ᴏᴄʜᴇɴᴛᴀ ʏ ᴄɪɴᴄᴏ

1.5K 158 25
                                    

Él no tardó nada en bajar sus manos hasta mis caderas para pegarme completamente contra su cuerpo.

Sus labios eran igual de suaves y cálidos que la última vez que los besé.

Llevaba tanto tiempo soñando con este momento que me aferré a él con intensidad, sentí como su boca apretó la mía con ansias provocando que la abriera aún más para enredar su lengua con la mía.

Casi gemí contra sus labios.

Yo subí mis manos por su pecho hasta su nuca, empujando su cabeza aún más cerca de mí, devolviéndole la pasión con la que me besaba.

Mis mejillas ardieron, mi pecho subía y bajaba agitado y mi entrepierna se humedeció al sentir el contacto de su cuerpo contra mí.

Sus manos bajaron hasta mis muslos, y en un movimiento rápido me subió sobre sus brazos, mientras yo rodeé con mis piernas su cadera.

Sentí como se movió hasta que mi espalda chocó con delicadeza pero duramente contra el tronco de uno de los grandes árboles.

Arqueé mi espalda cuando su boca se separó de mis labios para bajar por mi cuello.

Eché mi cabeza hacia atrás y respiré fuerte mientras su lengua recorría mi cuello con picardía, luego continuó su camino hasta depositar húmedos besos sobre mi escote.

Mordí mi labio inferior para calmar las sensaciones de mi cuerpo y abrí los ojos cuando su boca se separó de mi pecho.

Nos mirados encendidos durante unos segundos, el fuego en sus ojos ardía con fuerza y eso hizo temblar a mis piernas aunque por suerte aún seguía sobre sus brazos, como si no le costara el más mínimo esfuerzo mantenerme en el aire.

—No sabes cuánto tiempo he deseado esto.—Murmuró con voz ronca, recorriendo cada centímetro de mi rostro.

Ni si quiera me dejó responder cuando volvió a pegar nuestros labios, como un depredador atacando a su presa.

Yo envolví su cuello mientras nuestras lenguas se adentraban en una danza coordinada realmente satisfactoria.

Mi cuerpo aullaba de todas las maneras posibles, lo que este hombre causaba en mí no era algo de este mundo.

Cuando nos tuvimos que volver a separar porque nuestros pulmones necesitaban aire, no pude evitar hablar:

—Lo siento por todas las cosas horribles que te he dicho...—Hablé casi en un susurro, pues mi voz no quería salir de mi garganta.

Su mirada estaba ansiosa, esperaba el momento en el que nuestros labios se volvieran a unir.

—Nunca dejé de amarte... estaba sufriendo y la única manera en que supe afrontarlo fue haciendo daño a la gente que amaba.—Añadí.

Depositó un beso sobre mis labios, luego otro sobre la comisura izquierda de estos y otro más en la derecha.

—No importa, Alma. Te juro que no importa.—Sus ojos brillaban pero no se separaron de mi boca ni por un momento.

Luego se alzaron por fin a mis ojos, y una sonrisa se dibujó en sus labios.

Una sonrisa sincera, verdadera.

Una gota cayó sobre su mejilla, luego otra sobre la mía.

Alcé la cabeza para mirar el cielo oscuro que ahora con nubes ocultaba todas las estrellas de hace unos minutos.

Había visto una tormenta a lo lejos, no pensé que llegaría tan rápido.

Aún estaba sobre sus brazos, contra el tronco de un árbol cuando sonreí enseñando los dientes al ver cómo cada vez más gotas caían sobre nuestras caras.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora