ᴄᴀᴛᴏʀᴄᴇ

3K 339 175
                                    

—Alma. Alma.—Me estremecí.

—¿Que haces aquí?—Parece que aquella voz femenina no tenía pensado dejarme dormir. Entreabrí mis ojos lentamente y tragué duro.

—¿Eh?—Solté. En ese momento caí en que me había quedado dormida en la mesa del comedor. Me pasé la mano por la cara encontrando saliva seca en mi mejilla, hice una mueca de asco.

Levanté mi mirada para ver a Mikasa observándome con una gran sonrisa en la boca. Me sorprendió, no habíamos tenido muy buena relación estos últimos días.

—¿Te has quedado dormida aquí?

—Sí.—Respondí.

—Ya casi es la hora del desayuno, quizá debería seguir durmiendo en la habitación. Si quieres le digo al capitán que no has podido ir al entrenamiento, tienes cara de cansada.—Todo lo que dijo me pareció muy tierno, de cierto modo parecía que estaba intentado hacer las paces conmigo.

—No, estoy bien. Iré al entrenamiento.

—Ah, vale.—Silencio. Ella estaba sentada a mi lado.

—Por cierto...—La presté atención.

—¿Si?

—Quería pedirte perdón.—Confesó. No me miró a la cara, solo mantuvo su mirada al frente.

—No hace falta.

—Lo que hice no estuvo bien.

—Yo tampoco actué de la mejor manera.—Ambas suspiramos.

—Sé lo importante que es Eren para ti.—Solté, ella se giró y nuestros ojos se conectaron. Mikasa era sin duda la chica más hermosa que jamás había visto, esa mirada exótica, ese pelo negro como el carbón. Su rostro tan delicado como si fuera de porcelana, sin embargo, es la mujer más dura que he conocido.

—Vosotros sois igual de importantes.—Lo que dijo me hizo sonreír, y extendí mis brazos para abrazarla, ella correspondió el abrazo con fuerza.

—Eres un amor.—Dije. Ella era fría, pero igualmente tenía un corazón que no le cabía en el pecho.

—Oye, oye. Iros a un motel.—Escuché unas risas entrar por la puerta e inmediatamente supe quien era.

—¿Donde está mi pequeño Jean?—Me separé de Mikasa y automáticamente me di vuelta sobre mi misma para abrir los brazos hacia Jean que caminaba sonriente hacia mi, tenía una cara de adormilado que no podía con ella.

—¿Pequeño?¿Tu te has visto?—Reí ante su pregunta y al segundo me estrechó entre sus anchos brazos, quedando hundida en su pecho.

Al separarnos le di un beso a Connie en la mejilla e hice lo mismo con Sasha, ambos me dedicaron bonitas sonrisas, ya estaban acostumbrados a mi cariño.

La gente comenzó a llegar al comedor, era la hora del desayuno. Todos nos sentamos en la mesa, sé que no debería estar aquí porque en cualquier momento llegaría Reiner pero me aseguré de rodearme de los demás para que no se pudiera acercar.

En cuanto entró por la puerta junto con Bertholdt nuestras miradas se conectaron, como si de un imán se tratase.

Apreté mis labios con fuerza y rabia recordando cada momento de su ataque, la sangre me hirvió solamente con el pensamiento.

Una sonrisa apareció en sus labios, se estaba burlando de mi. Apreté con fuerza los puños. Si él supiera que se lo he contado todo a todos.

Todo lo que me hizo, como me amenazó, y encima tiene la cara de sonreírme, pero no fue una sonrisa de quiero hacer las paces contigo, no, fue una sonrisa malvada, de burla, se estaba riendo de mi porque yo no podía hacer nada contra él y al fin y al cabo tenía razón.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora