ᴄɪɴᴄᴜᴇɴᴛᴀ ʏ ᴜɴᴏ

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No tardamos nada en llegar a la oficina del comandante, donde estaban todos reunidos.

No parecía que estuvieran teniendo una conversación muy agradable, en sus caras habían todo tipo de muecas y expresiones de frustración y el aire se respiraba tenso.

Estuvieron discutiendo con el comandante porque no quería desalojar a la gente del distrito, pero él le explicó que el titán era un anormal y si movíamos a la gente al muro Sina se dirigiría primero a este.

Por suerte Erwin tenía un plan, y no tardamos más de unos minutos en ponernos manos a la obra.

Mientras los demás se dirigían a la muralla, yo acompañé a Hange y algunos de su escuadrón a por la pólvora que necesitaríamos para desarrollar el plan.

Llegamos a una sala llenas de barriles que contenían pólvora y cada uno cogimos un barril en nuestras manos para ponernos en marcha.

—Levi me contó lo que pasó entre vosotros.—Me habló Hange, mientras recorríamos los pasillos del largo cuartel con barriles en las manos.

—¿Si?—Le miré de reojo.

—Sí, y se me hace bastante extraño que él me cuente cosas.—Respondió, bajando el tono de voz para que solo yo la escuchase.

—Ya, no es que cuente mucho sus sentimientos.—Dije, soltando un profundo suspiro al pensar en él.

—¿Le has perdonado?

—No lo sé, intenté hablar con él pero lo único que hizo fue darle la vuelta a todo.—Respondí algo frustrada.

—Lo que te voy a decir no es para que lo perdones, ni nada por el estilo, sabes que en lo primero que tienes que pensar es en ti, pero...—Hizo un pausa mientras colocaba sus gafas sobre el puente de su nariz.

—Levi ha perdido todo lo que amaba en esta vida. Está acostumbrado a estar solo y creo que realmente piensa que la felicidad no está hecha para él, por eso se niega cualquier sentimiento que tenga.—Comenzó a hablar.

—¿Ha perdido a mucha gente?—Pregunté, realmente me importaba su pasado, asi a lo mejor conseguiría comprenderle.

—Su madre murió cuando era un niño, se quedó solo, ese tal Kenny le enseñó a pelear, hizo unos amigos en la ciudad subterránea, eran como su familia, y murieron a manos de los titanes. Como recordarás también perdió a su escuadrón, toda una tragedia. Y bueno, desde que entró a la Legión las personas de su alrededor han muerto una tras otra.—Una tristeza invadió mi cuerpo al escuchar esas cosas, yo no sabía nada de eso.

—Tiene que ser horrible.—Murmuré, agachando la cabeza.

—Con esto no quiero decir que estés con él por pena, para nada. Solo quiero decirte que si de verdad lo quieres, si de verdad quieres estar con él, dale tiempo, él se está esforzando, es una persona increíble y te tratará como la mejor de las princesas.—Continuó hablando, y no pude evitar que una pequeña sonrisa apareciera en mis labios.

—De eso estoy segura.—Comenté.

—Solo tiene que darse cuenta de que es real, que la felicidad también está hecha para él.—Finalizó ella, con una amable sonrisa en su boca, me encanta lo mucho que se quieren ellos dos.

—Gracias, Hange.—Le agradecí, y en nada ya estábamos encima de las murallas dirigiéndonos hacia el comandante.

—Esta es toda la pólvora que tenemos.—Dijo ella, mientras todos depositábamos los barriles sobre la red y las cuerdas con las que iban a montar la trampa.

—Pero hay que montarlo todo.—Rápidamente nos pusimos manos a la obras.

Pude ver el titán ya cerca de la muralla, arrasando todo a su paso, esto era escalofriante.

Los cañones empezaron a disparar al titán, una y otra vez, pero no parecía estar haciendo efecto ninguno.

La tensión se sentía cada vez más intensa a medida que se acercaba aquel bicho gigantesco.

—¡Lo tenemos encima!—Gritó uno de los hombres antes de volver a dar la orden para disparar todos los cañones.

De un momento a otro, un humo realmente caloroso nos azotó como una ráfaga de viento.

—Lo que nos faltaba, el viento ha cambiado de dirección.—Habló Levi, agarrándome el brazo, no sé si por miedo a que vaya a salir volando o algo por el estilo, a la vez que se colocaba en frente mía evitando que el humo llegara a mi cara.

—Da igual, tenemos al objetivo debajo, ¡abrid fuego!—Gritó uno de los superiores, pero los cañones no parecían de mucha utilidad, pues el titán no tardó nada en ponerse de pie agarrando ambas de sus gigantes manos en la muralla.

Casi pegué un salto tras la espalda del pelinegro al ver la cara desfigurada del bicho, y sus órganos cayendo sobre la muralla a nuestro lado.

Ahogué un grito de asco, miedo, susto y todos lo sentimientos que me causaba esa cosa a unos metros de mi.

—Estás a salvo, amor.—Me intentó tranquilizar Levi.

Todos lo que se encontraban en frente de él empezaron a correr entre gritos.

—Mierda, ha atravesado el muro, la ciudad en la que me crié está acabada, es el fin.—Habló uno de los hombres de nuestro lado, ambos le miramos.

—Largo capitán de la guarnición, nosotros nos encargamos del resto.—Le dijo Levi, y todos comenzamos a echarnos cubos de agua encima para evitar el caluroso humo que salía de aquel titán.

No pude evitar mirar de reojo al pelinegro, y babear al ver su camiseta gris mojada ceñida a su musculoso pecho y brazos.

Alma, no es momento de pensar esas cosas.

Finalmente, Eren hizo su parte del plan, llevando la trampa de pólvora hasta su boca y tirándola dentro de esta convertido en titán.

El titán explotó por los aires partiéndose en cientos de cachos y rápidamente el comandante nos dio la salida para terminar con ellos con el equipo tridimensional.

Al ser un titán tan grande, teníamos que asegurarnos que un pedazo de su carne no es necesario para volver a regenerarlo entero.

El plan fue todo un éxito.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora