ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ

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Ella tenía un rostro definido que parecía estar hecho de porcelana, me atrevo a decir que es la chica más bonita que he visto en toda mi vida.

Su cabello rubio ceniza estaba suelto y se esparcía por toda la almohada desordenado, lo que le daba un aspecto angelical.

Podía ver su perfil, una nariz pequeña y respingona y unos labios carnosos y rojizos. Sus ojos estaban cerrados pero podía recordar perfectamente ese color azul como el mismísimo cielo.

Parecía pequeña y frágil, me daban ganas de abrazarla y no soltarla nunca, pero me tenía que ir.

Acababa de subirla a la cama con fragilidad para que no se despertara.

Ella se había quedado dormida en mi pecho tras llorar por horas.

Mi mente debatía entre quedarse o no quedarse, ambas cosas eran erróneas.

Yo le prometí que me quedaría con ella, pero yo también le dije que entre nosotros no había absolutamente nada, me contradigo tanto que ya no sé ni lo que hago.

Lo último que quería es hacerle daño a ella.




Estábamos en los caballos de camino al funeral por todas las vidas perdidas durante la batalla.

Hoy era un día triste, un día gris. Supongo que acorde con la situación.

Mis ojos seguían hinchados desde la mañana por haberme pasado toda la noche llorando en el pecho de Levi.

Cuando me levanté, él ya no estaba. No me sorprendió, no esperaba que se quedara conmigo aunque lo haya prometido.

Mi mente estaba tan saturada que ya ni si quiera pensaba en nada, simplemente estaba en blanco.

Durante el camino me contaron cosas sobre lo titanes, que si eran humanos, que si Eren podía controlarlos, ya ni si quiera me sorprendía escuchar ese tipo de cosas.

Llegamos al lugar, un gran prado verde lleno de lápidas grises. Apreté los labios por pena y bajé del carro acompañada de Eren, Armin y Mikasa.

Casi todo el cuerpo de exploración se encontraba ahí, yo rezaba por no encontrarme a Levi.

Nos colocamos en filas detrás de unos cuantos, haciéndoseme un poco complicado ver al comandante, el cual daría un discurso, debido a mi baja estatura.

—Hoy nos hemos reunido aquí, para dar las gracias a las vidas perdidas durante la dura batalla del otro día. Mis soldados lucharon dando todo de sí, incluso sus vidas. Ellos entregaron sus corazones. Me gustaría pedir un minuto de silencio por sus almas.—Habló el comandante, seguidamente todos nos quedamos en silencio, solo se escuchaban los pájaros volar por el cielo y el viento despeinando nuestros cabellos.

Busqué con la mirada al capitán inconscientemente. Al encontrarle mirándome, la vergüenza me invadió y aparté la mirada sin pensármelo dos veces.

Tras pasar el minuto, algunos familiares y amigos de los fallecidos comenzaron a dar discursos entre lágrimas y dolor, era realmente emocionante.

—El pelo suelto te queda increíble.—Escuché en un susurro detrás mío, todo mi cuerpo se erizó al sentir su aliento en mi nuca.

Miré de reojo al capitán, se encontraba justo de detrás mía.

—Estamos en un funeral, no creo que sea el momento para estas cosas.—Dije en un tono bajo, para que solo me escuchara él y volví a mirar al frente.

—Ni que los muertos nos fueran a escuchar.—Dijo. Me giré con el ceño fruncido, ofendida.

—Estos funerales son una egoísta manera de hacer sentir bien a los familiares y conocidos de las víctimas, si de verdad quisiéramos hacer algo por ellos, deberíamos salir a vengarles, no dar discursos que nunca escucharán.—Comentó, susurrando en mi oído. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

No me quiero ni imaginar por lo que habrá tenido que pasar este hombre para pensar así.

—Eres frío, tanto que asusta.—Dije, aún con la mirada en frente.

—Te noto algo seca conmigo, ¿acaso te molestó que te dejara sola esta mañana?—¿No me iba a dejar en paz? Volví a mirarle de reojo para que viera la desaprobación en mis ojos. Estaba tan pegado a mí que sentía su cuerpo detrás del mío.

Tenía que alzar levemente la cabeza para poder mirarle a los ojos.

—No me esperaba menos de ti.—Solté, de manera fría.

—Auch.—Se quejó irónicamente, en forma de burla —¿Y se puede saber porque?—Continuó.

—No es que me tome muy en serio tu palabra.—Claramente me refería a la conversación en la que me dijo que no había nada entre nosotros. La noche de ayer se demostró que eso no era así.

—¿Que he hecho para que no te tomes en serio mi palabra?—Volvió a susurrar en mi oreja.

Mi corazón se aceleró, solamente su presencia detrás mía hacía que mis piernas temblaran.

—Mentirme.

—¿Cuando te he mentido?—¿Porque me estaba haciendo tantas preguntas? Estaba empezando a irritarme.

—Tanto tú como yo sabemos cuando me has mentido, Levi.—Me giré levemente para mirarle a los ojos mientras lo decía.

Nos quedamos unos segundos seriamente mirándonos el uno al otro a menos de unos centímetros, nuevamente, me hundí en aquellos ojos azules.

Azules como el mismísimo cielo.

—Tienes razón...—Murmuró, y yo miré al frente nuevamente.—...puede que no haya sido del todo sincero contigo.—Tragué saliva y sentí como su cuerpo se acercó todavía más al mío.

Relájate, Alma, relájate.

—Y enmendaré mi error. Siempre y cuando tú quieras que lo haga.—Continuó hablando, de manera lenta y sensual en mi oído.

Mi corazón se puso en mi garganta cuando sentí su dedo recorrer lentamente mi brazo. Entreabrí los labios al sentir mi respiración agitarse.

Mi pecho comenzó a subir y bajar con torpeza cuando su mano llegó hasta la mía, y con una lentitud y delicadeza increíbles, entrelazó sus dedos con los míos, yo simplemente dejé que lo hiciera.

Mis oídos se taponaron y mi mente se nubló, el tiempo literalmente se congeló al tener a Levi detrás mía, cogiéndome de la mano.

¿Que se significaba esto?¿Acaso esto quiere decir que si que hay algo entre nosotros?

Me estoy agobiando.

Rápidamente solté mi mano de la de Levi, y pese a que no me parecía una buena idea irme de ahí mientras estaban hablando los familiares de las víctimas, me encontraba demasiado mal como para quedarme.

Sin dirigirle la mirada al capitán, me hice hueco entre los soldados y conseguí alejarme de aquel lugar, con la respiración agitada.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora