ꜱᴇꜱᴇɴᴛᴀ ʏ ꜱᴇɪꜱ

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Y luché, luché hasta conseguir abrir los ojos.

Estaba tirada en el suelo de una calle completamente calcinada, las casas ya eran casi cenizas, y el humo se colaba por mi nariz dificultándome respirar más de lo que era ya.

Tragué duro e intenté que todo dejara de dar vueltas a mi alrededor.

Sentía algunas partes del cuerpo dormidas, y eso me preocupaba especialmente.

Me pasé minutos y minutos allí, esperando que alguien apareciera a ayudarme, pero no fue así.

Después de debatir en mi mente que hacer, decidí ser yo la que me levantara, y reuní todas mis fuerzas en hacerlo.

Cuando lo conseguí, apoyándome en todo lo que encontraba, me desplacé por la calle arrastrando una de mis piernas, pues ni si quiera la sentía.

Espero que no sea nada grave.

Ahora mismo parecía una muerta viviente, ni si quiera sabía a donde iba, solo caminaba cojeando intentando llegar a algún lado.

Por el camino me fui apoyando en los restos de algunas casas, estaba tan cansada que en lo único que pensaba era en tirarme al suelo y no volver a moverme, pero si hacia eso probablemente moriría.

Conseguí sobrevivir Levi, luché por ti.

—¡Alma!—Escuché como alguien gritaba mi nombre, y al girarme, pude ver a dos siluetas acercarse corriendo hasta mi.

Sus caras estaban borrosas por unos segundos.

—Dios mío. ¿Estás bien?—Pestañeé hasta conseguir ver a Hange.

Uno de sus ojos estaba ensangrentado, lo que hizo que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza.

Yo asentí, pues las palabras no salían de mi garganta.

—Que susto nos has dado.—Miré a la otra persona, que resultó ser Jean, quien no tardó en rodearme entre sus musculosos brazos.

Yo respiré contra su pecho, aliviada.

—Jean, vete a decirle a Levi que ya hemos encontrado a Alma, que está sana y salva.—Le ordenó la superior, para después acercarse a mi y pasar mi brazo alrededor de su hombro ayudándome a caminar.

—Voy.—Respondió el castaño, desapareciendo entre las casas.

—¿Levi está bien?—Conseguí que las palabras salieran de mi garganta.

—Sí, estaba como loco porque no te encontraba por ninguna parte, pero está bien.—Me informó, y una pequeña sonrisa apareció en mis labios al pensar en él.

—Esperaremos aquí.—Dijo, y nos paramos en frente de una casa blanca que sorprendentemente no estaba calcinada.

Agaché la cabeza, viendo a Reiner sin brazos ni piernas en el suelo.

—¿Porque no le matáis ya?—Hablé con rabia, no podía ni verlo, jamás había sentido tanto odio hacia una persona.

—Estamos esperando a ver si queda alguien vivo, si es así podemos darle la inyección y que se coma a Reiner para conseguir su poder de titán.—Yo tragué duro y asentí con la cabeza hasta apoyarme en la pared a descansar.

Cerré los ojos intentando calmar las punzadas en algunas partes de mi cuerpo.

—¿Sabes algo de Armin?—Le pregunté, ella me miró apenada.

—No... no sé nada.—Murmuró.

Ignoré lo sospechoso que había sido eso para continuar concentrada en mi respiración.

Unas ruidosas pisadas me sacaron de mi trance mental, un hombre rubio, con una barba larga y bastante musculoso, estaba subido encima del titán que vimos al principio de la misión, aquel que llevaba un cargamento en su espalda, donde estaba el hombre.

¿Ese sería el portador del titán bestia? Jamás lo había visto.

Estos venían directamente a nosotras, yo entreabrí los labios cuando vi que se dirigían a Hange, quien no se había dado cuenta de la presencia de ambos.

Rápidamente me separé de la pared para apartar a Hange de allí, ya que parecía el objetivo de aquel hombre.

—¡Hange!—La intenté avisar por si no llegaba a tiempo, pero por suerte pude apartarla de un empujón, haciéndola caer unos metros más lejos.

Sin embargo, yo me convertí en el nuevo objetivo y no pude hacer nada cuando me agarraron del brazo subiéndome bruscamente al cargamento de aquel titán.

—¡No!—Chilló Hange.

Yo tardé en procesar unos segundos lo que estaba pasando, cuando me di cuenta que nos estábamos alejando, y que aquel hombre rubio me retenía rodeando mi cuello con su brazo.

Rápidamente entré en pánico, e intenté zafarme de su agarre, pero no lo conseguí.

Estaba apretando muy fuerte, y su brazo era muy musculoso, por no hablar de que yo no estaba en plena condición de luchar.

¿Me iba a matar?¿A dónde me estaba llevando?

Agarré su brazo con mis manos, incluso clavé mis uñas intentando que me soltara provocando un gemido de dolor procedente de aquel hombre.

Cada vez estábamos más lejos, y poco a poco me iba quedando sin aire debido a la presión que ejercía sobre mi cuello.

—¡Alma!—Ese grito, esa voz. Pude girarme para ver como el capitán nos perseguía con el equipo de maniobras, pero dentro de unos segundos ya no habrían más casas donde se pudiera sujetar y estaría acabada.

Pataleé, me removí y grité todo lo que pude, aunque solo conseguía que su agarre se hiciera cada vez más fuerte.

Las lágrimas recorrieron mi rostro de manera desesperada.

—¡Levi!—Chillé, sacando la voz de donde no la había, no podía hacer nada, y me estaba llevando lejos.

—¡No!¡Suéltala!¡Llévame a mi!¡Llévame a mi!—Gritó el capitán, pude ver la desesperación en sus ojos cuando las casas se terminaron.

Mi vista se volvía borrosa por las lágrimas, aún así, fui capaz de ver su cara de absoluto pánico, y ahí fue cuando me di cuenta que estaba perdida, que nadie podría salvarme ahora.

Y con esa última imagen en mi cabeza, el aire dejó de entrar por mis pulmones, haciéndome perder totalmente la consciencia.

Lo que yo no sabía, era que no le volvería a ver hasta dentro de mucho tiempo.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora