ɴᴏᴠᴇɴᴛᴀ ʏ ᴄᴜᴀᴛʀᴏ

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—Alma.—Escuché susurrar a Hange mientras sacudía mi hombro.

—Alma.—Repitió.

Yo entreabrí los ojos lentamente viendo el oscuro bosque de mi alrededor además de Hange arrodillada a mi lado, con las cejas hundidas de preocupación.

—¿Que pasa?—La voz salió ronca de mi garganta, como si no hubiera hablado en años.

Inmediatamente volteé mi cabeza a Levi, que estaba tumbado justo a mi lado, con el rostro aún vendado y su único ojo visible cerrado.

Solté aire al ver que estaba dormido, y alcé la cabeza de nuevo hacia la castaña.

—Ven a comer con nosotros, he hecho estofado.—Habló tirando suavemente de mi mano.

—No, no, me quedaré aquí.

Ella frunció sus labios en desacuerdo.

—No has comido nada desde a saber cuando.—Tenía razón, pero estaba segura de que si comía algo terminaría vomitándolo en menos de un minuto.

—Estoy bien.

—No, no lo estás. Vas a terminar matándote. Levi estará aquí durmiendo, no te preocupes y ven a comer.—Yo quise abrir los labios para decir algo pero antes añadió:

—Ahora.—Firme y claro.

Me giré hacia el pelinegro para observarle por unos últimos segundos y me levanté como pude del suelo.

Unos metros más allá, estaban todos sentados alrededor de una hoguera.

Todos, incluido Reiner y Annie.

Yo ni si quiera les dirigí una mirada cuando les vi, pero no puedo evitar que se me haga raro que estén entre nosotros. Uno que intentó matarme, y la otra que mató a todo mi escuadrón.

Ninguno me prestó bastante atención, pues estaban ocupado en lo que parecía una muy interesante conversación.

—¿Así que nosotros somos los malos por luchar contra titanes que tu gente seguía enviándonos? La razón por la cual luchamos tanto es porque no quisimos ser comidos vivos por los titanes. ¿Y estás ahí, intentando decir que eso es algo que solo los demonios harían?—Rechistaba Jean, furioso, con las cejas muy fruncidas y la mandíbula muy tensa, y al otro lado del círculo, justo enfrente suya, la pequeña chica, Alina, con una cara el doble de enfurecida que la de mi amigo.

—Sí, eso es exactamente lo que digo. Destruir el mundo entero es algo que solo los demonios harían.—Contestó la azabache señalando de manera despectiva con su dedo.

Yo caminé en silencio hasta un sitio al lado de Hange y esperé a que ella me ofreciera un poco del estofado que había hecho, mi barriga estaba comenzando a rugir del hambre.

—Si su madre no hubiera sido comida viva después de que cayeran los muros, Eren jamás habría hecho esto, ustedes lo orillaron a usar el retumbar.—Contraatacó Jean, todos los demás solo observaban en silencio.

Los ojos de la mujer se pusieron en blanco de un momento a otro.

—¿Quieres hablar del pasado? Genial, entonces hablemos de que Eldia fue la primera en devastar Marley y esclavizar a su gente.—A medida que se contestaban, sus tonos de voz se alzaban.

Parecían inmersos en su discusión, les daba igual que todo el grupo les mirara, ellos no apartaban los ojos de odio el uno del otro.

Hange me extendió su brazo ofreciéndome la comida, yo lo acepté y agradecí con la mirada.

—¿Cuánto tiempo vas a seguir haciéndote la víctima por algo que sucedió hace dos milenios?—Podía ver desde aquí la sangre hirviendo en las venas de mi amigo.

Ella soltó un sonoro bufido que me hizo mirarla.

—Eres el tío más insoportable que he conocido nunca.—Escupió con rabia, se levantó malhumorada, y se alejó por el bosque a paso apurado.

Jean no pudo responder y Hange intentó aliviar la situación ofreciendo estofado a todos los del círculo.

No tardaron mucho en empezar a hablar de otra cosa, a la cual no le presté especial atención. Terminé mi comida, le di un beso en la mejilla a Hange, y volví a donde estaba Levi tumbado.

En silencio, me volví a acostar a su lado.

—¿Como te encuentras?—Su voz sonó ronca.

—No quería despertarte.—Dije, mientras me inclinaba para mirarle la cara.

—No me has despertado.

—Bien, estoy bien. ¿Y tú?—Pregunté, bajando el tono de voz aún más.

—A un grito más de levantarme y patear a todos los que están ahí.—Comentó, y no pude evitar esbozar una fugaz sonrisa.

—Si quieres lo hago por ti.

Supe que estaba sonriendo debajo de las vendas y deseé poder ver su sonrisa.

—Las cosas se están poniendo muy feas.—Dije, mientras me removía a su lado para mirar al oscuro cielo.

¿Cómo se supone que íbamos a evitar que Eren devastara el mundo?

—¿Cuando no lo hacen?

—Empiezo a creer que el destino simplemente no quiere que sea feliz.—Confesé, al sentir como acariciaba mi cabello.

Paz.

—Que le den por culo al destino.—Yo volteé la cabeza para mirarle.

—Siempre tan delicado.—Reí.

Nos quedamos en un silencio encantador por unos minutos, hasta que mientras observaba al cielo, pasó una estrella fugaz.

Yo entreabrí los labios emocionada y señalé al cielo.

—¿La has visto?

—¿El que?

—Una estrella fugaz.—Dije, sonriente.

—¿Has pedido un deseo?—Me preguntó y yo asentí con la cabeza.

—No te lo diré, si lo hago no se cumplirá.—Respondí y pude escuchar su risa debajo de esas vendas.

—Seguro que ha sido algo tipo,...—Se preparó para imitar mi voz.—Deseo tener un perrito de color rosa como mascota.—Yo solté una carcajada ante su intento de poner una voz femenina.

—¿Por qué iba a querer un perro de color rosa?—Reí de nuevo.

—Es el tipo de cosa que querrías tú.

—Me ofendes.., pero en verdad estaría bonito un perrito de color rosa.—Admití y su risa fue instantánea.

—Lo sabía.

De un momento a otro, se comenzaron a escuchar ruidos y golpes a nuestro lado.

Yo me levanté apurada por lo que estaba pasando, Levi solo se enderezó en el sitio.

Me llevé las manos a la boca cuando vi a Jean encima de Reiner, golpeándole la cara con sus puños una y otra vez mientras Alina tiraba de su camisa blanca hacia atrás y gritaba:

—¡Para, animal!—Armin y Connie no tardaron en acercarse para apartar a Jean, agarrándolo de los brazos hasta separarlo de la cara ensangrentada de Reiner.

Gabi se tiró encima de Reiner para protegerlo, Alina no tardó en empujar con rabia el pecho de mi amigo, con sus ojos cristalizados.

—¿Necesitas más pruebas de que eres un maldito demonio?—Dijo arrugando su pequeña nariz, a sólo unos centímetros de la cara de Jean.

Él la miró de arriba a abajo, sin expresión alguna, y sin intención de contestarla, durante unos largos segundos.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora