ᴏᴄʜᴇɴᴛᴀ ʏ ᴛʀᴇꜱ

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El calor dentro de la caseta comenzaba a ser insoportable.

Cada mañana cuando el sol salía por el horizonte y alumbraba la tela de la tienda de campaña, después de unas horas era realmente imposible seguir durmiendo.

Me removí durante unos minutos en las mantas.

Ya había pasado una semana desde que llegamos a este bosque, los días volaron con rapidez y una misma rutina:

Levi y todos sus subordinados se pasaban toda la mañana y tarde haciendo guardias, u ocupados haciendo otras cosas de las que tampoco quería enterarme, solo cuando llegaba la noche era el momento en que nos veíamos y charlábamos un rato, mientras que los demás soldados se ponían a beber vino alrededor de la fogata.

Algún día le pedí que durmiera conmigo, y él lo hizo encantado, a la mañana siguiente, él madrugaba para continuar con sus tareas.

Yo no me dedicaba a hacer nada en concreto.

Me recogí el cabello en una coleta alta y salí frotándome los ojos con fuerza encontrándome a Zeke sentado en uno de los troncos que utilizaban como asientos.

Había visto a Zeke más veces, siempre lo ignoraba y me iba lo más lejos posible, para evitar esas ganas repentinas de partirle las piernas.

El odio que sentía hacia él es el único sentimiento que aún era totalmente incapaz de controlar.

Él fue el que me secuestró aquel día, él fue el que me metió de lleno en la boca de lobo y luego se fue tan tranquilo para seguir con su vida.

Levi estaba en frente, con los codos apoyados sobre sus muslos sentado en una caja.

Pude ver la rabia en sus ojos, como le asesinaba con la mirada.

—Lo llaman arma de gas, el gas incluye una parte de mi fluido espinal. Los miembros del pueblo de Ymir que lo aspiraron, aunque sólo fuera un poco, se quedaron paralizados al instante, perdieron todo control sobre sus cuerpos y quedaron inconscientes. Después lo único que tuve que hacer fue dar órdenes, a través del camino canalicé el poder de los titanes directo a la coordenada. Por ese motivo los titanes de aquel pueblo me obedecieron.—Explicó con un tono aburrido, manteniéndole la mirada al pelinegro del frente.

Yo solo escuché detenidamente su conversación.

—¿Cómo que aquel pueblo? Se llamaba Ragako. El pueblo donde aniquilaste a todos sus habitantes. Recuérdalo, barbudo de mierda.—Escupió Levi, arrugando la nariz con desprecio.

Volví a mirar al rubio, quién suspiró.

—Lo sé, me hubiera gustado evitarlo. Sin embargo, de no haber accedido habrían descubierto que en realidad buscaba la restauración de Eldia y no habría traído la esperanza a la isla.—Dijo, como si fuera algo que ya había repetido mil veces, haciendo un movimiento con la mano hacia Levi.

Él continuó hablando.

—Pero eso da igual ¿verdad?, todo eso ya os lo conté nada más llegar aquí, ¿por qué me lo preguntan tantas veces?

—Porque veo que sigues sin mostrar ni una pizca de remordimiento por aquello. No sé si realmente tu objetivo era salvar Eldia, pero sus vidas no te importaron una mierda.—Volvió a rechistar el capitán, frunciendo el ceño aún más de lo que estaba.

Zeke movió su cabeza al verme, y una sonrisa divertida se dibujó en sus labios.

—Mira quien está aquí, Alma, ¿te quieres unir a la conversación?—Podía notar ese sarcasmo burlón en sus palabras, que hacía que la sangre hirviera dentro de mis venas.

Levi me echó un rápido vistazo para volver a mirar a Zeke.

—Realmente no.—Solté, intentando mantener mi expresión fría y seca.

Y comencé a caminar dirección algún lugar lejos de ese mono de mierda.

—¿Ya volvéis a ser pareja?¿o Alma aún no ha superado sus traumas de Marley?—Las preguntas de Zeke me hicieron detenerme.

Me giré muy lentamente, apretando los puños a ambos lados de mi cuerpo, y le dediqué la mayor expresión de asco que jamás puse, solamente para él.

—Cierra la puta boca.—Contestó rápidamente Levi, para después mirarme de reojo con cautela.

—No sabes cuánto voy a disfrutar cuando Levi te arranque la cabeza.—Eso fue lo más hiriente que se me ocurrió decir, con todo el veneno en mis labios.

—Todos lo haréis, estoy seguro. Por cierto, ¿se puede saber cuándo dejarán que vea a Eren?—Me ignoró por completo, y eso hizo que me sacara de quicio aún más.

Odié tener esa oscuridad dentro de mí, pero más le odiaba a él.

—No es mi decisión, estoy esperando órdenes de arriba.—Respondió el capitán.

—Dígales de mi parte que se equivocan si creen que aún les queda tiempo.—Me di la vuelta de nuevo, tragándome todos los malos pensamientos para comenzar a alejarme de ahí.

—Pero Alma, no te vayas aún, quédate a darme algo de conversación. Levi se irá en unos minutos y me tocará volver a pasar el día releyendo el mismo libro una y otra vez.—Anunció en modo de queja aquel odioso hombre.

—Antes prefiero pudrirme.—Aludí, continuando mi camino, alejándome de la fogata, hasta que un golpe me hizo mirar sobre mi hombro para ver a Zeke en el suelo soltando algún tipo de insultos al aire, mientras que Levi le miraba desde arriba y decía:

—No quiero volver a escuchar su nombre en tu sucia boca, ¿me has entendido?—Y ahí estaba, mi ángel de la guarda, protegiéndome de todo mal.

Ya se me había olvidado ese cosquilleo que sentía cada vez que Levi se preocupaba porque nadie me hiciera daño, ni física ni verbalmente.

Llegué al carro donde estaban todas las cajas con comida, me moría de hambre.

Allí, me encontré a Brenda sentada sobre la madera vieja, con ambos pies colgando del carro, observando concentrada el balanceo.

—Buenos días.—Ella me dedicó una fría mirada y se fue.

Se me había olvidado, sí, ahora Brenda me odia.

Levi la rechazó, y desde ese día aquella pelirroja no me había dedicado ni una sola palabra.

—Menos mal que no se quería llevar mal conmigo.—Murmuré para mis adentros.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora