ᴏᴄʜᴇɴᴛᴀ ʏ ɴᴜᴇᴠᴇ

1.1K 124 18
                                    

—Es la única salvación, la eutanasia de los Eldianos.—Volteé mi cabeza hacia Zeke.

Creo que está empezando a delirar.

—¿Que has dicho?¿Eutanasia?—Preguntó el capitán, girándose igual que yo hice.

La lluvia ya había calado por completo nuestra ropa, y aunque él se preocupó por mantenerme caliente, el frío ya había helado todos los huesos de mi cuerpo.

—Pues estás a punto de morir masticado por un titán mientras oyes el ruido de tus propios huesos triturándose.—Miré a Levi, el odio en sus ojos, y pensé en que ese odio ya venía de muy lejos.

—Aunque en tu caso, esa muerte será casi piadosa. No como cuando les quitaste la vida a mis compañeros.—Agaché la mirada cuando continuó, yo les quité la vida a más de la mitad.

—Yo no les quite nada, los salvé a todos, los salvé de la vida en la que habían nacido, los salvé de ese mundo tan cruel.—Deliró el rubio, yo fruncí el ceño intentando entender lo que decía, supongo que él siempre ha pensado que los eldianos debemos morir todos.

—Parece que te vuelven a crecer las piernas.—Levi se levantó a mi lado y yo hice lo mismo, no me quedaría a ver eso, incluso a lo mejor me alejo para no tener que escuchar sus desagradables gritos.

—¡Señor Ksaver, mírame!—De repente, Zeke comenzó a gritar, ¿quién es ese tal señor Ksaver, y qué tiene que ver aquí?

No me dio tiempo a reaccionar, a entender porqué el hombre gritaba, debido a que las manos de Levi, empujaron mis hombros con fuerza, tanta fuerza que sentí un dolor punzante en ellos, pero no pude lamentarme, mi cara se congeló al ver la suya, la viva imagen del pánico, hasta que caí de lo alto del carro hasta el césped.

Sin embargo no llegué a tocarlo, mi espalda no llegó a tocar la tierra, porque todo salió volando por lo aires.

Mi rostro se arrugó por la explosión y mis brazos intentaron cubrir mi cabeza cuando sentí un impulso que me hizo dar vueltas por el cielo.

Un pitido en mi oído sustituyó el estruendo en menos de unos segundos.

Sentí el viento azotar mi cara, mi cabello y cada parte de mi cuerpo hasta que todo cesó, todo cesó cuando caí bruscamente al duro suelo.

Todo se volvió negro del golpe.

Me concentré en mi respiración.

Inspira, expira.

Era lo único que podía sentir, cómo el aire llenaba mis pulmones y cómo luego se vaciaban de nuevo.

Todo estaba oscuro, y el pitido aún insistía en mi oído.

No había dolor, no había absolutamente nada.

Tuve paz por un tiempo, un tiempo que no soy capaz de decir si fueron segundos, minutos u horas.

Hasta que todo volvió con el doble de intensidad.

Abrí los ojos y al instante aullé de dolor, retorciéndome en el suelo.

Mis gritos desgarraron mi garganta, que me ardía, como si me hubieran prendido fuego desde dentro y saliera humo por ella.

Pero el humo no venía de mi interior, venía del carro ardiendo en frente mía, del que estaba alejada unos metros.

Los metros que me había hecho volar la explosión.

Tenía un dolor inhumano en el brazo, un dolor que estoy segura de que años y años de tortura no me habían causado.

Un dolor que luchaba por dejarme desmayada pero yo me oponía con todas mis fuerzas.

Gemí agitada por ese dolor. Agaché la mirada hacia mi brazo, casi vomito al ver como mi extremidad estaba doblada hacia el lado incorrecto.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora