ɴᴏᴠᴇɴᴛᴀ ʏ ᴛʀᴇꜱ

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—No me pienso volver a meter en la boca de un titán nunca más.—Habló Jean asqueado luego de vomitar un par de veces, sentado en el medio de aquel río a unos metros de mí.

Yo intenté esconder mi sonrisa divertida al escucharle y me acerqué.

Anoche nos habíamos reunido con todos para planear lo que íbamos a hacer, nos explicaron toda la situación, como Floch había tomado el mando en el cuerpo, y decidimos ser nosotros quienes salváramos el mundo.

Aunque no tengo mucha fe en que eso vaya a funcionar.

—Cuánto tiempo.—Hablé, acercándome a él luego de dejar mis botas en la orilla y meterme con los pantalones remangados hasta llegar a su lado.

Él alzó la cabeza, estaba completamente pálido y mojado, su pelo caía por su rostro despeinado.

Él tuvo que meterse en la boca del titán carguero para escapar con Yelena y Onyankopon de Floch y su facción, quiénes piensan que él está muerto.

—Parece que ha pasado una eternidad.—Añadí, con una sonrisa sincera.

—Me enteré de todo lo que os pasó, no sabes cuánto lo siento, es una mierda que tuvieras que pasar por todo eso. Tanto tú como el capitán. Igual me alegro de que estéis los dos bien.—Comentó, cabizbajo, se notaba que la energía que solía irradiar se había apagado.

—Me ha hecho darme cuenta de muchas cosas.—Mis palabras consiguieron que inclinara su cabeza para mirarme desde el suelo interrogante.

—Te debo una disculpa.—Solté.

—No es necesario, Alma.—Me interrumpió rápidamente. Yo tragué duro intentando no recordar aquellos momentos, ¿cómo fui capaz de hacer eso?

—Si lo es. Estaba completamente trastornada, fue horrible lo que te hice.—Me llevé la mano a la cara avergonzada, hablando de cómo le clavé un cuchillo aquel día en Marley.

—Te perdono, tú lo sabes. Lo que sí fue horrible es lo que te hicieron a ti.—Habló él, yo negué con la cabeza.

—Eso no justifica nada.—Mi corazón tembló, dándome cuenta en la mujer en la que me había convertido.

Hace cuatro años lloré como una loca porque maté a un hombre en defensa propia, y mi yo del presente ha sido capaz de acuchillar a su propio mejor amigo sin si quiera mutarse.

—Pero lo explica.—Respondió.

Nuestras miradas se encontraron, pude ver en sus ojos que me había perdonado, él era amor puro, él es sin duda una mejor persona que yo.

—¡Espero que esto sea una broma de mal gusto!—Jean y yo nos giramos en busca de la voz aguda y femenina que chillaba en medio del bosque.

—¿Te has aliado con los enemigos?¿Estás de coña?—Continuó rechistando, una chica de pequeña estatura y cuerpo delgado, de cabello azabache en un recogido trenzado, de ojos verdosos y labios gruesos, además de una nariz puntiaguda.

Ella vestía el uniforme del ejército de Marley, y Pieck le agarraba del brazo con fuerza mientras tiraba en contra de su voluntad para acercarla hasta nosotros.

Hange y los demás también se quedaron mirando anonadados la escena.

—Son unos demonios, Pieck, nos matarán a todos en cuanto puedan, ¿no te parece prueba suficiente que cientos de titanes vayan a destruir nuestro hogar por su culpa?—Soltó la chica enfurecida, con las cejas hundidas y su pequeña nariz arrugada con desprecio, mientras intentaba zafarse del agarre.

—¿Te puedes calmar?—Preguntó Pieck, comenzaba a sacarla de quicio.

—¡No!¡Estás jodidamente loca si crees que voy a aceptar una alianza con esta gente!—Respondió la mujer, Pieck se paró en seco con aún su brazo agarrado justo en la orilla del río, a un par de metros de nosotros.

—Date un chapuzón para relajarte.—Mis labios se entreabrieron cuando Pieck empujó, con cuidado, a la chica al río, con una sonrisa divertida en los labios.

Todos observamos cómo la azabache caía justo en frente de Jean, sosteniéndose con los brazos y rodillas, ya hundidos en el frío agua.

—¿Quién es ella?—Escuché preguntar a Hange en voz baja.

Jean, aún completamente empapado y sentado dentro del agua, agachó la cabeza para mirar a la soldado marleyense.

—Se llama Alina, también es una candidata a guerrero, la más terca y malhablada de todos.—Contestó Pieck con simpleza, cruzando los brazos sobre su pecho para observar a la chica ahora mojada.

Alina inclinó la cabeza al darse cuenta de que mi amigo estaba en frente suya, y le dedicó la mayor mirada de asco que jamás había visto en los ojos de alguien.

Él sólo recorrió lentamente su cara, sin expresión alguna.

Después de unos segundos de tensión, en los que pensé que la chica se lanzaría al cuello de mi amigo para asesinarlo, Jean se levantó por fin del agua.

Ella puso una mueca al ver la altura y complexión musculosa de él, dándose cuenta que podría tumbarla con solo un dedo.

Jean se acercó a la pelinegra y la ayudó a levantarse agarrándola de su delgado brazo.

La diferencia de alturas se me hizo realmente cómica.

Una vez de pie, ella se removió para zafarse de su agarre, soltando con desagrado:

—Ni me toques.—Veneno era lo único que salía de la boca de esta mujer.

A Jean no pareció importarle lo más mínimo, alzó ambas manos en son de paz, y con tono despreocupado respondió:

—Tranquila, chica.




Nota de autora.

¿¿Quién es Alina y qué quiere de esta historia??👀👀👀👀👀👀

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora