré lentamente como pude hacia Reiner, que se acercaba hacia mi con el equipo de maniobras en la mano sin la cuchilla que había usado para atacarme.

—Es una pena.—Habló cuando ya estaba a centímetro de mi cara. Sin saber como, aún me mantenía en pie, con los labios entreabiertos queriendo soltar un gran grito y mis dos manos en mi tripa.

—Siempre me gustaste.—Continuó hablando. Se acercó a mi y depositó un beso frío en mi frente. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, mis piernas comenzaron a temblar deseando tirarse al suelo.
Esto no podía terminar aquí, no puedo morir así.

—Vete al infierno.—Eso fue lo último que murmuré antes de que tal y como esperaba su mano agarrara mi brazo para después de que nuestras miradas se volvieran a conectar por última vez, empujar mi cuerpo hacia el precipicio.
Rápidamente noté la ausencia del suelo en mis pies mientras comenzaba a caer muralla abajo.

La caída se hizo mucho más larga de lo que era, parecía que estaba cayendo en cámara lenta como si fuera un película de acción. El dolor de mi torso se esfumó por completo y esperé al resumen de tu vida que supuestamente pasaba por tu cabeza antes de morir, pero no llegó.
No pensé en nadie, ni en nada. Simplemente en la vida vacía que había tenido, no pude recordar amor, ni dolor, nada.
Era tan triste ese sentimiento de vacío que mis lágrimas aún se derramaban por mis ojos aunque en vez de recorrer mi mejilla lo hacía en dirección contraria.

Cuando ya estaba llegando al suelo, todo se volvió negro muy poco a poco y perdí totalmente la conciencia.

Mejor, así no notaré el impacto.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora