ᴏᴄʜᴇɴᴛᴀ ʏ ꜱᴇɪꜱ

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Admiré su musculoso pecho, sus abdominales marcados, como su piel brillaba por el sudor, elevé la vista hasta su rostro, su mirada perdida en el techo, por un momento deseé saber lo que estaba pensando, su cabello negro caía desordenado por su cara, su nariz recta, sus labios húmedos, su mandíbula marcada.

Mi respiración aún estaba agitada, pues nos habíamos revolcado de todas las maneras posibles sobre aquella manta, y juro que me duelen todos los huesos del maldito cuerpo.

Al mirarme, una sonrisa se plasmó en sus labios.

—Eres hermosa.—Dijo, y sentí como mis mejillas ardieron del calor.

—Antes era más hermosa.—Respondí, no por llevarle la contraria, lo decía sinceramente.

—Eso no es verdad.—Estábamos a centímetros, completamente embobados sin apartar la mirada ni por un segundo el uno del otro.

—Después de estos cuatro años he adelgazado lo que no está escrito, por los días sin comer en la celda, además he perdido todo mi entrenamiento físico, toda mi fuerza y mis músculos. El sol también afecta, mi cabello y piel se veían más bonitos antes de estar encerrada sin luz del día.—Añadí, él solamente apretó los labios para luego apoyar una de sus manos sobre mi mejilla.

—Y aún así después de todo lo que has aguantado, sigues siendo lo más bonito que he visto en mi vida.—No pude evitar sonreír al escuchar sus palabras, lo decía tan serio que casi me las creía.

—Tú me ves con buenos ojos.—Contesté.

Él solo volvió a mirar al techo de la caseta.

Yo me apoyé en su hombro y comencé a dibujar circulitos con mi dedo índice en su pecho desnudo.

—Si aquel día no te llegamos a encontrar...—Comenzó a hablar, yo alcé la mirada para encontrarme con sus ojos grisáceos.

—Si aquel día no hubieras aparecido...—Continuó, y entendí que se refería al día que vinieron a Marley en busca de Eren.

—Yo habría terminado con mi vida nada más pisar esta isla.—Un nudo se formó en mi garganta, tan grande que me entraron ganas de vomitar solamente de pensar en que él hubiera terminado con su propia vida por no haberme encontrado.

—No digas eso.—Murmuré.

—Lo iba a hacer.—Su mirada se encontró con la mía, sus ojos estaban cristalizados.

—Lo tenía pensado. No quería vivir en este mundo si tú no estabas en él.—Finalizó de hablar, provocándome fuertes punzadas en el pecho.

Lo que decía me hacía sentir tan triste, me hacía sentir un agujero en el corazón tan grande... dolía tanto.

—Levi...—Dije casi en un hilo de voz, apenada.

—Pero en cuánto apareciste en esa azotea, peleando con todo el que se te acercara, me di cuenta de todo lo que te habían hecho, de todo lo que habías tenido que vivir, de que yo no pude salvarte, no pude protegerte de ellos... y te juro que hubiera dolido menos un tiro en la cabeza que lo que sentí yo al verte ese día.—Habló, con una voz neutra, acuchillándome con sus palabras en el pecho, haciéndome ver las cosas desde su punto de vista.

Las lágrimas quisieron desbordarse por las cuencas de mis ojos, incluso una se me escapó, pero retuve las siguientes con todas mis fuerzas.

—Cada noche cuando me voy a dormir, mi cabeza solo puede pensar en el momento en el que me gritabas traidor una y otra vez, mientras te desmoronabas en frente mía...—Yo le interrumpí.

—No debí decirte eso.—Murmuré como pude, apartando otra lágrima de mi mejilla.

—No tenías la culpa. Y por eso, Alma,...—me miró fijamente a los ojos.—Por eso voy a luchar por ti, voy a conseguir que vivas feliz en una puta casa blanca en medio del bosque, te lo prometo.—La intensidad de sus palabras revolvían mi estómago.

Esta vez fue él quien apartó otra lágrima de mi mejilla.

—Pero juntos.—Mi voz se quebró.

—Consigue que vivamos juntos en esa puta casa blanca en medio del bosque.—Hablé, mientras una sonrisa se escapaba por mis labios al repetir sus palabras.

Él me devolvió la sonrisa.

—Trato hecho.—Respondió.

Aproveché el momento de sinceridad, el momento de hablar sobre nuestros sentimientos para decir:

—Hay algo que siempre he querido saber.—Hablé, después de unos segundos silenciosos.

—Dime.

—¿Cuándo fue el momento exacto en el que te enamoraste de mí?—Pregunté, después de nuestra larga historia, me gustaría saber la verdad, me gustaría saber cuando él empezó a sentir por mí.

—Lo tengo muy claro.—Yo alcé ambas cejas para escucharle.

—Hubo dos momentos clave, el primero fue cuando realmente yo empecé a amarte, aquel día mientras te veía bailar en medio de todos, perdida en tu propio mundo, solo la música y tú, luego te acercaste hasta mí, me apartaste la copa de la mano y me llevaste hasta la pista de baile para que yo me sumergiera también en tu mundo, y lo hice, joder que si lo hice.—Explicó, las comisuras de mis labios se elevaron, el dolor en el pecho desapareció al recordar aquellos momentos.

—Y el segundo fue cuando realmente me di cuenta de eso, cuando me di cuenta de que te amaba, esa noche en la que te declaraste pensando que yo era Hange, me dijiste que tú corazón quería salirse de tu pecho cada vez que estaba cerca, y que no podías pasar más de dos segundos a unos centímetros de mis labios sin que te den ganas de besarlos... me di cuenta que a mí me pasaba exactamente lo mismo.—Finalizó de hablar, me sorprendió que recordara tan bien cada palabra que dije, cerré los ojos sonriendo, apoyando la cabeza en su pecho, feliz por un momento.

—Me alegro de que la vergüenza más grande de mi vida te haya hecho darte cuenta de que me amabas.—Él soltó una sonora carcajada al escucharme y me estrechó entre sus musculosos brazos.

—Yo también me alegro. No sabes cuánto.—Sus palabras sonaron felices, no como las de hace unos minutos, llenas de dolor.

Todo valió la pena, valió la pena por volver a estar con él.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora