ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ꜱɪᴇᴛᴇ

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—¿Conseguiste bajarle la temperatura?—Yo solo estaba sentada en medio de aquella bañera completamente petrificada.

Hange se fue acercando lentamente mientras fruncía el ceño. Un segundo después se rascó la nuca.

—¿Alma?—Pestañeé rápidamente y me levanté en la bañera.

—Sí, creo que sí.—Contesté.

—Eso está genial. Encontré una casa cerca de aquí, son muy agradables. Me dieron unos jarabes para la fiebre.—Comenzó a hablar mientras se acercaba para sacar a Levi de la bañera.

El pelinegro intentó levantarse sólo, pero rápidamente la castaña lo ayudó y comenzaron a caminar hacia la cama mientras yo les observaba sin hacer nada.

Reaccioné y salí de la bañera cogiendo la única toalla seca que quedaba para intentar secarme un poco.

—Vete a la cocina a preparar el jarabe, yo le ayudaré a ponerse ropa seca.—Me ordenó Hange.

—No soy inútil, cuatro ojos.—Escuché rechistar a Levi y sin pensármelo dos veces salí de la habitación con el jarabe en las manos.

Estaba demasiado confusa, he estado a punto de besar a Levi, probablemente hubiera pasado si Hange no hubiese entrado.

Llegué hasta la cocina donde me encontré a cierta rubia bebiendo un vaso de agua recostada sobre la encimera.

—¿Que haces despierta a estas horas?—La pregunté y ella se sobresaltó levemente.

—He tenido una pesadilla.—Sonrió apenada.

—Oh.

—¿Y tú?¿Porque estás empapada?—Preguntó mirándome extrañada de arriba abajo.

—El capitán se ha enfermado, hemos tenido que meternos en la bañera para conseguir bajarle la temperatura.—Conté. Sus ojos tornaron a preocupados en cuento se lo dije.

—¿Está bien?¿Necesitas ayuda?—Extendió su mano para apoyarla sobre mi brazo.

—No, no. No te preocupes. Ya está mejor y ahora le vamos a dar medicina.—Intenté tranquilizarla mientras me dirigía hacia la estantería en busca de un recipiente pequeño.

—Ya veo. Seguro que se recupera.

—Lo hará. Tú puedes irte a dormir, no tienes nada de lo que preocuparte.—Dije dedicándole la mejor sonrisa que tenía .

—Está bien, llamadme si necesitáis mi ayuda.—Nada más decir eso, ambas nos giramos para mirar cómo el capitán bajaba las escaleras decidido mientras se abotonaba la camisa blanca.

—¡Levi!—Escuché a Hange gritar a sus espaldas corriendo tras él.

Aún habían gotas de sudor recorriendo su cara, y sus mejillas continuaban sonrojadas del calor.

—Pero...¿no estaba enfermo?—Murmuró Historia a mi lado mientras seguíamos con la mirada al pelinegro, que después de llegar a la puerta, desapareció tras ella.

Hange se llevó la mano a la cara frustrada.

—Déjame a mi.—Dije, y después de un profundo suspiro, preparándome para volver a mirarle a la cara, camine tras él.

Al salir, pude observar como se alejaba por el nevado bosque con bastante prisa.

Estaba comenzando a amanecer, el cielo estaba teñido de un naranja pastel.

—Levi.—Le llamé, y corrí apresurada hasta alcanzarle, él ni se giró a mirarme.

Por un momento pensé en preguntarle porqué se había ido de la casa, pero conociéndole, no me iba a contar como se sentía ni mucho menos qué le pasaba.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora