ᴅɪᴇᴄɪᴏᴄʜᴏ

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Las únicas que seguíamos en pie éramos Hange y yo, dando vueltas en frente de los demás, que nos miraban exhaustos.

Lucían cansados.

Ambas continuamos bailando entre risas. Creo que podría pasar horas y horas con esta mujer y nunca me cansaría. Tiene un corazón que no le cabe en el pecho. En estos tiempos costaba encontrar a alguien así, tan llena de vida.

En la pista ya no quedaba nadie, todos habían vuelto a sus mesas para reponer fuerzas, menos nosotras dos.

—Esos chicos te están mirando.—Habló Hange, alzando la voz para poder escucharla entre los ruidos de ese bar.

Procedí a girarme pero antes de hacerlo me interrumpió.

—Mira disimuladamente.—Yo asentí y me giré lo más disimulado que pude. Me encontré al final del todo a tres hombre, jóvenes, mirándome, parecían que hablaban algo de mí entre ellos. ¿De qué estaban hablando?

Uno de ellos era rubio, los otros dos morenos, altos y fuertes, el pelinegro me miraba con una sonrisa sincera en sus labios, los otros dos simplemente estaban serios y cuchicheando. Llevaban el uniforme de la policía militar.

—¿Que estarán hablando?—Pregunté a Hange, que aún se encontraba sujetando mis manos mientras bailábamos.

—De lo guapa que eres, seguramente.—Volteé la cabeza para mirarla a los ojos, mis mejillas se coloraron ligeramente y sonreí.

—No me digas esas cosas bonitas que me sonrojo.—Ella rió, sus ojos se achinaron.

—Es la verdad. Deslumbras todo el bar con tu belleza. ¿No te has dado cuenta? Mira a tu alrededor, más de un hombre babea por ti.—Negué con la cabeza.

—Nos miran porque somos las únicas que aún seguimos bailando.—Argumenté.

Después de unos cuantos minutos, Hange se alertó golpeando mi brazo ligeramente indicándome que se acercaba alguno de aquellos chicos por mi espalda.

Unos golpecitos en mi hombro hicieron que me girara.

—Hola, ¿que tal estás?—Dijo. Me quedé quieta, y escuché las risas de Hange a mis espaldas.

Era un chico, de mi edad, su pelo era negro como el carbón, recto y completamente liso. Alto y de tez blanca, adornaba su rostro unos ojos pequeños que desde donde le veía parecían plateados y una nariz robusta.

Tragué saliva.

—Bien, ¿nos conocemos?—Sonreí tampoco quería ser mala, quería caerle bien.

—No, no. Me has parecido preciosa y quería hablar contigo. ¿Vamos afuera un rato?—La sonrisa de mi boca se ensanchó más y se hizo aún más sincera.

Era un chico guapo y parecía buena persona. ¿Porque no ir a charlar con él?

Por lo menos podía hacer un amigo.

Asentí como respuesta y él se dio la vuelta para comenzar a caminar. Yo le seguí hasta que una mano agarró mi muñeca.

Esa sensación cálida ya la había sentido antes, sin duda, era la mano del capitán.

Me giré hacia él, sus ojos me miraban con detención, había algo en ellos que no llegaba a entender.

—¿Te vas a ir con un desconocido tú sola?¿Estás de broma?—Dijo. Serio. Demasiado. Aguanté la respiración pensando la respuesta.

—No tardaremos, en nada te la traigo de vuelta.—Habló aquel chico.

—Ella está a mi cargo. No va a ninguna parte.—Contradijo Levi, dirigiéndose al chico, parecía molesto. Tragué saliva.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora