ᴠᴇɪɴᴛɪᴅᴏꜱ

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Alcé mi cabeza para ver a Reiner. Todo mi estómago se revolvió al encontrarme con su cara nuevamente.

Él estiró una mano desde lo alto de la muralla para ayudarme a subir. Me encontraba en un lateral de esta, enganchada con el equipo de maniobras.

El cielo estaba gris, tanto que parecía que en cualquier momento habría tormenta. El viento azotaba mi rostro continuamente y despeinaba mi pelo, al igual que hacía ondear aquellas banderas a lo alto de la muralla.

Tragué duro. Suprimí absolutamente cada ápice de mi que quería atravesarle el corazón con la espada y la tomé.

Tiró de mi con una fuerza increíble, ni si quiera tuve que hacer el mínimo esfuerzo, hasta que me posicioné a su lado.

Lo miré silenciosamente, con seriedad y asco, para después girarme y caminar hasta los demás, que se estaban ayudando unos a otros para subir a lo alto de la muralla.

—¿Te encuentras mejor, Alma?—Escuché preguntar a Connie. Le dediqué mi más sincera sonrisa y asentí con la cabeza, ahora mismo no me apetecía mucha hablar ya que eso me provocaba dolor.

—Me alegro.—Comentó revolviendo mi cabello.

No pude evitar observar a Krista, que intentaba convencer a Hange de que Ymir estaba de parte de la humanidad, por lo que he entendido, ella también es un titán.

Ya ni me sorprende.

Ella se encontraba inconsciente en una camilla en el suelo. Nunca llegué a tener mucha conversación con ella, aun así me parecía una buena chica. Al parecer guardaba un gran secreto que no le contó ni a la persona más cercana.

Últimamente siento que no hay nadie de quien te puedas fiar, cada día descubres que alguien nuevo está mintiendo.

—Enviaré a un equipo de búsqueda a tu aldea más tarde.—Habló Hange detrás nuestra, dirigiéndose a Connie. Todos nos giramos.

—Por ahora céntrate en la misión de recuperar la muralla, ¿entendido?—Dijo, con Moblit a sus espaldas.

—Sí.—Respondió Connie.

—¿Que le ha pasado a tu aldea?—Pregunté, sintiendo un ardor en mi garganta.

—Los titanes han arrasado con ella.—Puso una mueca de tristeza y yo apoyé una de mis manos en su brazo, acariciandole.

—Lo siento.—Deposité un beso en su hombro.

—No te preocupes.

Todos miramos hacia abajo de la muralla cuando escuchamos trotes de caballos.

—Hannes.

—Es de la vanguardia del este. Viene a decirnos dónde está el agujero.—La tensión se notaba en el ambiente, todo estaba demasiado serio y triste, supongo que no son buenos momentos para muchos.

Esperamos inquietos y entre miradas cómplices la llegada de Hannes.

—No hay ningún agujero.—Dijo. Sentí como un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, todo esto me daba mala sensación.

¿Como han aparecido titanes dentro de la muralla si no hay ningún agujero?

Hannes continuó hablando, pero mi mente no consiguió concentrase en lo que decía, únicamente volaba por miles de pensamientos y teorías inventadas para buscarle una razón a lo que está pasando.

El viento azotó nuevamente mi cara pero esta vez con más fuerza.

Me alejé de ellos mientras discutían para tomar algo de aire. Empezaba a sentir ganas de vomitar.

Tragué saliva y llevé una de mis manos a la cabeza. Estaba tan cansada, realmente no podía con mi cuerpo. Debí haberle hecho caso, debí haberme ido con Levi.

Y quien sabe si no me echará de la legión por haberle desobedecido.

—Alma, volvemos a Trost.—Armin me avisó.

—¿Volvemos?

—Sí, dice Hange que si no hay agujero no hay nada que hacer, esperaremos en Trost.—Entreabrí los labios y asentí con la cabeza.

—Venga, no tienes muy buena cara.—Habló acercándose hasta mi y rodeando mi espalda con su brazo para hacer que comience a caminar.

—Nada tiene sentido.—Dije.

—¿Como es esto posible?—Continué preguntándome.

—No tengo ni idea. Hay algo que nos estamos perdiendo.—Habló Armin mirando al frente, Sasha se nos unió mientras caminábamos para volver al cuartel.

Giré mi cabeza en busca de Reiner. Él seguro que tiene algo que ver. Todo es su culpa.

Me quedé parada al ver como se había detenido a hablar con Eren, esto era sospechoso. Armin y Sasha continuaron su camino mientras hablaban.

No escuchaba lo que decían, pero la cara de Eren me lo decía todo.

Apreté los puños.

¿Le van a hacer algo?

Reiner me miró, rápidamente y para disimular me giré sobre mi misma y continué mi camino detrás de los demás. Pero su voz me hizo detenerme de nuevo.

—Y tú, Alma, ¿te pensabas que no sabía que se lo has contado a todos?—Todos mis huesos se congelaron.

Él lo supo todo este tiempo.

Ningún músculo de mi cuerpo respondía, solamente me quedé ahí parada, dándoles la espalda.

—Si tú no hubieras hablado, nada de esto habría pasado.—Continuó hablando.

Me giré hacia él, con el ceño fruncido. Le iba a matar.

—Pero lo que debo hacer, es responsabilizarme de mis acciones y decisiones.—Dijo, quitando la venda que tenía en su brazo. Mi corazón se estremeció al ver como humo salía de su herida, exactamente igual que le pasaba a Eren.

Retrocedí un paso.

—Responsabilizarme como guerrero que soy.

¿Que significa eso? Estoy confusa.

—Reiner, ¿lo hacemos ahora?—Habló Bertholdt a su lado.

No, no, no. Mierda.

—Sí. ¡Lo decidiremos todo ahora!—Gritó. Todo mi cuerpo se encendió al ver a Mikasa pasar al lado mío, empuñando con fuerza la espada.

Rápidamente la saqué del equipo, y sin pensármelo ni un momento, fui a por Reiner.

Con fuerza que realmente no sé ni de donde saqué, en un rápido movimiento, que no fue capaz de esperarse al estar pendiente de Mikasa, atravesé su torso con la hoja, exactamente como había hecho él conmigo.

Sin embargo, no me sentí bien al hacerlo, no me liberó como pensé que lo haría.

Reiner gimió de dolor. Me aparté para que no pudiera contraatacar pero sin darme tiempo a reaccionar corrió hasta mi y con ambos brazos y la velocidad que llevaba, me empujó fuera de la muralla.

Yo alcé mi brazo y lancé con fuerza la hoja de la espada, clavándosela en el cuello, viendo como una electricidad amarilla comenzaba a recorrer su cuerpo.

Su cara dolorida fue lo último que vi mientras caía.

Caía desde lo alto de la muralla. Como hice hace unos meses.

El rostro de Levi apareció en mi cabeza. ¿Porque?

Lo más rápido que pude, activé el equipo de maniobras, pero con poca estabilidad, me agarré del borde de la muralla con los ganchos, y debido a la gran velocidad, la pared rocosa de la muralla fue lo último que vi antes de que todo se pusiera en negro al golpearme con ella.

Oscuridad. Otra vez.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora