ᴅᴏꜱ

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¿Estoy viva?

No, imposible.

Definitivamente estoy muerta. Quizá esto sea el cielo.

Todo era negro.

Claro, porque tienes los ojos cerrados, Alma.

Hice mi mayor esfuerzo para levantar mis párpados que parecían estar hechos de plomo.
Pero en cuanto lo conseguí la luz cegadora volvió a provocar que los cerrara, haciendo inútil todo el esfuerzo que realicé para abrirlos.

Solo conseguía escuchar un pitido en mis oídos.

Poco a poco un dolor iba apareciendo en todo mi cuerpo, eso quiere decir que, ¿estoy viva?

Después de varios intentos conseguí abrirlos, y lo único que pude ver fue un techo de madera que se alzaba en frente mía. La madera parecía algo vieja y roñosa pero aún así daba un aire de elegancia.

Al agachar un poco la mirada me encontré con un escritorio, lleno de papeles y libros, muchos, casi ocupaban toda la mesa, me pregunto sobre que serán.
Y si agachaba un poco más la mirada a una mujer.
Una mujer realmente hermosa, su cabello era castaño oscuro y estaba atado en una coleta a lo alto de su cabeza. Su nariz era aguileña pero no de gran tamaño, sus ojos estaban tapados por unas gafas las cuales no me permitían observar su color y forma. Su cara finalizaba con una sonrisa de lado a lado mientras aparentemente leía uno de esos trescientos libros que había en la mesa.

Vestía la ropa del cuerpo de exploración, incluida la capa verde con las alas de la libertad tan característica en la legión de reconocimiento.

Su mirada se dirigió hacia mi de un momento a otro.

—Buenos días bella durmiente.—Me dijo con una gran sonrisa en la cara, provocando unas arrugas a los lados de sus ojos.
Yo entreabrí los labios queriendo responderla pero las palabras simplemente no salieron de mi boca.

—Mi nombre es Hange. He curado tu herida, no hace falta que me des las gracias.—Ella acercó su cara en mi dirección como intentando analizar cada expresión de mi rostro.
Yo solo tragué saliva.

—¿Tú como te llamas?—Preguntó colocándose las gafas sobre el puente de su nariz.

—Alma.—Conseguí pronunciar casi en un hilo de voz. Tenía la sensación de que se me había olvidado hablar, y en verdad, me costaba bastante concentrarme con las punzadas provenientes de mi barriga.

—¡Oh! Que bonito nombre.—Sonrió y yo le devolví el gesto dibujando una breve pero sincera sonrisa en mi boca.

—El capitán Levi te encontró junto a la muralla Rose, estabas fuera, ¿¡sabes el peligro que corrías ahí?!—Habló casi en un chillido. Yo mordí mi labio inferior aún con su intimidante mirada sobre mi.

—¿Como sigo viva?—Murmuré, mirando nuevamente al techo.

Es imposible que haya caído desde lo alto de la muralla y esté viva.

Prácticamente solo tenía la herida de la barriga, y algunas que otras por el resto del cuerpo pero casi insignificantes.

—¿Porque no deberías estarlo?—Preguntó, yo dirigí mi mirada hacia ella, que parecía bastante interesada en mi historia.

Es ahora un buen momento para contarle todo lo que sé sobre Reiner y Bertholdt.

Ellos eran los titanes, el colosal y el acorazado. Ellos fueron los que destruyeron las murallas.

Yo lo sabía y Reiner me quiso matar por ello.

¿Debía decírselo ahora?

—¿Sabes qué? Iré a por Levi para que le cuentes todo lo que ha pasado, ¿si?—Yo la presté atención por unos segundos para después asentir con la cabeza como respuesta a su pregunta.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora