ᴠᴇɪɴᴛɪᴄᴜᴀᴛʀᴏ

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La luz comenzó a colarse por mis párpados.

Entreabrí como pude los ojos y respiré lo más profundo que pude.
Intenté recordar que había pasado y como había llegado hasta aquí pero no tenía ni idea.

Me enderecé en la cama, analizando con la mirada la chaqueta de traje negra que estaba depositada sobre mi.

Fruncí el ceño sin entender nada. ¿De quién era esto y porque lo tenía encima?

La aparté a un lado de la cama con delicadeza y bajé mis piernas hasta tocar el congelado suelo con la punta de mis pies descalzos.

Pestañeé con fuerza. Estaba desorientada. Al enderezarme sentí dolor en absolutamente cada parte del cuerpo.

Me estiré ya que mi cuerpo se encontraba algo atrofiado y miré a ambos lados de la habitación. Vi mi reflejo en aquel odioso espejo, todo mi pelo estaba completamente desordenado cayendo por mis hombros, mi nariz y mis ojos enrojecidos y además tenía algunas marcas del colchón en mi cara.

¿Cuánto llevaba ahí durmiendo?

Caminé hasta la puerta de la habitación. Si alguien me contara que ha pasado, todo sería mucho mejor. Me siento algo confusa.

El largo pasillo estaba completamente vacío, bastante extraño en este cuartel, siempre suele haber soldados de un lado a otro.

¿Dónde está la gente?

Decidí ir en busca de alguien que me explicara la situación, por lo que empecé a caminar a pasos lentos y doloridos por el pasillo.

Alcé una de las manos y la apoyé en mi cabeza mientras andaba, cojeando de un pie, pues sentía un intenso dolor en el tobillo izquierdo, mejor no apoyarlo.

Me dirigí directamente a la enfermería esperando encontrarme con Hange allí, y así fue.

—Mira quien se ha levantado.—Le dediqué una vaga sonrisa. Ella estaba sentada en su escritorio con muchos papeles sobre la mesa, parecía más apagada que de costumbre.

—¿Que tal te encuentras?—Me preguntó, yo caminé hasta uno de los sillones que había a su lado y me dejé caer sobre él.

—Más o menos bien. Aunque el tobillo me está doliendo demasiado.—Rechisté.

—Después de la caída que sufriste, normal. Ya es la segunda vez que caes de lo alto de una muralla.—Tenía razón. Y en las dos he sobrevivido, no sé ni cómo.

Por lo menos la segunda vez pude agarrarme con el equipo de maniobras, sino probablemente no estaría contándolo.

—¿Donde están los demás?—Pregunté.

—Se llevaron a Eren, Alma. Ahora están yendo a recuperarle.—Me llevé la mano a la cara con frustración.

¿Porque todo sale siempre tan mal?

—No te preocupes, lo traerán de vuelta. Erwin está con ellos.—Me sonrió intentando tranquilizarme. Yo solté un leve suspiro y me recosté sobre el sofá.

—Te daré unas muletas.—Dijo, yo alcé mi cabeza para mirarla.

—No creo que haga falta. No me duele tanto.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora